La batalla contra la epidemia de sida no se podrá ganar mientras los
usuarios de drogas por vía parenteral infectados con el VIH sigan sin
acceso a las terapias. Alto y claro han denunciado esta situación los
responsables del programa de Naciones Unidas contra el sida (ONUSIDA).
"Alrededor del 10% de todos los nuevos contagios
por VIH que se registran en el mundo se dan entre personas que se
inyectan droga", ha declarado el director regional de ONUSIDA para Asia
y Pacífico, Prasada Rao. Sin embargo, sólo el 8% de los 13 millones de
consumidores de drogas por vía parenteral que hay en el planeta acceden
a los programas de VIH.
La transmisión del virus por vía parenteral es especialmente elevada en Asia, donde viven casi la mitad de los drogadictos, y en Europa del Este,
pero también está emergiendo como una nueva vía de transmisión en
algunos países del África subsahariana, como Kenia, Nigeria, Sudáfrica
y Tanzania.
"La práctica muestra que los programas de prevención del virus de la
inmunodeficiencia humana son muy eficaces entre aquellos individuos que
se inyectan droga, pero el problema es que estas personas no tienen
acceso a ellos", explica Rao.
Según los datos de ONUSIDA, el acceso a la terapia antirretroviral es "inaceptablemente baja"
entre los consumidores de drogas. Prasada Rao critica "la falta de
información, la exclusión y la discriminación que sufren los
toxicómanos seropositivos". Para que la lucha contra el sida fuera
eficaz el 80% de los drogodependientes con VIH deberían acceder a los
programas de VIH.
"Los programas de VIH entre los usuarios de drogas pueden marcar la
diferencia en la lucha contra el sida", afirma ONUSIDA. "Los recursos
financieros deberían utilizarse en estrategias más innovadoras que
fomenten la atención a estas personas", reconoce.
|