La OMS ha dado a conocer hoy las directrices para el uso de los antivíricos en el tratamiento de los pacientes infectados con el virus H1N1 pandémico.
Las
directrices representan el consenso logrado por un cuadro internacional
de expertos que examinaron todos los estudios publicados acerca de la
inocuidad y eficacia de estos medicamentos. Se prestó especial atención
al empleo del oseltamivir y el zanamivir para prevenir la gripe grave y
la muerte, disminuir la necesidad de hospitalización y acortar la
estancia hospitalaria.
Actualmente, el virus pandémico es
sensible al efecto de ambos medicamentos, llamados inhibidores de la
neuraminidasa, pero resistente a otra clase de antivíricos, los
inhibidores de M2.
A nivel mundial,
la mayoría de los enfermos infectados por el virus pandémico presentan
los síntomas gripales característicos y se recuperan plenamente al cabo
de una semana, incluso si no reciben ningún tratamiento médico. Las
personas por lo demás sanas que padecen una gripe sin complicaciones no
necesitan tratamiento con antivíricos.
Desde
un punto de vista individual, las decisiones sobre el tratamiento de un
paciente determinado deberían basarse en su estado clínico y en lo que
se sabe acerca de la presencia del virus en la comunidad.
En
las zonas donde el virus está circulando ampliamente en la comunidad,
el personal sanitario que atiende a pacientes con un síndrome gripal
debe dar por sentado que la causa es el virus pandémico. Las decisiones
sobre el tratamiento no deben posponerse hasta obtener la confirmación
de la infección por el virus H1N1 mediante pruebas de laboratorio.
Esta
recomendación se fundamenta en los informes, procedentes de todos los
lugares donde se han producido brotes epidémicos, que señalan que el
virus H1N1 se convierte rápidamente en la cepa dominante.
Los casos graves se deben tratar de inmediato
Los
datos de investigación examinados por el cuadro de expertos indican que
el oseltamivir, cuando se prescribe correctamente, puede disminuir
considerablemente el riesgo de neumonía (una de las principales causas
de muerte por gripe pandémica o estacional) y la necesidad de
hospitalización.
En el caso de los
pacientes que padecen una gripe grave o cuyo estado clínico empieza a
deteriorarse, la OMS recomienda administrar de inmediato el tratamiento
con oseltamivir. Varios estudios han demostrado que el tratamiento
temprano, de preferencia en las primeras 48 horas a partir del inicio
de los síntomas, se acompaña a menudo de un mejor desenlace clínico.
Los pacientes con una gripe grave o cuyo estado se deteriora deben ser
tratados aunque ya haya transcurrido más tiempo. Si por cualquier
motivo no se puede utilizar el oseltamivir, se puede administrar
zanamivir.
Esta recomendación rige
para todos los grupos de pacientes, en particular las embarazadas, y
para todos los grupos etarios, en especial los niños pequeños,
incluidos los menores de 1 año.
La
OMS recomienda el tratamiento con oseltamivir o zanamivir de los
pacientes aquejados de otros trastornos subyacentes que aumentan el
riesgo de sufrir una gripe más grave. El tratamiento de estas personas
debe empezar lo antes posible una vez que hayan aparecido los síntomas,
sin esperar a conocer los resultados de las pruebas de laboratorio.
Como
las embarazadas forman uno de los grupos con mayor riesgo, la OMS
recomienda administrar el tratamiento antivírico a las embarazadas tan
pronto como sea posible una vez que se hayan presentado los síntomas.
Por otra parte, la presencia de
trastornos subyacentes no predice invariablemente la aparición de todos
los casos de gripe grave, ni siquiera de la mayoría. A nivel mundial,
más o menos 40% de los casos graves se están observando en niños y
adultos, por lo común menores de 50 años, que anteriormente estaban
sanos.
Algunos de estos enfermos
experimentan un deterioro repentino y muy acelerado de su estado
clínico, por lo común al quinto o sexto día a partir del inicio de los
síntomas.
El deterioro clínico se
caracteriza por neumonía vírica primaria, que destruye el tejido
pulmonar y no reacciona a los antibióticos, y la insuficiencia de
muchos órganos, especialmente el corazón, los riñones y el hígado.
Estos enfermos tienen que ser internados en la unidad de cuidados
intensivos, donde se les puedan administrar distintos tratamientos
además de los antivíricos.
El
personal sanitario asistencial, los pacientes y las personas que cuidan
de ellos en casa tienen que estar muy alerta para detectar los signos
de advertencia que indican la evolución hacia una forma más grave de la
gripe con el fin de tomar medidas urgentes, entre ellas el tratamiento
con oseltamivir.
En casos de gripe
grave o que empeora, los médicos pueden considerar la conveniencia de
administrar dosis más altas, y por más tiempo, de oseltamivir que las
que se prescriben normalmente.
El uso de antivíricos en los niños
La
reciente publicación de dos revisiones clínicas ha suscitado algunas
dudas con respecto a la conveniencia de administrar antivíricos a los
niños.
Ambas revisiones se basaron
en datos que fueron considerados por la OMS y su cuadro de expertos al
preparar las directrices actuales y se reflejan plenamente en sus
recomendaciones.
La OMS recomienda
la pronta administración de antivíricos a los niños aquejados de una
gripe grave o que empeora, así como a los que presentan riesgo de
sufrir una gripe más grave o complicada. La recomendación se refiere en
particular a los niños menores de 5 años, pues a esta edad existe un
riesgo mayor de padecer una gripe más grave.
Los
niños mayores de 5 años y que por lo demás están sanos no necesitan el
tratamiento con antivíricos a menos que la gripe persista o empeore.
Signos de peligro en todos los pacientes
El
personal asistencial, los pacientes y quienes los asisten en casa
tienen que estar alerta ante la aparición de signos de peligro que
indican la posible progresión hacia una gripe más grave. Como ésta
puede evolucionar con gran rapidez, se debe buscar atención médica
inmediata cuando en una persona con infección presunta o confirmada por
el virus H1N1 aparezca cualquiera de los signos siguientes:
- sensación de falta de aire, ya sea en reposo o al hacer esfuerzos físicos;
- dificultad para respirar;
- aspecto azuloso o amoratado de la piel y los labios;
- esputo sanguinolento o de color anormal;
- dolor torácico;
- alteraciones de la conciencia;
- fiebre elevada que persista por más de tres días;
- caída de la presión arterial.
En los niños, los signos de peligro
consisten en respiración acelerada, dificultad para respirar, torpor,
dificultad para despertarse y pocas ganas o ninguna de jugar.
[1]
Neuraminidase inhibitors for treatment and prophylaxis of influenza in
children: systematic review and meta-analysis of randomised controlled
trials. Shun-Shin M, Thompson M, Heneghan C et al. BMJ 2009;339:b3172;
doi:10.1136/bmj.b3172
[2] Prescription of anti-influenza drugs for healthy adults: a systemic
review and meta-analysis. Burch J, Stock C et al. Lancet Infect Dis
2009; doi:10.1016/S1473-3099(09)70199-9
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