Cerca de 400 suplementos dietéticos y productos multivitamínicos tienen al
pino marítimo como fuente común. El más tradicional es la trementina; el más nuevo, el
pycnogenol, capaz de inhibir la alfa-glucosidasa 190 veces más que los productos
sintéticos empleados en la lucha contra la diabetes. Investigadores alemanes subrayan el
potencial coste-beneficio de un tratamiento de estas características en la lucha contra
una de las peores epidemias del siglo XXI.
El pino marítimo (Pinus pinaster) es una conífera que,
atenazada cada verano por devastadores incendios forestales, se
distribuye formando masas boscosas en los países ribereños del
Mediterráneo occidental y también de la parte atlántica de Francia y
Portugal. Se trata de un árbol que alcanza hasta 30 metros de talla,
con copa clara y un porte irregular y desgarbado. Su corteza, muy
gruesa y de color marrón rojizo, aparece irregularmente agrietada y
exuda abundante resina. Desde tiempos muy antiguos, su importancia
económica quedaba justificada por el aprovechamiento de la madera, de
limitada calidad, principalmente por la resina que desprende. En la
actualidad, es también una variedad muy utilizada en repoblaciones
forestales y el cultivo ornamental en fincas y jardines. De la resina
del pino marítimo, boticarios ancestrales extraían la trementina, que
empleaban con fines medicinales en emplastos, linimentos, jarabes
antisépticos y balsámicos. Antidiabético alternativo
Petra Hogger y Angelika Schafer, dos investigadoras de remedios
naturales de la Universidad de Wurzburgo (Alemania) han publicado en
una edición reciente en la revista Diabetes Research and Clinical Practice
un artículo que dará mucho de qué hablar. En él dan cuenta del
descubrimiento de un nuevo principio activo presente en la corteza del
árbol, el pycnogenol, capaz de inhibir un enzima relacionado con la
absorción de glucosa a nivel intestinal 190 veces más que los
medicamentos sintéticos empleados a tal fin. Aun cuando el remedio extraído
todavía no ha traspasado la frontera del laboratorio y no ha sido
ensayado en clínica humana, las científicas destacan el potencial de un
producto de estas características para hacer frente a uno de los
principales retos de salud en todo el mundo. «La diabetes mellitus tipo
2 ha pasado a convertirse en una enfermedad grave de creciente
prevalencia en todas partes», recuerda Hogger, para quien el pycnogenol
permitiría acometer muchos más casos, de manera más rápida y eficaz que
con las estrategias actuales. Se calcula que sólo en la Unión
Europea los diabéticos superan el 4% de la población general, con más
de 19 millones de enfermos diagnosticados; pero en los próximos 20 años
se espera que la cifra llegue a doblarse. En EEUU, los diabéticos
acaparan ahora mismo un 7% de la población censada, con 20 millones de
casos diagnosticados. Allí se han llevado a cabo estudios de costes que
revelan el precio de tan arrolladora enfermedad en las arcas públicas:
132.000 millones de dólares, de los que sólo 92.000 pertenecen a los
costes en medicación (según datos de la American Diabetes Association publicados en el 2002). Pycnogenol
Para verificar la utilidad de pycnogenol como agente antidiabético, el
artículo de Hogger y Schafer da cuenta de un ensayo en el que se
contrastó su efecto con el de un extracto de té verde y la acarbosa
(Glucobay®, de Bayer). El objetivo no era otro que medir la capacidad
de cada uno de estos tres compuestos seleccionados para inhibir la
alfa-glucosidasa, una enzima presente en el intestino grueso que toma
parte en el metabolismo de los hidratos de carbono y la producción de
glucosa. Desde una perspectiva clínica, la inhibición de dicha enzima
resulta crucial para prevenir los picos de glucosa en sangre de los
diabéticos tras cada comida. El ensayo, llevado a cabo in vitro,
reveló que el efecto inhibidor más potente fue el llevado a cabo con
pycnogenol, seguido curiosamente del té verde y con el fármaco
sintético en última instancia. «Como que hay constancia de la presencia
de alfa-glucosidasa ya en el duodeno, es muy probable que el extracto
de la corteza de pino identificado ejerza su efecto inhibidor antes,
actuando en sinergia con determinadas proteínas de las bacterias
colonizadoras del tracto digestivo», sostienen las investigadoras.
SALUD BIEN ENRAIZADA
Un sabor especial la delata. La esencia de pino está detrás de no pocos
productos anticatarrales y antihistamínicos de uso común. Desde hace
siglos, el hombre se ha servido de la corteza, la resina, las hojas
punzantes e incluso las yemas del pino marítimo para curar. Además del
pycnogenol y la trementina, la corteza de pino es rica también en
taninos y leucocianidol. La trementina, por su parte, basa su acción
reparadora en una serie de hidrocarburos terpénicos presentes en su
formulación (pinenos, canfenos y sesquiterpenos). Las hojas, de sabor
fuerte y amargo, son especialmente ricas en taninos y flavonoides.
El leucocianidol posee propiedades antihemorrágicas y controla la
permeabilidad sanguínea aumentando la resistencia capilar. Los taninos,
por su naturaleza astringente, pueden emplearse como antidiarreicos,
hemostáticos locales y cicatrizantes. La trementina y su esencia tienen
una acción expectorante, antiséptica de vías respiratorias y urinarias
y, en uso tópico, rubefaciente. Su empleo más habitual es en las
afecciones respiratorias (rinitis, sinusitis, faringitis, gripe,
resfriados, laringitis, traqueitis, bronquitis y asma) infecciones
urinarias (cistitis, uretritis y prostatitis) y también en afecciones
reumáticas, varices y hemorroides. En uso tópico se usa para
curar inflamaciones osteoarticulares, heridas, parodontopatías y
vulvovaginitis. No obstante, la trementina se contraindica en personas
con hipersensibilidad al aceite esencial o insuficiencia renal. Tampoco
se administra durante el embarazo o la lactancia, a niños menores de
seis años o a pacientes con gastritis, úlceras gastroduodenales,
síndrome del intestino irritable, colitis ulcerosa, enfermedad de
Crohn, hepatopatías, epilepsia, enfermedad de Parkinson u otros
síndromes neurológicos.
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