Desde las iglesias a las escuelas, México comenzó esta semana a tomar medidas para contener un esperado rebrote de la influenza H1N1, después de haber sido en abril el epicentro de la pandemia mundial.
Autoridades de la influyente Iglesia Católica ordenaron el
domingo a los sacerdotes acortar la duración de las misas para
disminuir la posibilidad de contagio, y pidieron a los
feligreses recibir la ostia en la mano y no en la boca y evitar
el saludo de paz mediante abrazo, beso o apretón de manos. En las escuelas, grupos de estudiantes ya son enviados a
casa si aparece un caso dentro de una clase, lo que se suma a
medidas como chequeos de temperatura y gel desinfectante para
las manos a las entradas de los centros de estudio. "Estamos dentro de lo previsible de aumento del número de
casos que esperábamos para esta época invernal (...); estamos
dentro de lo esperado, con una organización mucho mejor para
hacer frente a esta epidemia", dijo el secretario de Salud,
José Angel Córdova, a Radio Fórmula. A pesar de que aún no hay una baja notoria en las
temperaturas, en las calles de la Ciudad de México es posible
observar a algunas personas usando tapabocas en la calle o en
sus coches. Hasta el 1 de octubre se registraron en México 32,950
casos. De esos, 236 personas murieron. Aunque fue la zona donde surgió el virus de la influenza
H1N1, el grueso de las vacunas recién llegará a México en
diciembre, cuando ya estará instalado el invierno boreal. Estados Unidos espera comenzar a vacunar este mismo mes. Las autoridades sanitarias prevén vacunar a 27.3 millones
de personas, sobre una población total de 107 millones de
habitantes, dijo Córdova. Se trata de grupos de riesgo que incluyen a personal de
salud, militares, niños de 6 a 24 meses y personas de 24 a 64
años con condiciones de riesgo como diabetes, obesidad,
problemas pulmonares crónicos o enfermedades inmunológicas.
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