Cada vez damos más importancia al poder seductor de una bella sonrisa.
Según los datos que revela una encuesta realizada por Colgate, al 31%
de las europeas nos importa mucho más que un hombre tenga una dentadura
bonita que una figura esbelta (ellos prefieren la figura en un 39% de
los casos). Pero que no le asuste la idea de tener que mostrar una
sonrisa llena de alambres. Los nuevos correctores nada tienen que ver
con los de ayer. Ya no interfieren en su vida laboral o social porque
se han vuelto transparentes, o bien se ocultan detrás de la dentadura.
Y si no está dispuesto a pasar por 2 años de tratamiento, acaban de
implantarse unos nuevos «brackets» que reducen el tiempo a casi a la
mitad.
Si, con todo, no quiere someterse a una ortodoncia,
puede hacerse un contorneado estético o un blanqueamiento que le
borrarán 10 años de encima. Estas son las últimas herramientas para
lucir sonrisa:
Lo último. El tiempo que deben mantenerse los aparatos
en general depende del grado de corrección, pero oscila entre 12 y 24
meses. Con los nuevos «brackets de autoligado» se reduce entre un 25 y
un 50% (si el tratamiento normal es de 24 meses, con este sistema no
llega a 18) y se visita la mitad de veces al ortodoncista (en lugar de
cada 4 semanas, cada 8)».
¿Más ventajas? Los doctores Javier Girón y Maria José
Cimadevilla, pioneros en utilizar este sistema, cuentan que «se notan
algo menos porque el arco de alambre no se sujeta con «gomitas» sino
con una especie de clip». Por esta misma razón son más higiénicos (en
las «gomas» se acumula mucho la suciedad) y no existe peligro de que
«pinchen» las ligaduras. El «pero» está en el precio, que es algo más
elevado que el sistema tradicional.
Transparente. No es nuevo, pero sí el sistema más
demandado entre adultos. Hablamos de una férula (o molde flexible) de
plástico transparente, que abarca toda la dentadura, y que se hace a la
medida de la boca del paciente para que se confunda con los dientes.
«Se va cambiando cada dos semanas aproximadamente, según va avanzando
la posición de los dientes, y porque amarillea» cuenta la doctora María
José Cimadevilla. Se lleva durante todo el día y la noche pero se quita
para comer y para lavarse los dientes. «El precio es elevado (entre
4.500 y 5.000 euros) pero si busca algo discreto, tiene asegurado que
pasa desapercibido».
Nocturno. Los aparatos nocturnos se usan sólo para
dormir, por lo que nadie se dará cuenta de que se está haciendo una
ortodoncia. «Lo malo del «quita y pon» es que tenemos que contar con
que el paciente sea «obediente», y los adultos, en esto, se portan peor
que los niños», bromea el ortodoncista Javier Girón. La constancia del
paciente es clave ya que, para que una corrección sea efectiva, hay que
someter a los dientes a una presión suave y contínua. En desajustes
pequeños, puede ser una opción, si no lo ideal es que la ortodoncia
esté moviendo los dientes las 24 horas», puntualiza.
Invisible. «La ortodoncia lingual es la más discreta
porque va colocada en la cara interna de los dientes y es completamente
imperceptible», cuenta el especialista José Sada. Sus pegas son que
puede ser incómoda al chocar con la lengua y que es más costosa y larga
que los «brackets».
Contorneado. Si simplemente tiene los dientes
irregulares, gastados o puntiagudos algo tan sencillo como que le limen
los bordes y los redondeen puede darles un aspecto más juvenil.
«También se emplea cuando hay ligeros apiñamientos inferiores ya que al
acortar los dientes más sobresalientes parece que están más ordenados»,
asegura Augusto Morillo, especialista en esta técnica.
Sin mácula. Nadie está a salvo. Con el paso de los años
los dientes amarillean. Para blanquearlos se usan unas sustancias
químicas llamadas peróxidos, que oxidan la dentina teñida, y que se
activan con luz o calor. La primera sesión se hace en consulta, y luego
se prolonga durante 15 en casa, con un molde a medida de la boca del
paciente, que se puede poner para dormir. «El grado de blanqueamiento
no es el mismo para todos los pacientes, siendo los resultados más
espectaculares en mujeres porque nuestra dentina es más densa», cuenta
el doctor Calatrava. |