El frijol puede ser un elemento importante en la dieta de las personas
con Diabetes, ya que su consumo ayuda a disminuir los niveles de glucosa
y afectaciones relacionadas con un mal control de la Diabetes tipo
1 como los daños renales.
Para llegar a tales resultados la investigación “Determinación de
citocinas proinflamatorias como marcadores tempranos de Diabetes y sus
complicaciones y su relación con el consumo de maíz y frijol”, realizada
en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), utilizó como muestra
cuatro de las variedades más comunes en el mercado mexicano: flor de
mayo, flor de junio, peruano y negro.
“El trabajo sobre el frijol
empezó hace unos 20 años en la universidad con la idea de identificar
sus beneficios relacionados al aspecto de la salud, y en últimos años se
enfocó en ver los efectos que puede tener sobre padecimientos como
Diabetes y obesidad”, dijo Rosalía Reynoso Camacho, líder del proyecto
que se realiza en el Departamento de Investigación y Posgrado en
Alimentos de la UAQ. De esta forma, el proyecto trabajó con
variedades mejoradas, producidas en el Instituto Nacional de
Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), y
posteriormente, con frijoles de consumo común, es decir, los que se
comercializan en cualquier mercado para poder determinar las propiedades
de los materiales que consume la población. “Lo utilizamos en un
modelo animal que presenta diabetes inducida e incorporamos en su dieta
alrededor de nueve por ciento de frijol, y de forma importante hemos
encontrado que hay materiales, en el caso del flor de mayo, que tienen
la capacidad de disminuir los niveles de glucosa, mientras el frijol
peruano disminuye los problemas renales; se debe recordar que las
principales causas de muerte en un diabético son enfermedades
cardiovasculares y renales”, explicó Reynoso Camacho. En el caso
de la glucosa, los especialistas lograron una disminución de hasta 20
por ciento en dicho niveles y de igual forma el daño del páncreas
disminuyó gracias a los antioxidantes que contiene la leguminosa. Sin
embargo, aceptan que a pesar de estos beneficios no se debe ver el
frijol como un medicamento, sino como un complemento en la dieta de las
personas afectadas por la enfermedad. “Uno de los principales
objetivos del laboratorio es rescatar lo que era la dieta tradicional
mexicana; en nuestro país hubo una transición en donde se pasó de
muertes infecciosas a crónico degenerativas. Esto se halla muy ligado al
cambio de hábitos y uno de los más importantes fue la dieta”. Incluso,
señaló la investigadora, el frijol no pierde propiedades cuando se le
congela y posteriormente se calienta; por el contrario, dicha acción
exacerba los compuestos que son benéficos para la salud. El
estudio también mostró que influye de forma importante el periodo y
lugar de la cosecha del frijol, ya que dentro de sus muestras se vio un
mejor resultado en las variedades que se consiguieron en el periodo de
primavera-verano en comparación con las del invierno. “Por la
estación del año, el frijol llega de diferentes estados y uno de los
aspectos que estudiamos es que el lugar donde se ha cultivado y el clima
van a influir en la síntesis de los compuestos; los que se adquirieron
en verano son materiales realmente interesantes. Reynoso Camacho
añadió que la síntesis del material depende de las condiciones del suelo
y demás factores; “nos interesa determinar cuáles son las condiciones
óptimas para los frijoles de mayor consumo en México, queremos conocer
las mejores opciones de crecimiento y ahí nos falta mucho trabajo”. Dentro
de las líneas de investigación que el grupo busca profundizar están los
problemas cardiovasculares y de obesidad y su relación con el frijol. El
proyecto cuenta con el trabajo de los doctores Jorge Acosta y Horacio
Guzmán, del INIFAP, así como de las investigadoras de la Facultad de
Química de la UAQ, Guadalupe Flavia Loarca y Minerva Ramos y la
estudiante de doctorado Consuelo Lomas. Fuente: Diabetes al Día
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