Hace muchos años, un patrón que tuve y que algo me enseñó, repetía
hasta el cansancio un proverbio italiano que decía: "La gatta
frettolosa fece i gattini ciechi", lo que en español significa LA GATA
PRESUROSA PARE LOS GATITOS CIEGOS. Creo que eso es lo que está ocurriendo con la tan mentada reforma del
Sistema Integrado de Salud. A fuerza de quererla sacar contra viento y marea, se
están pasando por alto algunos detalles nada menores, que pueden
pagarse muy caros más tarde, cuando ya transformada en ley, entre en
vigor y quede a merced de interpretaciones o de nuevas leyes que
reformen la anterior.
Estamos todos comprometidos en la reforma, que por otra parte ha sido parte de la vida de las instituciones de salud y de las instituciones gremiales médicas, desde hace largas décadas. Para el caso del SMU, casi desde su fundación. No hubo Convención Médica, desde 1939 que no dedicara atención al tema. Pero cada una fue variando algo la mirada, como es natural cuando el mundo gira y la gente cambia su apreciación de las necesidades de sus sociedades. La experiencia recogida en el mundo tiene mucho que ver, y habrá de verse, y no es válido que por más experiencia acumulada que tengan algunos visionarios, nos atropellen a los ponchazos a todos, queriendo imponer cosas irracionales.
En los principios generales, de lo que partimos, estamos todos de acuerdo. Las cosas comienzan a complicarse, cuando se miran detalles como: qué pasa con los períodos de privación de libertad para moverse de una institución a otra; qué con la publicidad y los servicios que cada cual ofrezca para diferenciarse; qué pasará con los medicamentos para los pacientes ambulatorios, que han pasado a ser un negocio para las instituciones y parte fundamental de su financiación, cuando no debieran serlo.
Para responder estas cuestiones, creo que hay que tirar algunas ideas.
Para empezar por el final, el tema de los medicamentos, debería discutirse seriamente y con números en la mano. Forman casi el 20% de los gastos de las IAMC, y en gran parte están determinados por las novedades terapéuticas y otras herramientas de marketing. Pero la realidad es que los precios a que las IAMC compran a los productores son cinco o seis veces menores por unidad, que los tickets que cobran a los usuarios. De esa diferencia hacen caja. Es una barbaridad, que debería corregirse. Salvo para los pacientes crónicos y los hospitalizados, los fármacos deberían ser adquiridos por los pacientes en la farmacia de la esquina (y chau co-pago). Las instituciones tendrían menores costos, porque administrar voluminosos stocks no es jauja, cuesta mucho dinero, emplea mucha gente, y distrae recursos. Los productores (léase la industria farmacéutica) tienen que bancarse meses o años de atraso en los pagos, para seguir vendiendo. Mucho más les valdría continuar vendiendo en las farmacias, donde ya la gente acude, porque es mucho más barato, aún a los precios de hoy, que el pago del ticket.
El Fondo Nacional de Recursos, si todo sigue como viene la mano, es posible que cambie de orientación, transfiera la mayoría de las técnicas actuales a las instituciones prestadoras, con la consiguiente transferencia de recursos, un aumentito en la cuota, y que se dedique a financiar medicación de alto costo para tratamientos especiales, como leucemias, linfomas, neoplasias, etc.
No se trata de tomar lo viejo y seguir adelante, cuando hay que corregir tantas cosas. Dando prioridades, y fijando metas.
El sector público no va a cambiar de la noche a la mañana, en todo el país, por el mero hecho de que los legisladores, sean 51 o 99, aprueben en Diputados, y 16 o 31 aprueben en Senadores, la Descentralización de ASSE. El cambio del modelo de gestión hospitalaria tendrá que hacerse dedicándole tiempo, entusiasmo, aprendizaje, herramientas, entrenamiento. Pero sobre todo atención política y trabajo. Que los hospitales pasen a ser un orgullo nacional, y no un lugar de tercera categoría para la atención de la población más pobre. En una palabra, cambiando de mentalidad, dejando de ser un lugar de requeche para pobres, y siendo un orgullo para la población de cada lugar, como ocurre en contados lugares del país, pero es necesario extenderlo y ampliarlo, llevándolo a los más elevados niveles de calidad, lo que requiere también tiempo y esfuerzo, sin versos.
Por eso, creo que más que nunca, deberíamos centrarnos en no hacer como la gata presurosa. Sin alusión a nadie, pero tomando de esa máxima, el sentido de la prevención.
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