Un estudio
comprueba en ratones que una de las funciones de las llamadas "células
basureras" es defender al organismo de la perniciosas consecuencias de
una dieta rica en grasa
Según un estudio
de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), los macrófagos parecen
desempeñar un papel bloqueando la obesidad.
La investigación
subraya el papel beneficioso de estas células en la lucha contra los
efectos de una dieta rica en grasas, algo que han comprobado en
ratones. Publican su estudio en la edición electrónica de "Nature",
donde tratan de contrarrestar la "mala reputación" de los macrófagos,
conocidos como "células carroñeras" o "células basureras", dado que su
función es engullir los desechos celulares y los agentes patógenos.
"También pueden desempeñar tareas buenas", escriben.
Los autores
descubrieron un "interruptor" molecular que puede cambiar la función de
los macrófagos, de modo que asuman un papel que bloquea el desarrollo
de la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2, muchas veces
asociadas a la obesidad.
"Hemos identificado
un papel hasta ahora desconocido que los macrófagos pueden desempeñar
protegiendo al organismo de los efectos deletéreos de una dieta rica en
grasa", afirman.
A su juicio, los
resultados obtenidos son interesantes porque desafían la típica visión
en el campo de la obesidad, en la que se tiende a ver los macrófagos
como células patógenas. De hecho, en los últimos años, en algunos
estudios se ha observado que en el tejido graso de animales obesos,
estas células actúan como fuente de señales químicas que exacerban las
complicaciones asociadas a la obesidad y a la resistencia a la
insulina. En este papel perjudicial para el organismo, los macrófagos
activados liberan señales químicas que desencadenan inflamación. Sin
embargo, en el presente estudio se ha identificado otro papel,
diametralmente opuesto al citado, en el que los macrófagos actúan
resolviendo la inflamación.
Para estudiar esta
acción dual, investigaron una molécula que se encuentra en el núcleo de
las células, llamada PPAR-gamma, implicada en cómo las células detectan
los ácidos grasos.
Así, crearon ratones
manipulados genéticamente que carecían de PPAR-gamma en sus macrófagos.
Estos animales ganaron un 20% más peso que los ratones normales y
estaban más predispuestos a desarrollar resistencia a la insulina
inducida por la dieta.
Los resultados
sugieren, en opinión de los investigadores, que los macrófagos se
pierden en casos de excesivo consumo de grasa, y que esas células
perdidas son precisamente las que ejercen el programa de activación
alternativa que lucha contra la obesidad. Al perder estas células, los
ratones se convierten en obesos, así como intolerantes a la glucosa y
resistentes a la insulina.
Nature 2007;doi:10.1038/nature05894
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