Investigadores de la Universidad de Brown, en Rhode Island, Estados
Unidos, han desarrollado un nuevo sensor de biochip que puede medir
selectivamente concentraciones de glucosa en una solución compleja
similar a la saliva humana. El avance, publicado en 'Nanophotonics', es
significativo porque podría posibilitar el diseño de un dispositivo que
permita a las personas con diabetes medir los niveles de glucosa sin
extraer su sangre.
El nuevo chip hace uso de una serie de reacciones
químicas específicas junto con interferometría plasmónica, un medio de
detección de la firma química de los compuestos utilizando la luz. El
dispositivo es lo suficientemente sensible como para detectar
diferencias en las concentraciones de glucosa que equivalen a unos pocos
miles de moléculas en el volumen muestreado.
"Hemos demostrado la sensibilidad necesaria para medir las
concentraciones típicas de glucosa en la saliva, que suelen ser cien
veces menores que en la sangre", explica el director de la
investigación, Domenico Pacifici, profesor asistente de Ingeniería en la
Universidad Brown. "Ahora somos capaces de hacerlo con una
especificidad muy alta, lo que supone que podemos diferenciar glucosa a
partir de los componentes de fondo de la saliva", añade.
El biochip consiste en una pieza de una pulgada cuadrada de cuarzo recubierto con una fina capa de plata.
Grabados en la plata a nanoescala están los miles de interferómetros ,
diminutas rendijas con una ranura en cada lado de 200 nanómetros de
ancho. La hendidura es de 100 nanómetros de ancho, cerca de 1.000 veces
más finos que un cabello humano.
Cuando la luz brilla en el chip, las ranuras provocan una onda de
electrones libres en la plata, un polariton plasmón superficial, que se
propaga hacia la ranura. Esas ondas interfieren con la luz que pasa a
través de la ranura y los sensibles detectores miden los patrones de
interferencia generados por las ranuras y hendiduras.
De esta forma, cuando se deposita un líquido en el chip, la luz y
las ondas de plasmones superficiales se propagan a través del líquido
que antes que interfieran entre sí, alterando los patrones de
interferencia recogidos por los detectores, dependiendo de la
composición química del líquido.
Mediante el ajuste de la distancia entre las ranuras y el centro
de la hendidura, los interferómetros pueden calibrarse para detectar las
firmas de compuestos o moléculas específicos, con alta sensibilidad en
extremadamente pequeños volúmenes de muestra.
Ya en un artículo publicado en 2012, el equipo de Brown mostró que
los interferómetros en un biochip podrían detectar la glucosa en agua.
Sin embargo, la detección selectiva de la glucosa en una solución
compleja como la saliva humana era otro tema.
"La saliva es alrededor del 99 por ciento agua, por lo que ese 1 por
ciento es el que presenta los problemas --señala Pacifici--. Hay
enzimas, sales y otros componentes que pueden afectar a la respuesta del
sensor. Con este trabajo, hemos resuelto el problema de la
especificidad de nuestro esquema de detección". Estos expertos lo
lograron usando la química del tinte para crear un marcador rastreable
para la glucosa.
Los investigadores añadieron canales de microfluidos al chip para
introducir dos enzimas que reaccionan con la glucosa de una manera muy
específica. La primera enzima, glucosa oxidasa, reacciona con la glucosa
para formar una molécula de peróxido de hidrógeno que reacciona con la
segunda enzima, peroxidasa del rábano, para generar una molécula llamada
resorufina, que puede absorber y emitir luz roja, coloreando la
solución.
Entonces, los científicos pudieron sintonizar los interferómetros
para buscar las moléculas de resorufina rojas. "La reacción ocurre de
una forma de uno a uno: una molécula de glucosa genera una molécula de
resorufina --detalla Pacifici--. Así que podemos contar el número de
moléculas de resorufina en la solución e inferir el número de moléculas
de glucosa que estuvieron originalmente presentes en la solución".
El equipo probó su combinación de la química del colorante y la
interferometría plasmónica mediante la búsqueda de la glucosa en saliva
artificial, una mezcla de agua, sales y enzimas que se asemeja a la
humana real. Así, encontraron que podían detectar resorufina en tiempo
real con una gran precisión y especificidad y lograron detectar cambios
en la concentración de glucosa de 0,1 micromoles por litro, diez veces
la sensibilidad que se puede lograr mediante interferómetros.
El siguiente paso en el trabajo, según Pacifici, es comenzar a probar el método en la saliva humana real. En última instancia, los investigadores esperan
poder desarrollar un dispositivo pequeño y autónomo que pudiera dar a
los diabéticos una forma no invasiva de monitorizar sus niveles de
glucosa. "Ahora estamos calibrando este dispositivo para la
insulina", informa Pacifici Said, quien añade que se podría usar también
para detectar toxinas en el aire o el agua o en el laboratorio para
controlar las reacciones químicas que se producen en el área del sensor
en tiempo real. Fuente: Infosalus
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