Los clientes que ingresan un día de semana al mediodía en la farmacia
de Leandro Alem y Viamonte están apurados. Piden los remedios por su
marca y se dirigen a la caja. Sólo alguno que otro pregunta si hay
alternativas y pide precios. "Casi siempre compran por marca -cuenta
Verónica Dota, que atiende a esta hora-. Si están haciendo un
tratamiento, quieren seguir con lo que ya conocen. Cuando piden otros
precios, les damos a elegir."
A pesar de que hace varios años que se dispuso la prescripción por
nombre genérico (el del principio activo que contienen los fármacos),
según estimaciones del Observatorio Salud, Medicamentos y Sociedad, de
la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), las marcas alternativas
sólo ocupan el 20% del mercado, que en la Argentina asciende a
8.000.000.000 de pesos (al precio de salida de las droguerías; es
decir, sin IVA).
Puede parecer poco, pero para el farmacéutico Carlos Gurisati,
director del Observatorio de la COFA, es una porción considerable.
"Pensemos que hace unos años esa cifra era de casi el 0%", sugiere.
La ley de prescripción de medicamentos por su nombre genérico,
promulgada en 2002, establece que toda receta, prescripción médica u
odontológica debe efectuarse expresando el nombre genérico del
medicamento, seguido de la forma farmacéutica, cantidad de unidades por
envase y concentración. Por su parte, el farmacéutico deberá informar
al público sobre todas las marcas comerciales que contengan el mismo
principio activo y los distintos precios de esos productos.
También para el doctor Marcelo Squassini, de la Confederación
Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital: "La gente sigue
comprando primeras marcas".
"Acá hay dos factores fundamentales -dice Squassini-. Una cosa
es la receta médica y otra lo que pide el público. Al médico lo han
seducido para que siga recetando primeras marcas, aunque es obligatorio
colocar el nombre genérico y después, entre paréntesis, si lo desea,
una marca comercial. El farmacéutico, por su parte, es el que debe
instruir al paciente sobre sus opciones. Tiene obligación de hacerlo.
Incluso hay dos carteles que están pegados en todas las farmacias de la
ciudad, que le explican al usuario cuáles son los derechos."
Entre los obstáculos para una mayor compra por nombre genérico
está la falta de tiempo que tienen los empleados de las farmacias más
concurridas. "En otras hay algún tipo de resistencia -afirma-. Muchos
lo hacen [ofrecen las distintas opciones] y les va muy bien porque
ganan la confianza de los consumidores."
Los farmacéuticos reconocen, sin embargo, que la modalidad de
compra por nombre genérico está más instalada en los sectores de
menores recursos económicos.
"Según nuestros registros, cada vez hay un mayor número de
recetas en las que se consigna el nombre genérico del medicamento
-asegura la licenciada Sonia Tarragona, asesora del Ministro de Salud y
coordinadora de la Unidad de Investigaciones Estratégicas en Salud-.
Son entre el 70 y el 80% de las prescripciones. En el 30%, se consigna
sólo el nombre genérico; en el 50%, el genérico y la marca, y en el
20%, sólo la marca."
Tarragona se apresura a subrayar, sin embargo, que en el país
no hay estadísticas oficiales de consumo de medicamentos. "Habría que
sumar tanto lo que la gente compra como lo que se entrega en los
hospitales nacionales y provinciales, y estos últimos están dentro de
la órbita de los ministerios de las provincias. A pesar de esto, la
impresión que tenemos es que en el interior la gente está pidiendo más
el genérico." En cierto modo, Gurisati coincide: "Aunque el público es
más bien renuente a cambiar, todo depende de los recursos. Pero la
costumbre influye. Hay drogas que hace mucho que están en el mercado y
ya el paciente crónico (entre el 15 y el 17% del mercado) les es fiel".
Una tendencia mundial
En el mundo, los genéricos acaparan alrededor de un 50% del
mercado. "Es una tendencia global", dice Gurisati. Aunque aclara que en
el país no hay medicamentos propiamente genéricos. Es que se denomina
"genérico" a aquel medicamento que posee la misma forma farmacéutica e
igual composición cualitativa y cuantitativa que otro de referencia
cuya patente caducó. Este debe demostrar la equivalencia terapéutica
mediante estudios de biodisponibilidad y bioequivalencia. Los
medicamentos genéricos, por otra parte, se distribuyen con el nombre
del principio activo, sin identificación de marca de fábrica o marca
comercial.
"En la Argentina lo que hay son copias o «similares» -explica
Tarragona-. Es más, el 85 o 90% de los fármacos que se venden en el
país lo son. Los que muchas veces se identifican como originales en
realidad son líderes de marca."
Sin estudios de bioequivalencia, ¿son confiables las copias?
Algunos médicos creen que con la venta de estas marcas se hace una
medicina para ricos y otra para pobres. Para la profesora Adriana
Segal, de la cátedra de Control de Calidad de Medicamentos de la
Facultad de Farmacia y Bioquímica, "el problema es que uno no sabe
hasta qué punto se puede intercambiar uno con otro".
Gurisati disiente: "Para mí, copias y originales son lo mismo.
La farmacia no es como una casa que vende ropa, no puede vender
medicamentos de menor calidad. El farmacéutico garantiza que todo lo
que vende está aprobado por la Anmat. Por otro lado, hay copias que se
vienen usando desde hace muchos años. Y no hay denuncias". La Anmat es
la responsable de inspeccionar los laboratorios y controlar los
procesos de fabricación.
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