La primera separación madre e hijo se produce
inmediatamente después del nacimiento. Sin embargo, los expertos aseguran que
los bebés no deberían ser apartados de su madre nada más nacer, sino que es
fundamental para su posterior desarrollo físico y emocional mantener el contacto
piel con piel entre la madre y el hijo recién nacido, una relación que se debe
iniciar lo antes posible tras el parto y durante el mayor tiempo que las
circunstancias permitan. Este método logra estabilizar la frecuencia cardiaca y
respiratoria, mejorar los niveles de glucemia o provocar un aumento de peso en
los bebés prematuros.
Aunque el programa Madre Canguro surgió para atender las necesidades
especiales de estos bebés prematuros o con muy bajo peso, muchos médicos, como
Niels Bergman, del hospital de maternidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica,
creen que este estrecho contacto debe extenderse a todos los bebés, que se
convertirán en niños más felices y saludables. ¿Por qué separar a las madres y
sus hijos tras el parto? No existen evidencias de los beneficios de esta
separación, mientras que sí las hay de las ventajas de que permanezcan en
estrecho contacto, piel con piel, tras el parto. El método Madre
Canguro se basa en potenciar este contacto entre la madre y su bebé recién
nacido para proporcionarle el calor, alimento y apoyo emocional necesario para
su desarrollo.
Fruto de la necesidad
Todo empezó hace casi tres décadas, cuando en 1978 se registró en Bogotá un
aumento de la mortalidad entre bebés prematuros debido a la escasez de
incubadoras y la falta de personal sanitario especializado. Ante el cariz que
tomaban los acontecimientos, dos médicos, Rey y Martínez, decidieron utilizar a
las madres como incubadoras manteniéndolos en contacto íntimo piel con piel
sobre su pecho durante las 24 horas del día. Tres décadas después, el método se
ha convertido en uno de los mejores modos de fortalecer el vínculo madre-hijo, y
se utiliza en numerosos países desarrollados, a pesar de que éstos cuentan con
la mejor tecnología para el cuidado neonatal. Pero además de aplicarse para conseguir mejorar el desarrollo de los bebés prematuros, Bergman considera que
todos los recién nacidos deben pasar un tiempo de contacto con su madre, tras el
parto, antes de ser separados. El médico señala que el recién nacido es quien
empieza y dirige el proceso de contacto afectivo, con la ayuda del contacto con
la piel de su madre, quien responde a este contacto y se pone en marcha un
sistema mutuamente estimulante al que responden alterando su secreción hormonal.
Si se coloca a un recién nacido sobre el pecho de su madre, el bebé se
arrastrará hacia el pecho para encontrar el pezón y empezar a mamar, una
cercanía emocional que no se potencia en la actualidad, debido a la separación
forzosa que habitualmente sufren madre e hijo tras el parto. ¿Cuáles son los
beneficios de fortalecer el vínculo materno filial? Efectos beneficiosos
No hay vuelta de hoja. Ni la mejor y más moderna tecnología es capaz de
superar a la naturaleza, como demuestran los beneficios que se pueden apreciar
en un bebé cuando es colocado sobre su madre y sacado de la incubadora. En pocos
minutos, mejoran todos los parámetros fisiológicos del recién nacido: la
frecuencia respiratoria y la cardiaca se estabilizan; la glucemia (azúcar en
sangre) es más estable; también se observa menos necesidad de oxigenoterapia,
una ganancia de peso más adecuada, un mejor control de la temperatura y una
importante disminución de los episodios de apneas. Además, está comprobado que
la cercanía con la madre favorece un mejor desarrollo psicomotriz del bebé, una
estimulación auditiva más adecuada (el bebé siente la voz de su madre), así como
una mayor estimulación visual, olfativa y táctil, a lo que hay que añadir la
sensación de seguridad que estar con su madre le transmite al bebé, lo que
redunda en menos episodios de llanto y un mejor descanso y sueño. Está
demostrado que los niveles de cortisol, hormona del estrés, se duplican en el
bebé tras ser separado de su madre.
A estos beneficios debe sumarse uno de vital importancia para el desarrollo
del bebé, la estimulación del nervio vago, que prepara al bebé para recibir y
digerir la leche de su madre y tener una nutrición adecuada. Ayuda, pues, al
inicio y duración de la lactancia materna porque aumenta la producción de leche
en las madres y el bebé aprende antes a succionar del pecho, ya que durante la
realización del método el niño explora, huele, busca y encuentra el pezón. Y no
debe olvidarse que la leche materna es la mejor opción para alimentar a un bebé
ya que, además de nutrir, brinda al bebé protección frente a las enfermedades, y
su composición varía continuamente en función de las necesidades de crecimiento
del bebé, adaptándose para proporcionarle el mejor desarrollo en cada etapa.
No sólo el bebé resulta beneficiado de mantener un contacto piel con piel con
su madre, sino que ésta obtiene mayor seguridad y confianza en sí misma y se
convierte en la protagonista del cuidado de su hijo prematuro, sin quedar
desplazada por los profesionales sanitarios y la tecnología. Pero, además, sea o
no el bebé prematuro, si se permite a la madre este contacto con el niño nada
más nacer disminuye la hemorragia del posparto pues el contacto con la piel del
bebé, su mirada, el calor, la penumbra, el silencio y la intimidad ayudan a
secretar la hormona necesaria para el reflejo de expulsión de la placenta. Si
igualmente, el niño succiona el pecho, estimula la producción de la hormona
implicada en la involución uterina. En todos los casos, mantener un contacto
piel con piel entre padres e hijos favorece el alta precoz y disminuye el
desarraigo, los casos de maltrato y el abandono de niños.
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