El alto nivel de estrés podría dejar cicatrices físicas en el cerebro de los niños, revela un estudio.
Específicamente, el estrés puede causar daños en el área cerebral relacionada a la memoria y las emociones. Los científicos de la Universidad de Stanford, en
Estados Unidos, descubrieron que esa zona, el hipocampo, se había
encogido en niños con Trastorno de Estrés Postraumático o PTSD, por sus
siglas en inglés.
EL PTSD es una condición que se origina tras haber
sufrido u observado un acontecimiento altamente traumático, como un
atentado, accidente o violencia, en el que está en riesgo la vida de
personas.
El estudio, que publica la revista Pediatrics,
señala que un hipocampo debilitado podría obstaculizar la capacidad del
niño para enfrentar el estrés y podría aumentar la ansiedad.
La investigación también encontró en la sangre de los niños niveles más altos de la hormona del estrés, llamada cortisol.
En estudios anteriores realizados en animales se ha demostrado que esta hormona destruye las células del hipocampo.
Esto, dicen los científicos, puede crear un círculo
vicioso en el que altos niveles de cortisona causan más daños en el
hipocampo, lo que a su vez eleva la ansiedad.
Los investigadores estadounidenses creen también que el
daño frecuente al hipocampo podría prolongar los síntomas del estrés e
interferir con la terapia de los niños.
Estrés extremo
Los científicos subrayan que no están hablando del estrés relacionado a la tarea escolar o a las peleas familiares.
"Para provocar ese daño cerebral -afirma el estudio- el estrés debe ser extremo".
"Son niños que sienten como si estuvieran sin poderse
mover en medio de una calle mientras un camión se aproxima rápidamente
hacia ellos", señalan.
Los 15 niños estudiados por los investigadores sufrían
de PTSD como resultado de abuso físico, emocional o sexual, o porque
habían sido testigos de violencia o experimentado una separación o
pérdida.
Los científicos afirman que es importante entender por
qué algunos niños parecen ser más fuertes frente al estrés que otros,
así como cuáles son los efectos a largo plazo del estrés extremo.
Se sabe ya que los genes y el medio ambiente de una persona juegan un papel importante.
Y también se conoce que haber sufrido PTSD siendo niño aumenta los riesgos de depresión y ansiedad durante la adultez.
Se calcula que una de cada 10 personas podría desarrollar PTSD en algún momento de su vida.
Los expertos afirman que este estudio es sólo "la punta
del iceberg" y ahora planean llevar a cabo más investigaciones para
desarrollar terapias más efectivas e individualizadas para ayudar a los
niños que sufren este trastorno.
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