Los cordones de las zapatillas tienen protecciones en las puntas para
evitar que se deshilachen. En las células de los seres humanos (y de
otras especies) hay estructuras que llevan los genes que también poseen
protecciones en sus extremos. Estos extremos se van acortando y hacen
que las células envejezcan. Pero también puede activarse una enzima que
les aporta "inmortalidad": un hallazgo que se produjo hace 25 años y
que les permitirá a sus descubridores recibir el Nobel de Medicina 2009.
Los galardonados, según anunció ayer el Instituto Carolina de Suecia,
serán dos mujeres y un hombre, que investigan en los Estados Unidos:
Elizabeth Blackburn, Carol Greider y Jack Szostak. Recibirán el premio,
que consiste en 1,42 millón de dólares, en diciembre próximo. Y será la
primera vez que dos mujeres compartan un premio Nobel (ver "Por primera
vez...").
Los tres científicos siguen activos en sus carreras.
Alcanzarán el Nobel por "el descubrimiento de cómo los cromosomas están
protegidos por los telómeros y la enzima telomerasa", tal como expresó
ayer el instituto sueco.
Blackburn y Szostak encontraron que había
secuencias únicas de ADN en los extremos que protegen a los cromosomas
de su degradación. A su vez, la mujer identificó con Greider –en ese
momento estaba haciendo su doctorado– a la enzima que se activa para
evita que las células envejezcan. Estos hallazgos permitieron entender
que si los extremos de los cromosomas se acortan, las células
envejecen. Por el contrario, si la enzima, llamada telomerasa, se
activa, los extremos de los cromosomas se mantienen y así se retrasa la
muerte celular. Fueron hallazgos en investigación básica, que
estimularon el desarrollo de terapias para el cáncer que aún están en
experimentación.
Antes de sus trabajos, ya se sabía que los
genes (que son segmentos de ADN) están dentro de los cromosomas de las
células. Y se había observado que los extremos de los cromosomas
parecían protegerlos. Pero el mecanismo que operaba era un misterio.
Elizabeth Blackburn estudió los cromosomas de un organismo unicelular y
detectó que había una secuencia de ADN que se repetía varias veces en
el final de los cromosomas. Por su parte, Jack Szostak observó que
había cierto material genético que se degradaba cuando se lo introducía
en levadura.
La mujer presentó sus resultados en un congreso en 1980
y el hombre la escuchó. Decidieron después hacer un experimento juntos,
que les permitió comprender que el rol de los extremos de los
cromosomas era común en diferentes especies, desde las amebas hasta los
seres humanos.
Más tarde, Blackburn pasó a ser la tutora de la
entonces doctoranda Carol Greider. En el Día de Navidad de 1984,
hallaron juntas a la enzima que llamaron telomerasa. Hubo muchos
experimentos más. Para el jurado del Instituto Carolina, "estos
descubrimientos tuvieron un impacto mayor dentro de la comunidad
científica". Según dijo a Clarín, Marcelo Kazanietz, investigador
argentino en biología celular en la Universidad de Pensilvania, EE.UU.,
el hallazgo de Blackburn y los otros investigadores fue "grandioso".
"Me encantó que le den el Nobel porque Blackburn fue muy resistida
dentro de la comunidad científica en los ochenta. Muchos varones no le
creían y tuvo que luchar para demostrar que estaba en lo cierto",
afirmó. "Los hallazgos permitieron generar modelos en el laboratorio
para inmortalizar células. Actualmente, hay ensayos clínicos con
terapias que actuarían sobre la enzima telomerasa. Permitirían que se
controle las células cancerosas, pero hay que tener en cuenta que hay
otras alteraciones que también contribuyen a la enfermedad". Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |