Alrededor de 300 millones de personas son obesas
hoy en día. Otros 800 millones de individuos tienen sobrepeso. Y las
cifras siguen aumentando. Las previsiones advierten de que, si no se
toman medidas, la obesidad podría convertirse en una pandemia. Sin duda, la mejor arma para combatirla es la prevención.
Se ha demostrado que mantener unos hábitos de vida saludables (dieta y
ejercicio) es fundamental para mantener alejados los kilos de más. Sin
embargo, en el mundo de hoy, esto parece no ser suficientes. El
desarrollo de fármacos antiobesidad podría contribuir a esta lucha.
Orlistat, sibutramina y rimonabant
son los medicamentos antiobesidad que, hasta el momento, existen en el
mercado. Está demostrada su efectividad para alcanzar pérdidas de peso
moderadas. Sin embargo, tal y como pone de manifiesto un trabajo
publicado en el último número de la revista 'The Lancet',
es mucho lo que aún se desconoce sobre ellos. Conocer todo su potencial
y, sobre todo, desarrollarlo -destacan los autores de este trabajo- es
fundamental para ganar la batalla a la obesidad.
"A la luz de la carencia de tratamientos exitosos para la pérdida de
peso y las implicaciones socio-sanitarias de la pandemia de obesidad,
el desarrollo de fármacos efectivos y seguros debería ser una
prioridad", remarcan Raj S. Padwal y Sumit R. Majumdar, autores de este
estudio y miembros del Departamento de Medicina de la Universidad de
Alberta (Canadá).
Según estos investigadores, que han realizado un concienzudo repaso
de la información que se conoce sobre los fármacos antiobesidad, aún
existen muchas lagunas en el conocimiento de sus posibles efectos y,
sobre todo, de su relación con enfermedades asociadas a la obesidad,
como las cardiovasculares.
Nuevas investigaciones
"Los estudios realizados en los tres fármacos están limitados por su
modesta eficacia y por tasas bajas de persistencia con el tratamiento",
advierten. "Son necesarios más datos sobre sus efectos a largo plazo
para que los médicos puedan estar seguros de que los beneficios superan
a los riesgos", añaden estos investigadores, que también señalan las
posibilidades que podrían aportar un nuevo tipo de fármacos
antiobesidad aún en desarrollo.
En las conclusiones del trabajo, los autores remarcan que es
necesario realizar más ensayos que permitan "demostrar clínicamente
reducciones importantes en la morbilidad y mortalidad asociada a la
obesidad" antes de que su uso se extienda.
Con todo, los investigadores remarcan que una adecuada aplicación
clínica de los conocimientos sobre los fármacos que ya se manejan
contribuirá a un mejor control de la obesidad.
De este modo, en su trabajo recuerdan que orlistat
es un fármaco que ayuda a adelgazar y reduce la incidencia de la
diabetes tipo 2 y, además, contribuye a mantener bajos los niveles de
tensión y el LDL o colesterol malo.
Por tanto, estaría especialmente indicado en pacientes que tengan un
alto riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, que presenten altos niveles
de colesterol o ya hayan padecido algún trastorno cardiovascular. Al
estar asociado a efectos secundarios gastrointestinales, debería
evitarse en pacientes con diarrea crónica.
Sibutramina es un medicamento que ayuda a
incrementar la sensación de saciedad. Su efectividad para perder peso
también está demostrada, así como su efecto beneficioso sobre el LDL y
la glucemia.
Estos investigadores apuntan que podría ser especialmente
beneficiosa en aquellos pacientes a los que les cuesta controlar su
alimentación y no pueden evitar los picoteos entre horas.
Se ha asociado el uso de este fármaco con pequeños incrementos de la
presión arterial, por lo que debería estar contraindicado en personas
con hipertensión, taquicardias u otros trastornos cardiovasculares.
Rimonabant es el primer fármaco que actúa
bloqueando el sistema endocanabinoide, que influye en el apetito. Según
este trabajo, podría ser beneficioso en pacientes con dislipemia
asociada al síndrome metabólico y personas que estén intentando dejar
de fumar. Según recientes investigaciones, rimonabant también podría
ser un medicamento efectivo para tratar la diabetes tipo 2. Algunos de los efectos adversos de este fármaco están relacionados
son mareos, náuseas o depresión, por lo que debería administrarse con
precaución en pacientes que padezcan alguna enfermedad psquiquiátrica.
Por otro lado, este trabajo también destaca que es fundamental
concienciar a la sociedad en la importancia de mantener unos hábitos de
vida saludables. La prevención y la lucha contra el desarrollo de la
enfermedad se muestran tan importantes como su tratamiento.
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