Pocos medios y mucho
esfuerzo son las armas con las que contaba el médico rural hasta hace
relativamente poco tiempo. Semergen prepara para su próximo congreso una
original exposición sobre la historia del ejercicio de la medicina rural y la
atención primaria durante el siglo XIX y parte del XX. El objetivo es mostrar a
las nuevas generaciones la importancia que tiene el médico de familia en la
atención sanitaria del entorno rural.
El sacrificio y la valentía
eran (y son) los adjetivos que mejor definen la labor profesional del médico
rural. Dada la dispersión geográfica y la escasez de medios, hasta hace pocos
años el trabajo que desarrollaban suponía un reto profesional y personal.
Garantizar la universalidad de la atención sanitaria sin apenas medios era todo
un logro tal y como reflejan el centenar de documentos sanitarios, informes,
fotografías y utensilios médicos que ha recopilado José Hernández Úrculo,
médico de familia del Centro de Salud El Zapatón, en Torrelavega, y autor de
una tesis doctoral sobre la historia de la medicina rural durante el siglo XIX
y principios del XX. Fruto de este escrito es la
original exposición que desde hace meses prepara el investigador con motivo del
XIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria
(Semergen) que tendrá lugar en Sevilla el próximo mes de octubre
De los miasmas a los
antibióticos incluye viejas fotografías, antiguas nóminas, recetas y fórmulas
magistrales y multitud de utensilios médicos de gran valor histórico que han
sido cedidos y donados por particulares para resaltar el papel tan destacado
que el médico de familia ha tenido y tiene en la atención sanitaria del entorno
rural.
"El objetivo no es otro
que mostrar al resto del colectivo médico y, en especial a las nuevas
generaciones, el sacrificio que ha supuesto para nuestros antepasados el
ejercicio de la profesión médica. Sin apenas recursos y estando disponibles las
24 horas del día, el médico rural era capaz de realizar sus tareas con el mismo
rigor científico que los facultativos más urbanos", ha explicado
Hernández. Lejos queda ya la emisión
de bandos en zonas rurales para luchar contra la falta de higiene o la
anestesia con éter para calmar el dolor que producían las lesiones más graves.
En su opinión, las penurias profesionales y personales han dado paso a una
situación laboral aceptable, aunque mejorable. "Agrupado en centros de
salud y con una jornada laboral más humana, el médico rural tiene tiempo para
la atención al individuo, a la familia, a la comunidad e incluso para la
formación y la investigación".
En la actualidad son muchos
ya lo centros de salud rurales que han sido acreditados por las unidades
docentes como estancias formativas para el entrenamiento del residente urbano
de Medicina de Familia. "La comunicación asistencial, el trabajo en
solitario, el razonamiento clínico, la gestión de la atención y la ética de lo
cotidiano son sólo algunos de los criterios que definen la atención sanitaria
en el mundo rural", ha asegurado Hernández. De ahí su inclusión en la
mayor parte de los programas avanzados de la Medicina Familiar y Comunitaria de
Europa y América.
Para la recogida de
material ha sido necesaria la colaboración de particulares y de instituciones
públicas. "Hemos recibido documentación y utensilios sanitarios de toda la
geografía española: desde un informe que detalla el estado sanitario y de
higiene de la población, elaborado por la Junta Municipal de Sanidad y un
médico rural en el siglo XIX, pasando por una fotografía que muestra el
homenaje que las autoridades españolas hicieron a dos médicos rurales cántabros
por su labor abnegada en la epidemia de gripe de 1918 hasta los primeros envases
de penicilina o un estetoscopio de principios del siglo XX".
Evolución
Según Hernández, a diferencia de otras iniciativas monográficas, el material,
que de momento será expuesto de forma temporal en el próximo Congreso Nacional
de Semergen, refleja no sólo el ejercicio de la profesión del médico rural
durante el siglo XIX y parte del XX, sino también cómo se ha ido adaptando el
facultativo a las diferentes teorías científicas imperantes en aquella época:
las causas de enfermedad, la vía de contagio, los hábitos higienico-dietéticos
y los recursos de los que disponían para tratar y curar a la población.
Para la recogida de
material, el investigador ha contado también con la colaboración del museo
etnográfico de San Feliu de Guixols en Gerona, el museo etnográfico de
Olivenza, en Badajoz y el Museo de Historia de la Medicina de Bilbao, entre
otros. Todo aquél que desee ceder o prestar material médico para la exposición
puede ponerse en contacto con el investigador en el teléfono 942803602. Existe
para ello un documento legal de compromiso de devolución y un seguro
establecido al efecto.
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