Hace
algún tiempo el Prof. Dr. Roberto Perdomo, maestro de Cirugía de tantas
generaciones, desde un perfil modesto, que fue maestro de Ciro y todavía vive,
aunque casi no puede hablar por un Parkinson avanzado, me dejó una anécdota que
buscaba difundir. No había encontrado la ocasión, pero creo que es una buena
forma de homenajear a esos viejos médicos rurales, también a los nuevos, aunque
hoy cuentan con otros medios, que en forma anónima y casi heroica hacen su
trabajo alejados de las comodidades de los grandes centros, como él lo dice. El
autor es el Dr. Braulio Pérez, durante 20 años a cargo de la Policlínica de
Migues, en Canelones, donde décadas después recalaría Juan Carlos Macedo.
Todo
médico rural sabe y recuerda con amargura lo que representa hacer un parto en
campaña: sin lecho adecuado, ni limpio, sin ropas, sin agua, sin los utensilios
más indispensables, con habitación de piso de tierra, con una triste vela o
candil como fuente de luz, asediado por los insectos (otro los llamarían
pulgas).
Hay que ver y pasar esas tristes horas para comprender lo que es un
parto en campaña, adonde se llegó de noche, en charret, en invierno, muerto de
frío y con barro hasta en la cara y a veces con lluvia y a la espera del niño
que nunca llega…
Cómo
pasan lentas esas horas y cómo convidan a filosofar… uno se pone a pensar y
pensar, a buscar palabras de ánimo y seguridad para la parturienta, a decirle
que todo irá bien, que no habrá accidentes… a dar ánimo, uno que tiene el
corazón achicado, en un ambiente sórdido de poca comprensión, dónde no deja de
ver hasta caras y gestos amenazantes.
Piensa con envidia en los colegas que
trabajan en las maternidades de los centros departamentales o en las de
Montevideo, con madamas, practicantes, nurses, enfermeras y las demás enormes
comodidades; piensa uno en tan diversos beneficios que reciben unas y otras
parturientas siendo todas igualmente pobres.
Dr.
Braulio Pérez: 20 años en la Policlínica de Migues. Memoria año
1949. Creo
que es un merecido recuerdo para el Dr. Braulio Pérez, que simboliza a
tantísimos médicos modestos, que no llegan a los medios de prensa y morirán
ignorados por sus congéneres, perdidos por sus compañeros de generación y poco
reconocidos por la sociedad, y a la vez un gratificante recuerdo del Prof.
Roberto “Pope” Perdomo, discípulo de Larghero y colaborador sincero de la
Medicina del Interior.
Un
abrazo,
Dr.
Antonio L. Turnes
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