Uno de cada diez mayores de 65 años que caminan por la calle sin sentir
que el corazón se les acelera, padece la alteración del ritmo cardíaco
más frecuente: la fibrilación auricular.
"Normalmente, tenemos entre 60 y 100 latidos por minuto, pero en los
pacientes con fibrilación auricular eso aumenta mucho más y puede
producir síntomas, como mareos, palpitaciones o fatiga. Pero el
problema es que la mitad de los pacientes no tienen síntomas y, si no
se detecta a tiempo, esta arritmia puede provocar una embolia o un
accidente cerebrovascular", explicó a LA NACION el doctor Ricardo
Iglesias, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) e
integrante del Colegio Estadounidense de Cardiología.
Justamente, para detectar a tiempo esa falta de sincronización de
los latidos, que pueden llegar a 300 por minuto, pero que hasta los 120
pueden no dar señal de alarma alguna, la SAC recomienda realizarse un
control médico anual a partir de los 50 años.
"El examen clínico general habitual, que incluye el control del
peso, de la presión, el nivel de colesterol, etcétera, más un
electrocardiograma es suficiente para detectar precozmente este
funcionamiento irregular del corazón. Son todos estudios muy
económicos", agregó Iglesias.
Además del electrocardiograma, el control del pulso durante la
consulta también permite detectar la fibrilación de las aurículas. Con
cada "descarga" de la corriente eléctrica que le permite funcionar al
corazón, las paredes musculares de esas dos cavidades cardíacas se
contraen para que el corazón pueda bombear sangre al resto del cuerpo.
Pero cuando esas descargas son muy rápidas, las aurículas se
contraen con mucha más frecuencia. Esto afecta el ritmo de contracción
normal de los ventrículos e impide que el corazón bombee la sangre
adecuadamente.
"La fibrilación auricular es un trastorno con alto nivel de
hospitalización, por las consecuencias que provoca, que pueden ser
insuficiencia cardíaca, embolia o infarto cerebral. De hecho, la
cantidad de internaciones por arritmias en las unidades coronarias es
igual a la de internaciones por infartos", agregó Iglesias.
Anarquía rítmica
Se sabe que el riesgo de que el corazón sufra esta anarquía de
los latidos aumenta con la edad: afecta al 1% de los menores de 50
años, al 6-7% de los mayores de 60 y a más del 10% a partir de los 80
años. Si se aplican estos porcentajes a la composición de nuestra
población, actualmente habría en el país alrededor de 75.500 mayores de
80 años con fibrilación auricular.
Por eso, el envejecimiento poblacional comienza a ser un punto
importante por considerar en cuanto a la necesidad de reforzar la
prevención y lograr mejores tratamientos.
De hecho, el organismo estadounidense similar a la Anmat aprobó ayer
un fármaco para la fibrilación auricular que, según Iglesias, ayudará a
controlar ese trastorno en el 60% de los pacientes. "El envejecimiento
produce fibrosis o la aparición de cicatrices en el corazón, que
endurecen los tejidos. Eso altera el ritmo con el que se contrae el
músculo cardíaco", agregó el presidente de la SAC.
Pero entre las medidas de prevención que se pueden tomar están hacer
por lo menos 150 minutos semanales de ejercicio y reducir el consumo de
sal, cafeína y alcohol, además de abandonar el cigarrillo. "Si los
hipertensos controlan la presión, tienen menos probabilidades de
fibrosis cardiovascular, mientras que quien ya tuvo un infarto o tiene
enfermedad coronaria debe controlar los factores de riesgo para
retrasar el envejecimiento vascular", finalizó. Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |