La actividad cerebral que es esconde detrás de la empatía es un tema de gran interés para los neurocientíficos: las reacciones humanas ante el dolor ajeno pueden ayudar a comprender mejor las relaciones sociales, pero también las conductas antisociales o algunos trastornos neurológicos.
Los alemanes conocen como "Schadenfreude" al sentimiento de satisfacción cuando alguien que no nos gusta sufre. Un equipo de investigadores acaba de publicar en Nature la primera evidencia científica de este fenómeno: al parecer, los hombres experimentan placer cuando un tramposo sufre dolor.
"Sin embargo, muy poco se sabe sobre cómo influye en las respuestas empáticas cerebrales el vínculo afectivo entre los individuos", comentan los autores del nuevo estudio, del University College de Londres (Reino Unido). ¿Cambia nuestra empatía si la persona que sufre nos 'cae mal'? Para comprobarlo, estos investigadores británicos observaron la actividad cerebral de un grupo de voluntarios ante personas que les gustaban o que les desagradaban. Como los participantes no conocían a los otros individuos, primero participaron en 'el dilema del prisionero' (un juego en el que se invierte dinero) con un contrincante que jugaba 'sucio' y contra otro legal. En la segunda parte del experimento, los voluntarios se sometieron a escáneres cerebrales mientras veían cómo sus oponentes eran castigados (se les aplicaba una descarga electrónica en la mano). Los investigadores comprobaron que en todos los participantes, tanto mujeres como hombres, se activaban las partes del cerebro relacionadas con la percepción del dolor cuando veían a los jugadores limpios sufrir. En concreto, se activaban las cortezas fontotisular y la cingulada anterior. Diferencias de sexos La 'cosa' cambiaba cuando se trataba de los contrincantes ruines. En las mujeres, ver esa escena hacía que tuviesen una respuesta menos empática (es decir, menos actividad cerebral en las mencionadas zonas) que con los otros jugadores, aunque seguían 'compadeciéndose' de la persona que sufría. Por el contrario, en los voluntarios varones no sólo no se activaban las zonas del cerebro relacionadas con el dolor, sino que al ver a los tramposos sufrir se ponían en marcha las áreas cerebrales relacionadas con la recompensa. De hecho, los autores comprobaron que los hombres que dijeron tener un mayor deseo de venganza eran los que experimentaban una mayor activación cerebral, algo que "coincide con la hipótesis de que los humanos sienten satisfacción simplemente con ver que se imparte justicia, incluso si el instrumento del castigo está fuera de su control", dice el estudio. "Al menos en hombres, las respuestas empáticas están configuradas por la valoración del comportamiento social, de modo que ellos empatizan con contrincantes limpios y favorecen el castigo físico de los tramposos", concluye el estudio, avanzado en la edición on line de 'Nature'. De todos modos, los autores creen que todavía es demasiado pronto como para considerar que el 'Schadenfreude' es un sentimiento exclusivamente masculino. "Es posible que el diseño de nuestro experimento favoreciese a los hombres por tratarse de una amenaza física, frente a las psicológicas o financieras. Otra posibilidad es que estos hallazgos indiquen un papel predominante del varón en el mantenimiento de la justicia y el castigo por violar la norma en las sociedades humanas", dicen los autores, encabezados por la neurocientífica Tania Singer. |