Se calcula que de cada 100 fumadores que intentan dejar el cigarrillo,
60 retoman el hábito a los tres días, 93 lo hacen a los tres meses y
sólo dos o tres logran mantenerse alejados del tabaco al año de haberlo
abandonado. Así de despiadado es este hábito-enfermedad-adicción que
todos los años se cobra la vida de 40.000 argentinos, de los cuales
6000 mueren por enfermedades relacionadas con la exposición al humo
ajeno.
En este panorama sin concesiones, se informó ayer que ya está
disponible en el país un nuevo recurso farmacológico que puede ayudar a
disminuir los síntomas de la cesación tabáquica, la vareniclina.
“No elimina la idea de fumar –dijo durante la presentación el
doctor Hayden Mc Robbie, investigador de Estudios Clínicos de la
Universidad de Auckland, Nueva Zelanda-, pero ayuda a reducir los
síntomas de abstinencia, la irritabilidad y otros trastornos que uno
experimenta cuando abandona el cigarrillo. También reduce la
satisfacción que obtiene del tabaco."
Pero inmediatamente agregó: "Tenemos que darles ayuda a los
que la necesitan, pero quiero subrayar que no hay curas mágicas. Lo
mejor que se puede hacer es usar una combinación de fármacos y apoyo
especializado".
Según explicó el doctor Fernando Müller, director del proyecto
Medef (Médico Especialista en Dejar de Fumar), el tabaquismo es un
hábito generado socialmente que rápidamente se transforma en adicción.
"Fumar es una enfermedad crónica recurrente -subrayó-,
sostenida por una triple dependencia química, biológica y social. El
fumador tiene en promedio 22 años menos de vida. Sus tasas de
morbilidad triplican las de los no fumadores. El tabaquismo está
relacionado con 24 enfermedades mortales."
La dependencia que crea la nicotina es implacable. Al inhalar
el humo, esta sustancia llega a receptores del cerebro que activan los
centros de placer en diez segundos. "El cigarrillo es la manera más
eficaz de «lanzar» la nicotina -dijo McRobbie-. Si la inyectáramos por
vía endovenosa no lograríamos un efecto tan veloz."
Pero así como actúa en forma casi instantánea, su efecto
disminuye también rápidamente, lo que provoca intensas ansias de volver
a fumar. El ciclo se repite una y otra vez sin solución de continuidad
y, cuando se interrumpe, la falta de nicotina provoca un síndrome de
abstinencia.
"Dejar de fumar no es sencillo -dijo Pedro Cofman, coordinador
de los cursos de cesación del tabaquismo y de los grupos de autoayuda
del Chau, Pucho Club, de la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer
(Lalcec)-. No importa el motivo por el cual se apagó el último
cigarrillo, se siente una gran ansiedad y siempre se está sujeto a una
recaída. Soy un ex fumador. Empecé a los 12 o 13 años en la puerta de
la escuela. A los 48 , fumaba más de 60 cigarrillos diarios. Dejé un 8
de junio, hace casi una década, y ahora me doy el gusto de caminar, de
correr. Dejar de fumar es posible."
Quienes buscan ayuda para hacerlo, pueden encontrarse con
múltiples opciones. "Hay tantas cosas allí afuera -dijo McRobbie-. Si
uno busca en Google, encuentra cientos de miles de ofertas, pero muchas
de ellas no funcionan. Por ejemplo, la acupuntura y los remedios
herbales no tienen efecto comprobado. Tenemos que ajustarnos a lo que
sabemos y ser cuidadosos acerca de lo que recomendamos."
Y lo que los especialistas aconsejan es encarar un tratamiento
integral, con terapias conductuales, consejería presencial y
telefónica, y medicación. "El breve consejo del médico es muy
importante. Tenemos que aconsejar a cada fumador que deje de fumar, y a
los que necesitan ayuda, ofrecerles respaldo basado en evidencias",
agregó.
Hasta ahora, entre los fármacos que prometían ayuda para
liberarse del tabaco estaban la terapia de reemplazo nicotínico
(parches y chicles) y el bupropion, un antidepresivo. La vareniclina es
un nuevo recurso que se suma a este abanico de opciones.
"Se mostró que es efectiva, más que el bupropion, y por suerte
segura -dijo McRobbie-. Como otras medicaciones, tiene algunos efectos
adversos, de los cuales la náusea parece ser el más común, aunque sólo
moderada. Es fácil tomarla y no tiene interacciones graves. Pero
tendremos que ver cómo funciona en la vida real."
"Es un recurso útil, sin ninguna duda, pero no debe
considerarse una panacea -opina, por su parte, la doctora Verónica
Schoj, del Grupo Antitabaco del Hospital Italiano-. Todas las
evidencias muestran que triplica la efectividad del placebo a doce
semanas, pero esto no es tan claro en el mediano y largo plazo. Por
otro lado, todavía no hay recomendaciones para la práctica clínica."
"Hay que tomar estas cosas con cautela -agrega Schoj-. Las
principales conclusiones del metaanálisis de la base Cochrane son que
la vareniclina es el triple de efectiva que el placebo, y que es
superior al bupropion a la luz de la evidencia actual, pero que se
necesitan estudios independientes (dado que todos los ensayos clínicos
fueron financiados y manejados por la compañía que la produce). También
concluyen que es necesario realizar estudios de vareniclina contra
sustitutos nicotínicos, y más estudios contra bupropion para determinar
la efectividad comparada con mayor certeza."
Y concluye: "¿Es una droga para usar ahora y dejar de lado
todo lo demás? ¿La seguridad social va a cubrir los tratamientos?
Porque en el país la principal limitante es el costo (entre 800 y 1200
pesos por doce semanas)... A mí me parece que abre un horizonte muy
interesante, pero que no hay que generar falsas expectativas, como si
ahora dejar de fumar estuviera garantizado. Todo tratamiento es
muchísimo más efectivo y contundente si se incluye dentro de una
política integral del control del tabaco, con ambientes libres de humo,
profesionales que dan consejos, prohibición de publicidad del
cigarrillo...."
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