Cuidar la voz no es sólo una necesidad de los cantantes. Con unas pocas precauciones pueden evitarse disfonías y otros problemas
Las patologías de la voz se manifiestan en todas las
épocas de la vida, incluida la infancia y la vejez. Y las estadísticas
indican que aumentan año tras año en una sociedad como la nuestra, cada
vez más ruidosa y estresante, en la que la voz se ha convertido en una
herramienta esencial de trabajo. Profesores, cantantes, actores,
locutores, conferenciantes o teleoperadores son los profesionales más
afectados. En total, más de dos millones de personas sufren en nuestro
país algún trastorno de la voz. Por eso, a iniciativa de la Federación
Internacional de Otorrinolaringología (IFOS), desde hace tres años hay
también un Día Mundial de la Voz, y se celebra el 16 de abril.
Los niños en edad escolar son los más afectados por las
alteraciones de la voz o disfonías: hasta un 40 por ciento las padecen
en algún momento, según datos de la Sociedad Española de
Otorrinolaringología (SEORL). Un porcentaje mayor incluso que el de los
docentes, que con un 25 por ciento, se ponen a la cabeza de los
colectivos más afectados.
La mayor incidencia en los pequeños se debe
fundamentalmente a dos factores: tienen un tono de voz más agudo
-porque su laringe es más pequeña- y con frecuencia tienden a gritar
para hacerse oír, explica el doctor Ignacio Cobeta, catedrático de
Otorrinolaringología de la Universidad de Alcalá de Henares.
En la adolescencia, la laringe de los varones crece
-hasta un 30 por ciento más que en las jóvenes-, la voz se hace más
grave y los problemas se dan en menor porcentaje. En las mujeres, sin
embargo, el menor tamaño de la laringe las hace más susceptibles a
estas patologías también en la edad adulta. Y es que «durante el habla
la laringe femenina vibra 220 veces por segundo, casi el doble que la
de los varones. A igual tiempo de conversación, las cuerdas vocales de
las mujeres trabajan un 80 por ciento más».
En la mayoría de los casos las disfonías se deben a un
mal uso y abuso de la voz. Hablar en exceso y con una intensidad o tono
superior a lo normal ambiente, gritar, carraspear, toser, forzar la
vocalización, cantar con una técnica inadecuada o inhalar polvo, humo
de tabaco y gases nocivos, además de beber alcohol, son los principales
riesgos para la voz. Un atributo que nos define y cuya capacidad de
resistencia está en torno a las tres horas si se habla y dos cuando se
canta.
Las disfonías también pueden estar causadas por lesiones
en las cuerdas vocales: los nódulos en las mujeres y niños y los
pólipos en los varones son las patologías más frecuentes.
El secreto para asegurar unas «buenas vibraciones» de
nuestras cuerdas vocales está en proyectar adecuadamente la voz y
utilizar bien el aire, procurando no agotarlo al hablar.
Cuando la voz envejece
A partir de la menopausia el tono de voz de las mujeres
se hace más grave y el de los hombres a partir de los 60 años más
agudo, como consecuencia del proceso de envejecimiento natural de la
voz (presbifonía). La incidencia de trastornos se iguala y uno de cada
cuatro mayores de 65 años, ve mermada su calidad de vida por este
motivo. Un problema al que desde la SEORL están prestando bastante
atención porque en España hay 7,5 millones de personas de más de 65
años y la proporción será todavía mayor en el futuro, señala Cobeta.
Además hay que tener encuentra -advierte este especialista- que muchos
de estos ancianos viven solos y utilizan el teléfono para comunicarse
y. tras cinco o diez minutos de conversación, su voz se fatiga e
incluso pueden sufrir pequeños mareos por hiperventilación. La atrofia
de las cuerdas vocales asociada a la vejez, una menor capacidad
respiratoria y la menor coordinación muscular están en la base de estos
problemas de la voz en la vejez.
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