Un flamante estudio realizado en los Estados Unidos afirma que esta dieta rejuvenece el corazón. Y reduce el riesgo de infarto, la formación de placas en las arterias y la hipertensión.
Comer poco y sano es la nueva receta para retrasar el envejecimiento físico y, sobre todo, rejuvenecer el corazón. Un flamante estudio realizado en Estados Unidos por un médico italiano demostró que una dieta equilibrada y baja en calorías dilata la degeneración de la función cardíaca asociada al paso del tiempo al reducir considerablemente el riesgo de infarto, la formación de placas arterioescleróticas y el desarrollo de diabetes e hipertensión.
La investigación, publicada en la revista de la Academia de Ciencias de EE.UU., fue realizada en la Universidad de Washington de Saint Louis por el italiano Luigi Fontana. Con el objetivo de profundizar el conocimiento del proceso de envejecimiento del cuerpo humano y descubrir, según sus palabras, "si existen maneras de retrasarlo", Fontana se dedicó a estudiar los efectos benéficos derivados de llevar adelante durante un largo período una dieta variada y equilibrada, pero pobre en calorías. Los investigadores estudiaron a un grupo de 25 voluntarios (de entre 41 y 65 años) que había consumido una dieta balanceada e hipocalórica (entre 1.400 y 1.950 calorías diarias) a lo largo de seis años, y lo compararon con otras 25 personas que habían ingerido (durante el mismo período) las calorías de una dieta típica (entre 2.000 y 3.500). Los beneficios que detectaron en quienes habían comido menos y mejor fueron muchos: "Los corazones de quienes habían restringido el consumo de calorías eran más elásticos y la manera en que se relajaban entre latido y latido era similar a la de los corazones de personas más jóvenes", explicó Fontana. También encontraron niveles de colesterol y triglicéridos significativamente menores y presión arterial más baja. "Nuestro estudio demuestra por primera vez en humanos que una crónica reducción del ingreso calórico ejerce un poderoso efecto protector contra algunas de las enfermedades que son la principal causa de muerte y parálisis en los países industrializados", observó Fontana. "La perspectiva de vida aumenta porque tienen menos probabilidades de tener arterias obstruidas o de sufrir diabetes o hipertensión, condiciones que suelen preceder al infarto de miocardio y al cerebral (Ictus)". Desde hace ya varias décadas diversos estudios habían probado en animales que una ingestión restringida de calorías prolongaba su esperanza de vida, pero esos resultados no se habían corroborado en humanos por la constancia que exige seguir durante mucho tiempo una dieta así. "Pudimos hacerlo porque evaluamos a personas que integran la Sociedad de Restricción Calórica, una organización estadounidense cuyos miembros llevan años manteniendo dietas hipocalóricas, pero muy equilibradas y con todos los nutrientes necesarios", explicó. Fontana aclaró que no estudió personas que se matan de hambre: es gente que come bien pero ha eliminado las calorías vacías, multiplicando en su dieta los alimentos altamente nutritivos. Comen cantidades elevadas de verduras, legumbres, frutas, cereales y pescado, y moderadamente lácteos y carne. De grasas, poco y nada de las saturadas pero bastante de insaturadas (sobre todo aceite de oliva). Los prohibidos: gaseosas, galletitas, panes blancos, golosinas, etc., fuentes de calorías que aportan mucha grasa y/o hidratos pero casi no tienen valor nutritivo. Es decir, una dieta típicamente mediterránea. "No es una dieta fácil de hacer —aceptó el investigador—, pero al menos ahora sabemos que comer mucho y mal envejece el corazón. Eliminando calorías uno puede retrasar el envejecimiento". |