Una enzima que protege a las células de la acumulación de compuestos
dañinos, como los radicales libres, y es la encargada de regular el
equilibrio interno del organismo (homeostasis) puede limitar el
crecimiento de tumores de próstata. Se trata de la hemooxigenasa 1, que
había sido hallada en algunos tumores, pero cuyo rol en el desarrollo
del cáncer no estaba claro.
Hace algunos años habíamos observado hemooxigenasa 1 en el núcleo de
las células de tumores de próstata extraídos de pacientes", comenta la
doctora Elba Vázquez, investigadora del Conicet en el Departamento de
Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la
UBA (FCEN) y coautora del trabajo que acaba de publicarse en Molecular Cancer Research .
"Esta presencia de la enzima en el núcleo sugería que podría estar
cumpliendo alguna otra función regulatoria en el nivel de los genes",
destaca Vázquez. A partir de ese hallazgo, Geraldine Gueron, becaria
del Conicet, empezó a trabajar con líneas celulares de tumores humanos;
algunas de ellas sensibles a andrógenos (como ocurre en las primeras
etapas de la enfermedad) y otras provenientes de tumores que ya no eran
sensibles a los andrógenos y tenían mayor agresividad.
Las investigadoras observaron que las líneas tumorales más agresivas
tenían niveles más bajos de hemooxigenasa 1. Es decir que la menor
presencia de la enzima se asociaba con una mayor capacidad de las
células para proliferar -hacer metástasis-.
"El paso siguiente fue modificar el nivel de esa proteína a través
de fármacos", relata Gueron. Así, vieron que cuando aumentaba la
hemooxigenasa 1 bajaban la proliferación celular, la migración y la
invasión de las células tumorales.
Para descartar que este efecto se debiera a la acción de los
fármacos, modificaron genéticamente las células para que fabricaran
altas cantidades de la enzima sin necesidad de inducir el fenómeno. "Lo
que vimos fue que al tiempo que la enzima aumentaba disminuían los
procesos invasivos. Y si la silenciábamos, aumentaba la proliferación",
recalca Gueron.
Luego, las investigadoras quisieron ver qué sucedía en los genes. A
través de un experimento pudieron observar que cuando aumentaba la
hemooxigenasa 1 se reprimían genes específicos vinculados con procesos
beneficiosos para el tumor, como la inflamación y el desarrollo de
nuevos vasos sanguíneos.
"Lo más interesante fue que estaba reprimido el gen para fabricar
una enzima, la metaloproteinasa 9, que es empleada por las células
tumorales para degradar el tejido que las rodea", destaca Vázquez.
Las investigadoras observaron este fenómeno en ambos grupos de
células tumorales, en las sensibles y en las no sensibles a los
andrógenos.
Finalmente, realizaron el experimento in vivo. "Inyectamos en
ratones inmunosuprimidos células de tumor de próstata humanas. Veinte
días más tarde vimos que los tumores con la hemooxigenasa 1 aumentada
eran mucho más pequeños que los que la tenían disminuida", dice Gueron.
"Uno de los efectos del aumento de la hemooxigenasa 1 es reprimir
los genes asociados con dos procesos que favorecen el desarrollo y la
progresión del tumor: la inflamación y la angiogénesis, o formación de
nuevos vasos sanguíneos", señala Vázquez.
Si bien las investigadoras están entusiasmadas con estos resultados,
consideran todavía lejana una posible aplicación terapéutica. "Ahora,
estamos haciendo un seguimiento de los pacientes que tienen alto nivel
de hemooxigenasa 1 en sus células, porque queremos ver cómo responden a
las terapias y si ello influye en la progresión o en la remisión de la
enfermedad", comenta Vázquez.
Centro de Divulgación Científica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.
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