Diez años después de los primeros borradores del ADN de las personas, sus líderes hacen balance del hito
La primera sorpresa que dio el Genoma Humano fue el hecho de que las
personas no tienen 100.000 genes, o más, como se había especulado, sino
sólo unos 26.000, más o menos como un ratón y no muchos más que un
gusano. Tampoco esperaban los científicos que la variabilidad genética
entre individuos fuera tan pequeña como el 0,1% (o poco más, según los
últimos análisis). La biología ha aprovechado intensamente el tremendo
logro de transcribir los genes humanos en sus letras químicas, y
se han abierto nuevas vías de ataque a enfermedades como el cáncer,
pero la gran revolución médica asociada al genoma sigue teniendo mucho
de promesa, alcanzable, pero pendiente aún. A dos meses vistas del
décimo aniversario del Genoma Humano, cuyos borradores se presentaron a
bombo y platillo el 26 de junio de 2000 en la Casa Blanca, los
científicos celebran ahora la década y reflexionan sobre el logro, sus
impactos y sus perspectivas.
Los avances científicos y tecnológicos derivados son espectaculares,
pero Francis Collins, que lideró el consorcio público del Genoma Humano,
reconoce que este macroproyecto científico todavía no ha tenido un
efecto directo en la salud de la mayoría de las personas, y que "quienes
esperaban, de alguna manera, resultados espectaculares de la noche a la
mañana pueden sentirse decepcionados, pero deben recordar que la
genómica obedece a la Primera Ley de la Tecnología: siempre
sobreestimamos los impactos a corto plazo de las nuevas tecnologías y
subestimamos sus efectos a largo plazo". La revista Nature
se ha adelantado en la celebración de la década del gran proyecto
mundial de la biología con una sección especial en que Collins, Craig
Venter (el líder del proyecto privado del Genoma Humano) y otros
expertos reflexionan sobre las lecciones aprendidas y las perspectivas. Venter,
que en aquel momento dirigía la empresa Celera y que aceleró el logro
del Genoma Humano al anunciar su objetivo de secuenciar todos los genes
del hombre con una revolucionaria tecnología, destaca los avances
espectaculares que se han producido en la capacidad de leer las letras
químicas de los genes, con una drástica reducción de precio y una no
menos importante economía de tiempo. Se han hecho ya genomas de miles de
organismos, dice Venter, y hoy es posible secuenciar el genoma de una
persona en un día por mil dólares, "pero todavía queda un trecho hasta
que esto pueda tener un efecto significativo en la medicina y la salud".
Ahora se plantea un reto mucho mayor, que es lograr el fenotipo de las
personas, es decir, descifrar los mecanismos de expresión de los genes,
lo que debe revelar la relación entre las variaciones genéticas humanas,
la fisiología y la enfermedad. "La revolución del genoma está apenas
empezando", afirma. La capacidad creciente de los ordenadores, además,
está jugando un papel crucial al permitir la exploración y comparación
de los genomas e incluso se empieza a plantear la simulación efectiva
del funcionamiento de organismos vivos. También Collins hace
hincapié en los avances tecnológicos de la genómica, hasta el punto de
que el coste de la secuenciación, dice ha bajado unas 14.000 veces entre
1999 y 2009. "Ahora existen ya las secuencias [de los genomas] de 14
mamíferos y borradores o genomas completos de muchos otros vertebrados,
invertebrados, hongos, plantas y microorganismos", dice. "La genómica
comparativa ha emergido como enfoque poderoso para comprender la
evolución y las funciones de los genes a un nivel de detalle
prácticamente inimaginable hace pocos años". Por cierto, se han
secuenciado hasta el momento los genes de 13 personas, incluido el mismo
Venter y el arzobispo sudafricano Desmond Tutu (por quien Collins
reconoce una gran admiración). Varios proyectos en marcha están
enfocados a la comprensión de funciones de los genomas -no sólo de
pequeños segmentos del mismo- y ya se han desvelado variaciones del ADN
con un papel importante en el riesgo de padecer enfermedades cardíacas,
diabetes, cáncer o trastornos autoinmunes, señala Collins. También ha
sido notable el efecto del Genoma Humano en el diseño de nuevos
fármacos, dice este investigador, que ahora dirige los Institutos
Nacionales de Salud, nombrado por el presidente Barack Obama. Así
que sí que ha tenido repercusiones importantes el genoma en la medicina.
A lo que Collins y lo que los demás expertos que escriben en Nature se
refieren cuando reconocen que todavía está pendiente la medicina
genómica es su práctica personalizada, clínica y preventiva. Habrá que
esperar para que el médico tenga el genoma del paciente en su historial y
pueda diagnosticar, prevenir y tratar con él. Otra revolución
pendiente, dice Collins, será el desarrollo de terapias para numerosas
enfermedades basadas en el conocimiento molecular detallado de la
patogénesis de cada una. Su reflexión sobre la década del genoma
concluye con un "estoy dispuestos a apostar que lo mejor está aún por
llegar". "La era de la nueva biología -genómica, proteómica y
metabolómica- comenzó con la secuenciación del genoma humano hace poco
más de una década", escribe en Nature Robert Weinberg, investigador
biomédico del Instituto de Tecnología de Massachusetts. "Sus éxitos son
indiscutibles: miles de programas de investigación, mucho enfocados a la
identificación y caracterización de genes específicos, se han
beneficiado enormemente de la creación y estudio de esa base de datos". Cuando,
en la década de los noventa, Venter lanzó el reto de secuenciar el
genoma humano en Celera Genomics, el proyecto público llevaba años
atascado por la magnitud del trabajo, la escasez de fondos y la
deficiente organización internacional para acometerlo. Pero surgió el
temor de que tuviera éxito una empresa de carácter privado, y la
maquinaria internacional se empezó a mover a otro ritmo: mejoraron las
tecnologías y se organizaron grupos de investigación de todo el mundo
dedicados a secuenciar el genoma humano. Bajo la dirección de Collins, y
con el debido apoyo económico y político, se relanzó el proyecto. Al
final el éxito fue compartido entre los proyectos público y privado. Sus
dos líderes, Collins y Venter estaban aquel 22 de junio de 2000 en el
despacho oval de la Casa Blanca, anunciando al mundo que habían deletreado
los genes del ser humano. En realidad aquella presentación fue
prematura, puesto que aunque los científicos lo llamaron "borrador" del
genoma, pasaron varios meses hasta que se completaron y organizaron los
datos para que realmente lo fuera. Una de los mayores impactos que
ha tenido la secuenciación del genoma ha sido el descubrimiento del
papel determinante de lo que hace 10 años se consideraba ADN basura
y que ha resultado no ser basura en absoluto, sino todo lo contrario.
Esas secuencias de material genético que aparentemente no servían para
nada por no contener instrucciones para producir directamente proteínas,
son clave en el rompecabezas de los organismos vivos porque regulan la
expresión de otros genes, coinciden los expertos. La complejidad de la
biología parece haber crecido en varios órdenes de magnitud, resume
Erika Check Hayden, de la revista Nature. Su colega Alison Abott
ha indagado entre un puñado de personajes clave del proyecto Genoma
Humano, en el equipo de Collins y en el de Venter, para recuperar la
memoria de los acontecimientos y su evolución. Los testimonios del
matemático de Celera, Gene Meyers; la bióloga Jane Rogers, que tuvo que
aprender a gestionar un proyecto de gran ciencia como aquel; el pionero
de las patentes de material biológico Robert Millman; el precursor de la
secuenciación John Sulston y el enlace clave con los grupos japoneses
Todd Taylor, recuperan un momento en la historia de la biología que ya
parece lejana, aunque sólo han pasado 10 años.
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