SELECCIÓN DE EMBRIONES
- Tres familias de Murcia, Valencia y Salamanca cuentan con
autorizacion para tener un bebé para salvar a un hijo enfermo.- Más de
un centenar de parejas en España tienen niños que podrían curarse con
este procedimiento.- Los hospitales públicos no ofrecen la posibilidad
de seleccionar embriones con fines terapéuticos.- La Ley de
Reproducción Asistida de mayo abrió las puertas a esta técnica.
"Me siento como si hubiera llegado a la meta", afirma - Es una de
las tres mujeres autorizadas por Sanidad para que se le implante un
embrión que sirva como donante para curar a un herman - o Eugenia, de 44 años, se mostraba ayer "emocionada": es una de las tres
mujeres que cuentan con permiso del Ministerio de Sanidad para concebir
un hijo mediante un proceso de selección genética de embriones para
curar a una hija enferma mediante un trasplante de células de cordón
umbilical.
"Me siento como si hubiera alcanzado la meta. Agotada, pero he
llegado". Eugenia, valenciana de 44 años, es una de las tres mujeres
que ayer recibieron la autorización definitiva para concebir in vitro
un bebé mediante un proceso de selección genética de embriones. El
objetivo es curar a su hija, de cinco años, que padece anemia de
Fanconi, una enfermedad hematológica que ya está mermando su capacidad
de producir células sanguíneas. "Está grave, pero puede aguantar el
tiempo suficiente como para someterse al tratamiento", comentaba ayer
su madre a este diario. La pequeña necesita un trasplante de células
madre compatibles del cordón umbilical de su futuro hermano que pueda
devolver la funcionalidad a la médula. Y la cuenta atrás para comenzar
este proceso, sin garantía de éxito, empezó ayer. Junto a ella, hay
otras dos mujeres, una de Murcia de 29 años y otra de Salamanca, de 34,
que andarán este mismo camino. En estos casos, para curar a dos niñas
de un año de beta talasemia mayor, una enfermedad en la que se degradan
los glóbulos rojos y también produce anemia. Eugenia recibió el
anuncio ayer por teléfono pasadas las 14.30. El consejero de Sanidad
valenciano, Rafael Blasco, le comunicó que era una de las tres
elegidas, después de que el Ministerio diera previamente el visto
bueno. "Estoy emocionada, muy contenta", señaló instantes después. La
noticia llegaba después de "cuatro años luchando" por conseguir acceder
al tratamiento. "Bueno, luchando llevo cinco años, desde que nació la
pequeña", corregía sobre la marcha. Esta mujer sabe perfectamente el camino que le queda por recorrer. Primero se someterá a una fecundación in vitro
convencional, de la que se obtendrán varios embriones. No todos
servirán, sólo los que cumplan dos condiciones: estar libres de la
enfermedad genética de la hermana y ajustarse a unos requisitos de
compatibilidad de tejidos que eviten el rechazo tras el trasplante.
Tres de cada 16 embriones obtenidos en pacientes con estas enfermedades
son sanos y compatibles, como señala Ana Cervero, del departamento de
diagnóstico genético preimplantacional del Instituto Valenciano de
Infertilidad (IVI), el centro que ha gestionado las solicitudes de las
familias. Si ha habido suerte, se transferirá el embrión obtenido
al útero de Eugenia para que anide y salga adelante; algo que tampoco
sucede siempre. El éxito de un tratamiento convencional de reproducción
asistida es, como mucho, del 35% o 40%. Eugenia ya sabe todo
esto. Como suele ser común, son las madres las que llevan el peso del
tratamiento de sus hijos. Y la precisión con la que se expresa permite
hacerse una idea de las horas que ha pasado en consultas de
hematología, genética, ginecología o en el pediatra. El último año ha
sido especialmente intenso. Entre junio de 2005 y el mismo mes de 2006,
se ha sometido a seis ciclos en Bruselas, acompañada por el padre de su
hija -el material genético tiene que ser idéntico al de la pequeña-
ninguno de los cuales acabó bien. Hasta mayo de este año, la ley
española no permitía aplicar la técnica de selección genética de
embriones con la finalidad de salvar a un hermano. Sólo se podía
recurrir a este procedimiento para tener hijos sanos. La aprobación de
la Ley de Reproducción Asistida levantó la prohibición que existía, lo
que ha abierto un horizonte de esperanza al centenar largo de familias
que el Ministerio de Sanidad estima que se encuentran en la misma
situación que Eugenia. Lo más cerca que estuvo de concebir un
hermano para curar a su hija fue en el segundo intento. Entonces
concibió un embrión sano y compatible pero desgraciadamente, no llegó a
implantarse y no hubo gestación. Luego llegaron otras cuatro
tentativas, hasta que los propios especialistas del centro le
recomendaron que abandonara. "Fue por estrés", recuerda. "Bajó la
calidad de los embriones y lo achacaron a la tensión. Es muy duro estar
fuera de casa, sin el abrigo de tu entorno, con la preocupación por si
todo sale bien... Llegó un momento que no compensaba". En total, gastó
unos 20.000 euros sólo en el tratamiento clínico, sin contar pasajes de
avión y estancia. Ahora, tampoco le va a salir gratis. El IVI, un
centro privado, es de los pocos capaces de gestionar todo el
tratamiento, y el único con instalaciones y laboratorios propios. De
ahí que haya sido la institución que haya monopolizado la presentación
de solicitudes al Ministerio de Sanidad. Y que tenga otras 40
peticiones en cartera. En función de cada caso, un tratamiento de este
tipo está entre los 6.000 y los 9.000 euros. "Será la última
oportunidad, no podemos pagar otro", apuntaba ayer Eugenia. Por eso,
reclamaba que la sanidad pública se haga cargo de estos casos, ya sea
en sus propios hospitales -el consejero valenciano dijo ayer que lo
estudiará- o pagando los tratamientos. "Si no sucede esto, sólo será
una opción válida para personas con elevada capacidad adquisistiva",
comentaba, "tampoco somos tantos casos, y estamos hablando de salvar
vidas". Si todo sale bien, en el plazo de algo menos de un año,
la pareja podría tener un bebé compatible. Entonces, habría llegado el
momento de trasplanterle las células madre -progenitores
hematopoyéticos- del cordón umbilical de su hermano recién nacido. Es
un tratamiento agresivo por el que mediante quimioterapia se deja la
médula preparada para que las células de cordón aniden y la
regeneren, de forma que pueda volver a generar glóbulos rojos, blancos
y plaquetas sanos. En caso contrario, se debería acudir a los bancos de
cordón o de médula para realizar el mismo tratamiento pero con niveles
de compatibilidad inferiores. A lo largo de los último años
Eugenia ha desarrollado la capacidad de "vivir el presente", como ella
dice. "Hay que tener la capacidad de disfrutar de lo que tenemos hasta
que sea posible", indica al concluir: "he aprendido a afrontar las
situaciones dramáticas".
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