El cáncer de próstata sigue siendo una de las enfermedades con mayor
incidencia en España, cobrándose cada año la vida de 5.800 varones. Una
cifra que contrasta con el hecho de que con una detección a tiempo y la
aplicación de tratamientos adecuados las posibilidades de curación son
superiores al 90%. Para ello hay que someterse a revisiones periódicas
que permitan el diagnóstico precoz, aun cuando no existan síntomas.
Y es que el cáncer de próstata en sus primeros estadios es
asintomático. Por ello, el Círculo de Braquiterapia Prostática (CBP)
recomienda que los varones empiecen a someterse a revisiones anuales
urológicas a los 50 años (45 años si existen antecedentes familiares),
edad de mayor riesgo a padecer este tipo de tumor, aunque no se detecte
malestar alguno.
Una vez que empiezan a aparecer indicios es señal de que el tumor se
encuentra bastante avanzado, lo que disminuye la eficacia de los
tratamientos y aumenta la aparición de efectos secundarios. A pesar de
ello, hay que tener en cuenta cuáles son esos síntomas para acudir de
inmediato al especialista ante la aparición de cualquiera de ellos.
Estos suelen estar relacionados con problemas en la micción debido a
que el crecimiento del tumor presiona la vejiga y la uretra. Algunos
síntomas son incapacidad, dificultad, dolor o ardor al orinar, menor
intensidad o fuerza en la evacuación, presencia de sangre en la orina o
micción frecuente pero en poca cantidad. También pueden indicar la
existencia de cáncer de próstata las molestias en la parte inferior de
la espalda o en la pelvis y las eyaculaciones dolorosas.
En ocasiones la aparición de estos síntomas no es determinante de la
presencia de un tumor, ya que puede responder a la hipertrofia
prostática benigna (HPB) o, lo que es lo mismo, el agrandamiento
progresivo de la próstata que se produce con el paso de los años. El HPB
no es cáncer ni tampoco acaba convirtiéndose en él, pero sí provoca
molestias relacionadas con la vejiga y la uretra. Por ello, es
fundamental la visita al urólogo para que determine con exactitud el
estado en el que se encuentra la próstata.
Tratamientos poco invasivos
Además de aumentar las posibilidades de curación y de evitar las
molestias provocadas por el tumor, el diagnóstico precoz permite la
aplicación de tratamientos poco invasivos que minimizan los efectos
secundarios y mantienen la calidad de vida del paciente.
Tal es el caso de la braquiterapia prostática, una técnica que puede
realizarse cuando el tumor se encuentra en su fase inicial o en grados
intermedios. Consiste en la implantación de semillas radioactivas de
Iodo-125 directamente en el interior de la próstata mediante unas finas
agujas que se inyectan a través del perineo. Es de carácter ambulatorio y
la mayoría de los pacientes recibe el alta el mismo día del implante o,
a lo sumo, el día siguiente.
Debido a la exactitud del implante de las semillas, los órganos sanos
adyacentes (recto y vejiga) prácticamente no se ven afectados, por lo
que los efectos secundarios habituales, tales como la impotencia y la
incontinencia urinaria, se reducen casi al completo. De hecho, se ha
demostrado que la braquiterapia prostática es la técnica que logra una
mejor calidad de vida del paciente frente a otros procedimientos. Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |