Hablar a los bebés podría ser más importante de lo que parece a simple vista. Las palabras podrían ejercer más influencia que cualquier otro sonido en el desempeño
Así lo reveló un estudio realizado en Estados Unidos. Los
investigadores de la Universidad de Northwestern notaron que los bebés
que escuchan palabras podían formar categorías, es decir conceptos que
agrupan a un conjunto de cosas con algo en común. Sus conclusiones
fueron publicadas en la revista Desarrollo Infantil. EL PODER DE
LA PALABRA Los especialistas Alissa Ferry, Susan Hespos y Sandra
Waxman trabajaron con 46 bebés sanos de entre 2 y 4 meses de edad cuyo
parto había llegado a término, es decir que no eran prematuros. La mitad
de ellos escuchó palabras mientras que, el resto, se manejó con tonos. Los
bebés del grupo de las palabras miraron varios dibujos de distintos
tipos de peces, y en cada imagen escucharon la misma palabra con una
frase como: "Mira el toma". "Toma" fue la palabra elegida por los
autores para repetir oralmente cada vez que los chicos veían un pez.
Frente a las mismas imágenes, los niños del otro conjunto oyeron una
serie de sonidos de la misma duración y tono. A continuación, los
investigadores mostraron a cada bebé una imagen de un nuevo tipo de pez y
de un dinosaurio. Los chicos que habían escuchado la palabra "toma"
miraron un rato largo la imagen del pez, mientras que el grupo que había
oído los ruidos miró cada imagen con la misma intensidad. Los
autores dijeron que estos resultados fueron sorprendentes, ya que
podrían indicar que los niños que escucharon las palabras adquirieron
una nueva categoría mientras que los que oyeron los sonidos no lograron
hacerlo. "En los niños de tan solo tres meses de edad, las
palabras ejercen una influencia especial que promueve su habilidad para
formar una categoría. Estos hallazgos constituyen la primer evidencia de
que hay una relación entre las palabras y las categorías de los
objetos", dijo Hespos. Waxman se aventuró a decir que el lenguaje
humano podría, especialmente en los niños, generar una especie de
atención que dirige su mente hacia los objetos que los rodean. Esta
acción podría promover la categorización. "Creemos que con el
tiempo, este efecto general sobre la atención podría volverse más
refinado, ya que los niños podrían empezar a seleccionar palabras
individuales del lenguaje fluido, a distinguir entre tipos de palabras, y
a asociar dichas palabras a los significados", concluyó.
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