Los individuos que beben más café, normal o descafeinado, o té parecen tener un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, según una revisión de análisis que ha realizado un equipo de investigadores de la Universidad de Sidney en Australia. Los resultados del estudio se publican en la revista 'Archives of Internal medicine'.
Hacia el año 2025 aproximadamente 380
millones de individuos de todo el mundo se verán afectados por la
diabetes tipo 2. Aunque se sabe que la obesidad y la inactividad física
aumentan el riesgo de diabetes sigue siendo incierto el papel de los
factores del estilo de vida y la dieta. Los científicos,
dirigidos por Rachel Huxley, identificaron 18 estudios en los que se
incluían 457.922 participantes y que evaluaban la asociación entre
consumo de café y riesgo de diabetes que se publicaron entre 1966 y
2009. Seis de los estudios en los que participaban 225.516 individuos
también incluían información sobre café descafeinado, mientras que
siete de ellos con 286.701 participantes informaban sobre consumo de té. Cuando
los autores combinaron y analizaron los datos, descubrieron que cada
taza de café adicional consumido en un día se asociaba con una
reducción del 7 por ciento en el exceso de riesgo de diabetes. Los
individuos que bebían entre tres y cuatro tazas al día tenían
aproximadamente un 25 por ciento menos de riesgo que aquellos que
bebían entre cero y dos tazas al día. Además, en los estudios que
evaluaban el consumo de café descafeinado, aquellos que bebían más de
tres a cuatro tazas diarias tenían una tercera parte menos de riesgo de
diabetes que aquellos que no bebieron ninguna. Los que tomaban más de
entre tres a cuatro tazas tenían una quinta parte menos de riesgo que
los que no bebían té. Los autores creen que el aparente efecto
protector del consumo del té y el café parece ser independiente de una
variedad de variables de confusión, lo que aumenta la posibilidad de
sus efectos biológicos directos. Debido a la asociación entre el café
descafeinado y el riesgo de diabetes, la asociación no se debería sólo
a la cafeína. Según los investigadores podrían participar otros
componentes del café y el té como el magnesio o antioxidantes como los
lignanos o los ácidos clorogénicos. Los autores concluyen que si
se pudiera observar estos efectos beneficiosos en ensayos clínicos de
intervención, los resultados tendrían importantes implicaciones para
millones de pacientes de diabetes. Así, la identificación de los
componentes activos de estas bebidas abriría nuevas vías terapéuticas
para la prevención de la diabetes y se podría aconsejar a los pacientes
bajo mayor riesgo de diabetes que aumentaran su consumo de té y café
además de sus niveles de actividad física o la pérdida de peso.
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