Un estudio publicado esta semana concluye que la caquexia, un síndrome
que causa extrema delgadez y debilidad, es la auténtica causa de la
muerte de un tercio de los pacientes de cáncer y no el avance del tumor
en sí. Los autores afirman que si se inhibe la transformación de grasa
‘mala’ en ‘buena’ los síntomas de la caquexia mejoran, por lo que
supondría una nueva vía terapéutica.
La mayor parte de quienes investigan el cáncer se concentran en la
biología del tumor en sí. Pero Michele Petruzzelli, del Centro Nacional
de Investigaciones Oncológicas (CNIO), decidió poner el foco en el resto
del organismo para buscar vías de ataque indirecto a la enfermedad.
Su trabajo sobre la respuesta del cuerpo al tumor, publicado ahora en Cell Metabolism, ha descubierto que la caquexia,
la extrema delgadez y debilidad que afecta a enfermos en fases
avanzadas de numerosas enfermedades, acaba siendo la auténtica causa de
la muerte de un tercio de los enfermos de cáncer. Además, su
estudio revela que dicha delgadez se desencadena por un proceso hoy muy
estudiado no para combatir el cáncer, sino la obesidad: la conversión
del tejido graso blanco en marrón, la conocida como grasa parda. "Es la primera vez que este fenómeno que podríamos llamar quemagrasa
se asocia a un efecto negativo", explica Petruzzelli. "La transformación
de grasa blanca en grasa marrón, que es ahora uno de los temas estrella
de la investigación por sus potenciales efectos positivos contra la
obesidad y la diabetes, tiene consecuencias muy perniciosos en el
contexto del cáncer". Los investigadores afirman además que si se
logra reducir la transformación del tejido graso los síntomas de la
caquexia mejoran, aunque no desaparezcan del todo. Lo demostraron
bloqueando moléculas mediadoras de la inflamación –un proceso vinculado a
la caquexia–, en concreto la citoquina IL6. "La inhibición del
paso de grasa blanca a parda representa, por tanto, una vía prometedora
para mejorar la caquexia en los pacientes de cáncer", escriben los
autores en su trabajo. El punto de partida de este trabajo, ha
explicado Petruzzelli, fue seleccionar una docena de ratones modelo y
estudiar qué transformaciones sucedían en sus cuerpos a medida que se
desarrollaba el tumor. Los investigadores observaron numerosos cambios en los órganos de los
animales, que variaban en función del tipo de modelo y tumor. Sin
embargo, el efecto de la transformación de grasa blanca en marrón se dio
en todos ellos y muy pronto, antes de que se manifestaran los síntomas
ya conocidos de la caquexia. No es ‘autocanibalismo’La
caquexia asociada a cáncer se interpretaba hasta hace poco como una
especie de autocanibalismo: el organismo se consume a sí mismo tratando
de cubrir las necesidades energéticas del tumor en constante
crecimiento. Pero hoy se sabe que pueden producir caquexia tumores de
todos los tamaños, incluso muy pequeños, y en etapas muy tempranas del
desarrollo tumoral, lo que no casa con la hipótesis. Los investigadores
han visto que tampoco obedece a una mayor necesidad del organismo de
generar calor. Estos nuevos datos, y la constatación de que es la caquexia asociada
al tumor –y no el tumor en sí– es lo que causa la muerte de un tercio de
los pacientes de cáncer, ha impulsado el estudio de este síndrome en
los últimos años. Ahora se sabe que está vinculado a la inflamación. Los
resultados indican que si se actúa bloqueando uno de los agentes que
promueven esta inflamación, la citoquina IL6, se reduce sustancialmente
el proceso de transformación de la grasa y, consecuentemente, la
caquexia –aunque los investigadores resaltan que no se logra una
curación: la IL6 es solo una de diversas citoquinas implicadas y
bloquearla no es suficiente–. Una vía a la prevención de la caquexiaEste
resultado sugiere que los antiinflamatorios podrían ayudar a combatir
la caquexia. Pero hay un problema: el desconocimiento sobre este
síndrome es aún tal que, hoy por hoy, no es posible predecir qué
enfermos de cáncer la desarrollarán. Para los autores, el actual
trabajo podría abrir una vía al descubrir procesos –la transformación de
la grasa– muy iniciales en la caquexia. "Permite pensar en la
posibilidad de identificar biomarcadores que nos ayuden a predecir qué
pacientes van a desarrollar caquexia, de forma que podamos tratarles de
forma preventiva", señala Petruzzelli.
Grasa ‘buena’ y ‘mala’
El trabajo relaciona dos procesos –la transformación de la grasa blanca en
parda y la caquexia– que por motivos distintos han sido poco
estudiados, pero que en los últimos años se han convertido en grandes
temas de la investigación en todo el mundo. La importancia del
proceso de transformación de la grasa blanca en marrón en humanos se
descubrió hace apenas dos años. La mayor parte de la grasa en un humano
adulto es blanca (tejido adiposo blanco), y se sabe que su principal
función –no la única– es almacenar energía (en forma de ‘michelines’). La
grasa marrón, en cambio, se quema para producir calor; la grasa de los
bebés y de los animales que hibernan es así. En el contexto de la actual
epidemia de obesidad, la grasa blanca ha sido apodada como mala,
mientras que la marrón es la buena. El descubrimiento de que los
humanos adultos pueden convertir la grasa blanca/mala en marrón/buena
mediante el ejercicio o la exposición a bajas temperaturas ha abierto
una nueva vía de ataque a la obesidad, y de hecho ya está en marcha la
búsqueda activa de herramientas farmacológicas para inducir la
transformación. El nuevo trabajo no valora la bondad o maldad de
cada tipo de grasa, pero pone de relieve un proceso que, potenciado,
podría combatir la obesidad pero que en enfermos de cáncer debe ser
combatido. Fuente: SINC
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