El cáncer infantil cuenta a su favor con una incidencia minoritaria y unas tasas de
supervivencia notables. Pero también presenta algunos puntos negros. Por
ejemplo, la escasez de nuevos medicamentos (apenas hay fármacos
personalizados adaptados a la biología del tumor, los de la era post
quimioterápica) o las dificultades a la hora de desarrollarlos. La
unidad de investigación Clínica para ensayos clínicos del hospital del
hospital Niño Jesús de Madrid es una de las últimas iniciativas surgidas
en España para fomentar la producción e introducción de nuevas terapias
contra el cáncer infantil.
Además de sumar esfuerzos con otros centros que también trabajan en
este sentido —como el hospital La Fe de Valencia o Vall d'Hebron de
Barcelona—, esta unidad presenta un perfil distinto al haberse puesto en
marcha junto a una entidad netamente investigadora como es el Centro
Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y estar dedicada de forma
monográfica al cáncer pediátrico, como destacan desde el centro
sanitario.
“Una vez agotadas las líneas de tratamiento protocolizado, si la
enfermedad no remite, podemos ofrecer más alternativas gracias a los
ensayos clínicos y facilitar la búsqueda de nuevas terapias en
colaboración con investigadores nacionales e internacionales”, comenta
Lucas Moreno, médico del CNIO y coordinador de la unidad. De cada 200 tumores que se diagnostican en España, solo uno es
pediátrico (hay entre 1.000 y 1.300 casos anuales). Afortunadamente,
tres de cada cuatro afectados por este tipo de tumores se curan. Desde
la década de 1980 hasta finales del siglo pasado, la tasa de superación
de la enfermedad (sin rastro a los cinco años) creció espectacularmente
pasando del 54% a algo más del 75% actual.
Este es el lado más esperanzador de la enfermedad. La otra cara de la
moneda es el estancamiento que se ha producido desde el año 2000 en el
índice de supervivencia en los tumores infantiles o los problemas que
dan algunas neoplasias, como los neuroblastomas o sarcomas en estadios
avanzados, además de algunos tumores cerebrales o leucemias
reincidentes, que presentan índices de supervivencia inferiores al 40%. La baja incidencia de la enfermedad juega en contra de la búsqueda de
nuevos tratamientos, un terreno que tradicionalmente no ha despertado
un especial interés comercial en la industria. Mientras existe un
verdadero esfuerzo en la investigación de terapias personalizadas y de
búsqueda de dianas moleculares en adultos para combatir el cáncer de
pulmón, mama o colon —con millones de pacientes en el mundo—, no sucede
lo mismo en el caso de los tumores infantiles. “En aplicaciones de
medicina personalizada, los niños van kilómetros por detrás de los
niños”, destaca Moreno. “Hay una gran necesidad de ensayos clínicos de
nuevos medicamentos para mejorar las tasas de curación de los cánceres
pediátricos de alto riesgo”.
A ello había que sumar que los menores apenas participaban en unos
ensayos clínicos de medicamentos en desarrollo que no solían estar
destinados a ellos. Una vez aprobados, lo más común era adaptar la dosis
en función de características como, por ejemplo, el peso, sin conocer
al detalle cómo funcionaban los mecanismos de acción o absorción del
principio activo en los pequeños.
Esto cambió en 2007, cuando entró en vigor una normativa europea
—antes lo hicieron los Estados Unidos— que ofrece ventajas a los
laboratorios que someten el medicamento en desarrollo a un programa de
ensayos clínicos para comprobar su eficacia y seguridad en población
infantil. “Básicamente extiende el plazo de la patente además de algunas
ventajas económicas”, apunta Luis Madero, jefe del servicio de
onco-hematología del hospital Niño Jesús. El objetivo de esta medida era
potenciar la investigación en menores, y parece que está surtiendo
efecto. “Las compañías están entrando en este campo”, añade Madero.“Ha
costado que echaran a andar, pero poco a poco hay más ensayos de nuevos
medicamentos disponibles para evaluar sus posibles efectos en niños”,
añade Moreno. En estos momentos, en el Niño Jesús hay 13 ensayos en
marcha centrados en el tratamiento del neuroblastoma, meduloblastoma,
sarcomas óseos y de partes blandas. “Y confiamos en tener un aumento
significativo en los próximos años”, añade el coordinador de la unidad.
La idea es lograr que recalen en España todos los ensayos que la
industria ponga en marcha relacionados con medicamentos que puedan tener
una traslación en pacientes pediátricos afectados por patologías con
recursos terapéuticos limitados. No es fácil entre en el restringido circuito de hospitales que
practican este tipo de ensayos en menores, en especial en las primeras
fases, cuando se analiza por vez primera la seguridad del fármaco o los
primeros datos de su acción terapéutica. “Habrá unos 30 o 40 hospitales
en Europa que participan estos ensayos”. La unidad del Niño Jesús cuenta
con la acreditación que concede el consorcio europeo Innovative
Therapies for Children with Cancer (ITCC), que supervisa en todo el
continente la calidad que ofrecen los centros para para ofrecer esta
clase de tratamientos.
“El desarrollo de estudios clínicos con y para niños permitirá
formular medicamentos adecuados a ellos, mejores y más seguros, así como
identificar la dosis adecuada y eficaz, y evitar efectos nocivos o
tratamientos insuficientes”, añade Madero. Fuente: El País
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