Hoy se celebra en todo el mundo el Día de la Salud Mental. El psiquiatra
Lizardo Valdez, director del Hospital Vilardebó, definió la institución como "patrimonio olvidado" de nuestro país. El edificio es un símbolo, con sus luces y sombras, de lo mucho
que falta por hacer para edificar un nuevo concepto de salud mental. Este año se eligió el tema del suicidio.
En nuestro país, el Hospital Vilardebó está realizando sobre esa
cuestión coordinaciones con instituciones públicas y organizaciones no
gubernamentales como Último Recurso, entre otras.
"La salud mental no existe, de la misma forma que tampoco existe la salud integral. Son meramente horizontes a los que apuntamos, utopías a las que seguramente no vamos a llegar." Valdez explicó de esta forma la arbitrariedad de las definiciones que, según dijo, sirven muchas veces para que la salud tradicional "se quite un problema de encima" derivando al paciente psiquiátrico al Hospital o a una clínica especializada. Señaló además que "la salud mental debería formar parte de la salud integral", pero apuntó que el concepto de salud mental se encuentra aún "en construcción". Las definiciones de enfermedades mentales no establecen, por oposición, el concepto de salud mental, pero vulgarmente se confunden los terrenos. Las definiciones de salud mental de las organizaciones internacionales, por ejemplo, "son tan abarcativas, que si nos ajustamos a ellas prácticamente no hay nadie sano", explicó el director. Entender que la salud mental va más allá del trabajo de los psiquiatras y psicólogos implica una responsabilidad progresiva de la sociedad en su conjunto, según Valdez, ya que "la salud mental es responsabilidad de todos y no sólo de un ministerio o de un grupo de profesionales". Agregó que "avanzar en este sentido es un tema cultural; es hacia donde apunta el nuevo Sistema Nacional de Salud". Para este fin "es necesario generar una cultura de la salud, más que una cultura de la enfermedad, pero sabemos que es un proceso", puntualizó. "No habrá ley o reglamento capaz de modificar por sí solo las pautas culturales imperantes. Si hablamos de salud mental, bajo este concepto más amplio, tendríamos que entender que sano no es quien no tiene conflicto, sino quien puede funcionar a pesar del conflicto, sin negarlo, trabajando a través de él como una parte integral de sí mismo", indicó Valdez.
Quijotada El director sostuvo que se hizo mucho en este terreno cuando volvió la democracia y luego en la reforma del Plan de Salud Mental del año 1996. "Con esto quiero decir que no todo lo que hay ahora está mal", aclaró. Gracias a esto se formaron equipos multidisciplinarios integrados por psicólogos, asistentes sociales y licenciados en enfermería. El desafío pasa ahora por la dignificación del paciente psiquiátrico tradicional, es decir, el que tiene una enfermedad grave y permanente. El Hospital Vilardebó y sus colonias cargan con décadas de desatención, por lo que el esfuerzo es muy grande, pero además de las mejoras edilicias, hubo un cambio al abandonar una lógica fundamentalmente cautelar, es decir, al pasar de la idea del paciente encerrado para su "protección" y la de la sociedad a una postura centrada en lo asistencial. Para eso, y utilizando el mismo presupuesto, se redujo y capacitó a la plantilla de vigilantes, y se contrató a asistentes sociales y psicólogos. También se abrió la posibilidad de que los pacientes utilicen los espacios libres de su lugar de residencia, además de tareas de rehabilitación como la del proyecto de huerta orgánica que impulsa la fundación Logros dentro del Hospital.
Qué novedad
Todo lo que sucede en la sociedad le pasa también al Hospital. Es por eso que, además de la resistencia que provoca todo cambio, hay que lidiar también con las adicciones, la violencia, la pobreza y los problemas judiciales de un 36% de los internados. Valdez enfatizó la necesidad de asumir estos problemas desde la sociedad y no identificarlos con un determinado Ministerio. Uno de los fenómenos que viven los pacientes es que muchas veces son tratados como "papas calientes". Asumir los problemas es algo muy distinto a decir: "pase al Vilardebó" o "pase al Portal Amarillo", es algo mucho más complejo, expresó el director.
Familia, si la hay...
Se trabaja actualmente con los familiares de los pacientes, no sólo para acompañarlos en su proceso, sino también como apoyo para otros familiares de pacientes. La familia representa el nexo con la comunidad, un pilar importante para la rehabilitación. Pero también existe otra realidad frecuente, la de los pacientes que ingresan desde situaciones de calle o de extrema pobreza. Según Valdez, es "discutible" la capacidad del Hospital para brindar respuesta a estas situaciones, pero esto responde a una tradición centenaria, que lleva al "manicomio" todo aquello que la sociedad no quiere ver. Si bien se hacen las coordinaciones del caso, el director reconoció que es muy difícil, "desde el punto de vista humano, decirle a una persona: 'Usted no tiene ningún problema psiquiátrico, vuelva a la calle'". En este sentido, comentó que el Ministerio de Desarrollo Social está trabajando en la conformación de hogares protegidos para pacientes psiquiátricos en situación de calle.
Locos de miedo El temor a perder la razón es uno de los miedos más ancestrales del ser humano, y por eso ocurre también que "la gente le tiene miedo al enfermo psiquiátrico", afirmó Valdez. Para luchar contra estos prejuicios, el hospital está realizando tareas de sensibilización con la ayuda de organizaciones de la sociedad civil. El director explicó que en el interior del país estos prejuicios no están tan arraigados y que, por lo general, el paciente recibe la atención en la casa, rodeado de su familia. Calificó esta situación como un ideal, ya que se trata de evitar siempre la internación.
Sin motines, por ahora...
Uno de los factores que aportan mayor complejidad a la realidad hospitalaria es la famosa Sala 11. Su población está compuesta por pacientes con problemas judiciales de todo tipo, desde inimputables hasta procesados que son derivados desde la cárcel por alguna descompensación psiquiátrica. El director destacó que, además de las pocas posibilidades que tienen de rehabilitarse, estos pacientes generan un problema en relación con la libertad de circulación de los demás internos. En ese sentido, el retroceso del enfoque cautelar crea nuevos inconvenientes. Por ahora se mantiene la vigilancia para aquellos que son más peligrosos y, aunque se ha conversado con el Ministerio del Interior y el Poder Judicial, las soluciones no son sencillas ni acabadas.
Trabajando para usted
En cuanto a los cambios que se vienen con el Sistema Nacional de Salud, está previsto eliminar el límite de días de internación en mutualistas para los enfermos psiquiátricos. Actualmente, pasados los 30 días el paciente es derivado al Hospital Vilardebó o a una clínica privada, y se trata de que los pacientes psiquiátricos tengan los mismos derechos en cuanto a la internación que otros enfermos. Otro cambio en puerta es facilitar el acceso a psicólogos para lograr una atención más integral del paciente. Algo que ya se hizo fue capacitar a los 100 primeros médicos de nivel primario en el nuevo concepto de salud mental. "Por nuestra parte, habrá que tener paciencia: los cambios más profundos siempre son a largo plazo", aseveró Valdez.
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