El ejercicio abre el apetito y, a la vez, acelera la saciedad con la comida. Y las diferencias individuales en esas respuestas explicarían por qué algunas personas adelgazan más fácilmente que otras.
En un estudio sobre 58 adultos con sobrepeso y obesidad que
iniciaron un programa físico, los autores hallaron que el
ejercicio tendía a aumentarles el apetito antes de una comida
comparado con los días de vida sedentaria. Por otro lado, esas personas se sentían más satisfechos con
el desayuno que antes. Pero, si bien ambos efectos se observaron en todos los
participantes, hubo diferencias más sutiles entre los que
lograban adelgazar y los que les costaba más bajar de peso. Los que ejercitaban y no adelgazaron lo esperado tenían más
apetito en ayunas (antes del desayuno) y durante el día que al
inicio del estudio. En cambio, los que lograron bajar más de peso solían tener
más apetito antes del desayuno tras abandonar el sedentarismo.
Pero no tenían más apetito durante el día. "Algunos tienen más éxito (para adelgazar) que otros porque
les aumenta menos el apetito y evitan comer más", dijo a
Reuters Health el doctor Neil King, profesor asociado de la
Queensland University of Technology, en Brisbane, Australia. Pero lo importante para los que empiezan a hacer ejercicio,
dijo, es no tirar la toalla si empiezan a tener más apetito que
antes o no adelgazan tanto como esperaban. Otros estudios indican que el ejercicio es beneficioso para
la salud: mejora la función cardiovascular, baja la presión y
reduce el colesterol, aunque se adelgace poco. Para el estudio, publicado en American Journal of Clinical
Nutrition, el equipo asignó a 58 hombres y mujeres con
sobrepeso a un programa físico supervisado durante 12 semanas
para quemar 500 calorías por sesión. Al inicio y al final del estudio, los participantes
recibieron un desayuno con cereal y tostadas. Se les pidió
calificar el nivel de apetito antes y después de la comida y
durante el resto del día. A las 12 semanas, 32 participantes habían adelgazado la
cantidad de kilos esperada según las calorías quemadas en el
ejercicio y 26 no habían adelgazado. A ambos grupos se les aceleró el apetito antes del desayuno
de la semana 12, pero el apetito diario fue mayor en aquellos
que habían adelgazado más. Pero todos los participantes se mostraron más satisfechos
con el desayuno que antes, cuando eran sedentarios. Se desconoce por qué el ejercicio tiene dos efectos sobre
el apetito. Pero la actividad física, que genera hambre,
también potenciaría la sensibilidad del sistema de saciedad. "Los mensajes claves son: el ejercicio es bueno, no hay que
esperar un adelgazamiento irreal y no hay que abandonar el
ejercicio porque el peso perdido no es el esperado", concluyó
King.
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