Nació en Salto. Se crió en Estación Palomas, localidad situada a
pocas leguas al norte de la ciudad, en cuya Escuela Rural hizo sus estudios primarios, en
1919 volvió a Salto donde concurrió a la Escuela de López y de allí pasó a Secundaria
en el Instituto Politécnico Osimani y Llerena.
En 1926 ingresó a la Facultad de Medicina, donde se afirmó en su
voluntad de ser médico, siendo Practicante Interno del Ministerio de Salud Pública,
donde descubrió su verdadera vocación por la cirugía.
En la Facultad tuvo por maestro al también salteño Dr. Alfonso
Lamas, a quien él mismo definiría "gran cirujano, de una autoridad moral
intachable, por quien tengo veneración".
Se radicó en Salto donde ejerció por 45 años. Fue el típico
cirujano general de esa época, es decir que su práctica quirúrgica se extendió a las
especialidades de traumatología, cirugía infantil, plástica, actividad esta última que
le interesó muy particularmente, tanto que obtuvo el título de especialista en esa
disciplina.
De espíritu estudioso, curioso, gran lector y asiduo
concurrente a todos los Congresos y Reuniones científicas.
En la Sociedad de Cirugía tuvo una extensa y reconocida actividad.
Fue fundador de la Asociación Médica Quirúrgica del Litoral Norte y de la Sociedad
Médico Quirúrgica de Salto.
Si en el aspecto científico su labor es amplísima y
calificadísima, mayor aún es la calidad humana que adornó su persona.
Se daban en Bortagaray condiciones en grado superlativo: vocación
médica, bondad sin límites, honestidad, desinterés absoluto por los bienes materiales.
En vida fue objeto de una manifestación popular como nunca vio esta
ciudad, debiendo realizársela en el Estadio para poder alojar la enorme concurrencia; la
aceptó con la condición que se recabaran fondos destinados al Hospital.
Enamorado del Río Uruguay, dedicaba sus escasos momentos de ocio a
dos actividades que lo apasionaban: la pesca y la fotografía. Fue deportista y Médico de
deportistas, Presidente Honorario de una de las institución deportivas de más arraigo.
Dio tanto de sí mismo en beneficio del prójimo, que el verso del
poeta persa se cumple aquí: "Cuando te mueras sólo te llevarás aquello que habéis
dado" y él se llevó todo, el afecto y el cariño de quienes lo conocieron. Su vida
se apagó a los 71 años.
Pero el pueblo de Salto no lo olvidará. A más de 23 años de su
desaparición física, con toda justicia, a la calle que bordea por el norte el Sanatorio
en el que desarrollaba su atividad profesional, le ha puesto su nombre y ha colocado una
placa recordatoria, para que las futuras generaciones de salteños lo tengan siempre en su
memoria.
|