Según Javier Díaz Castro y Margarita Sánchez Campos,
directores de la investigación, la elevada calidad de la grasa de la
leche de cabra, junto con la alta biodisponibilidad de magnesio y zinc,
"podrían ser responsables de su efecto protector en el ADN de los
linfocitos de sangre periférica".
El efecto de la leche de vaca y cabra se estudió en ratas
anémicas durante 50 días. "Indujimos ferrodeficiencia en los animales
hasta el día 40. Al intentar recuperar la anemia, suministramos leche de
cabra. En el transcurso de la recuperación comprobamos que la leche de
cabra protege la estabilidad de ADN, incluso en condiciones de
sobrecarga crónica de hierro". Díaz Castro apunta que la inclusión de
esa leche en la dieta con un contenido normal o doble de calcio
"favorece la utilización digestiva y metabólica de hierro, calcio y
fósforo, así como su depósito en órganos diana, implicados en la
regulación homeostática". No obstante, "se requieren estudios clínicos
para confirmar estos hallazgos en modelos experimentales y hacer
recomendaciones a la población".
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