La angioplastia, la mejor opción para algunos pacientes tras sufrir un infarto |
|
|
|
ElMundo.es (Por Cristina Lucio)
|
miércoles, 16 de mayo de 2007 |
Realizar una angioplastia, una intervención que restaura el flujo sanguíneo, a aquellos pacientes que sufren una isquemia asintomática tras haber padecido un infarto de miocardio es más efectivo para prevenir complicaciones que someterles a un tratamiento farmacológico. Según un estudio publicado en la revista 'The Journal of the American Medical Association' ('JAMA'), la operación coronaria contribuye a reducir en mayor medida el riesgo de padecer otros problemas cardiovasculares graves en el futuro.
Tras un infarto, muchos pacientes sufren una nueva isquemia; es decir, una falta de aporte de oxígeno al corazón. En la mayoría de los casos, este trastorno se identifica por un fuerte dolor torácico que también se conoce con el nombre de angina. Sin embargo, en ocasiones, la pérdida de flujo sanguíneo en el corazón no se manifiesta a través de ningún signo externo.
Esta isquemia asintomática es difícil de diagnosticar, pero puede ser grave y aumentar el riesgo de muerte del paciente. Por eso, según explica el cardiólogo Alfredo Bardají, presidente de la sección de Cardiopatía Isquémica de la Sociedad Española de Cardiología, "es habitual que tras un infarto se someta al paciente a una prueba de esfuerzo, que es útil para conocer la existencia de una isquemia asintomática". Distintos tratamientos
Varios estudios habían demostrado que la presencia de una isquemia asintomática empeoraba el pronóstico de aquellos pacientes que habían sufrido un infarto.
En general, estas personas son tratadas con una terapia farmacológica o una angioplastia que contribuya a restituir el flujo sanguíneo. Sin embargo, hasta el momento ningún trabajo había analizado qué tratamiento para la isquemia resultaba más beneficioso a largo plazo.
Un equipo dirigido por el doctor Paul Erne, del Kantonsspital de Lucerna (Suiza) analizó, entre 1991 y 1997, a 201 pacientes con este trastorno. De ellos, 105 recibieron una medicación antiisquémica y el resto fue sometido a una angioplastia. Para conocer las consecuencias de los tratamientos, se realizó un seguimiento a los pacientes hasta el año 2006.
Los resultados del trabajo mostraron que los beneficios de la angioplastia eran mayores. Así, el grupo de pacientes que fue sometido a esta intervención coronaria sufrió 27 problemas cardiacos graves durante esos 10 años de seguimiento, una cifra que ascendía a 67 en el grupo de la terapia farmacológica.
"Después de 10 años, había una ventaja a favor de los pacientes del grupo de la angioplastia con una tasa de problemas cardiacos graves de un 3,2% frente a un 9,5 % en el grupo de la terapia farmacológica", explican los autores en su trabajo.
Los investigadores remarcan que practicar una angioplastia tras un infarto sólo es beneficiosa si existe una isquemia asintomática. Si este trastorno no aparece, la angioplastia podría no ser la mejor opción, tal como han demostrado recientes estudios.
Con todo, los investigadores también destacan que son necesarios nuevos trabajos que verifiquen los resultados de su estudio ya que éste presenta algunas limitaciones. Entre ellas, señalan el hecho de que la terapia farmacológica empleada para este tipo de trastornos se ha modificado notablemente en los últimos tiempos y hoy en día no se usan los mismos medicamentos que se emplearon en el estudio.
Desde hace unos meses en los tratamientos para evitar complicaciones coronarias tras un infarto se emplean fármacos como el antitrombótico clopidogrel, que está dando buenos resultados.
Según explica el doctor Bardají, en nuestro país el empleo de la terapia farmacológica o de angioplastia depende de la gravedad de la isquemia. "Si es pequeña y la capacidad de esfuerzo del paciente es grande suele optarse por el tratamiento farmacológico. Si, por el contrario, es importante y ocurre a un nivel bajo de esfuerzo, se recurre a un cateterismo, una angioplastia o incluso a cirugía", indica.
|