De los mil millones de fumadores del mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el 20% son ya mujeres. Y que la proporción solo puede aumentar, porque entre los adolescentes representan el 50%.
El dato solo puede causar preocupación, porque ya con esos porcentajes
resulta que las mujeres son el 30% de los cinco millones de víctimas
anuales atribuidas al tabaco, 10 puntos más de lo que les
correspondería. Por eso la OMS ha centrado en ellas su campaña para el próximo día mundial sin humo.
Entre los datos
que destaca la organización, está que las mujeres son el 64% de las
afectadas por el humo de segunda mano. Y que son más propensas a empezar
a fumar, sobre todo las que utilizan el hábito -o la adicción- como una
manera de superar socialmente situaciones de discriminación. Y si se
trata de comparar sexos, está claro que ellas tienen más motivos para
sentirse inseguras. Además, la organización detecta que las
tabacaleras hacen un especial esfuerzo para captar fumadoras jóvenes.
Ellas parecen el público objetivo de campañas -prohibidas en países
occidentales como España- de promoción de productos light como menos dañinos, lo que contradice los estudios que demuestran que el daño empieza desde el primer cigarrillo. El daño del tabaco se manifiesta desde el primer cigarrilloLos genes de los pulmones se alteran desde el primer momento en que
entran en contacto con el humo del tabaco. Así lo ha descubierto un
trabajo del Hospital Presbiteriano de Nueva York y la facultad de
Medicina Cornell, que han analizado material de 121 personas. Entre
ellas había fumadores habituales, ocasionales y no fumadores. Para medir
su exposición al humo se buscaron los metabolitos de la nicotina en su
orina. Y el resultado fue una relación directa: a más exposición, más
alteraciones genéticas y -y esto es lo importante en este caso-, que no
había humo sin cambios. "Hemos encontrado efectos directos en el funcionamiento de los genes
de las células de la pared de los bronquios y alveolos incluso a los
niveles más bajos de exposición" al humo, ha dicho Ronald Crystal,
director del estudio. Lógicamente, "el efecto genético es mucho
menor"entre quienes no fuman "que en los fumadores habituales, pero eso
no implica que no haya consecuencias para su salud". "Esos defectos
genéticos son como los canarios que se usaban en las minas para detectar
el grisú", continúa su explicación Crystal. "En los no fumadores pía un
poco; en los fumadores, gritan". Los autores creen que sus conclusiones
son un claro apoyo para las regulaciones más restrictivas del tabaco de
segunda mano (el que inhalan los no fumadores).El trabajo lo ha publicado American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine. Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |