A casi dos años de la introducción de la vacuna contra la hepatitis A
en el calendario vacunatorio oficial, su uso masivo en la Argentina ha
demostrado revertir la hasta ese momento creciente tendencia en el
impacto de esta enfermedad, que, en sus casos más graves, puede causar
la muerte o poner a la persona en necesidad de un trasplante de hígado.
"En 2006 se notificaron sólo 8000 casos de hepatitis A en todo el país,
contra los más de 50.000 casos registrados en 2004, en el momento pico
de esta enfermedad", dijo a LA NACION el doctor Eduardo López, médico
infectólogo a cargo del Departamento de Medicina del Hospital de Niños
Ricardo Gutiérrez, que a principios de mes disertó sobre el impacto de
la vacuna en el XII Congreso Latinoamericano de Infectología
Pediátrica, en San José, Costa Rica.
La hepatitis A, que se transmite de persona a persona o a
través de alimentos contaminados, afecta principalmente a los niños en
edad escolar, que representan alrededor del 40% de los casos, seguidos
por los adolescentes y los adultos jóvenes. Entre 2000 y 2004 se
produjeron 150.000 casos de esta enfermedad, cuya incidencia fue
aumentando, hasta que en 2005 se introdujo la vacuna en el calendario
vacunatorio oficial.
A partir de ese momento, no sólo se redujeron abruptamente los
casos de hepatitis A, sino también los trasplantes de hígado causados
por la enfermedad.
"Hasta 2004 se producían aproximadamente 20 trasplantes
hepáticos en el país como resultado de la hepatitis A fulminante, pero
desde mediados de 2006 no hemos recibido ningún caso argentino de esta
enfermedad que requiriera un trasplante de hígado en los cuatro
principales centros de trasplante del país", dijo a LA NACION el doctor
Roberto Debbag, médico principal del Servicio de Infectología del
hospital Garrahan.
Debbag presentó en el último Congreso Internacional de
Trasplantes Pediátricos, realizado en abril, en Cancún, México, un
resumen de la experiencia en trasplantes hepáticos de los hospitales
Garrahan, Italiano y Austral, y de la Fundación Favaloro. Allí se
consigna el impacto real de la vacuna: desde mediados de 2006 los
únicos trasplantes por hepatitis A fulminante realizados en el país
fueron en pacientes provenientes de Uruguay.
"Al reducir la demanda de hígados para trasplante, la
introducción en el calendario vacunatorio de la vacuna antihepatitis A
produjo también una mayor disponibilidad de estos órganos", agregó el
doctor Debbag. Pero más allá de los logros obtenidos con la
incorporación de la vacuna, algunos especialistas sugieren que todavía
falta mucho por hacer.
Hoy, en la Argentina, al cumplir su primer año de vida, los
bebes deben recibir una dosis de vacuna antihepatitis A, según estipula
el calendario vacunatorio oficial. Sin embargo, las vacunas disponibles
han sido desarrolladas para ser administradas en dos dosis. ¿Por qué
una sola dosis?
¿Una o dos dosis?
Más allá de una cuestión de costos -cada dosis cuesta 7
dólares y en la Argentina nacen 700.000 chicos por año...-, la idea de
que una sola dosis basta para conferir inmunidad responde a una
hipótesis científica. "Existen vacunas en las cuales, después de que
los individuos han sido vacunados, el mismo virus contra el que brindan
protección potencia ese efecto protector", explicó a LA NACION el
doctor Pablo Bonvehí, jefe de infectología del Cemic y coordinador de
la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología.
Pero este fenómeno parece no ocurrir con la vacuna
antihepatitis A en una sola dosis. "Aunque en el corto plazo una sola
dosis produce una inmunización rápida y altamente efectiva, un reciente
estudio realizado en China mostró que, a los 8 años de la vacunación,
el esquema completo sigue ofreciendo una protección del 98%, mientras
que el esquema monodosis sigue protegiendo sólo al 72%", comentó el
doctor López.
"Si los resultados de este estudio son confirmados por otros
trabajos, entonces no deberíamos dejar de dar una segunda dosis,
porque, de lo contrario, de aquí a unos años, va a haber un 28% de
chicos vacunados que van a dejar de estar protegidos -opinó López-. Y
esto va a ocurrir todos los años, hasta que en algún momento vuelva a
producirse un brote de hepatitis A."
Un estudio internacional del que participó la Argentina, que
determinó qué porcentaje de los niños poseen anticuerpos protectores
contra la hepatitis A (ya sea gracias a la vacunación como debido al
contacto con el virus salvaje), muestra que el porcentaje de
inmunización va decayendo con el tiempo.
"Estudiamos a 1878 chicos de la ciudad de Buenos Aires, el
conurbano bonaerense, el Chaco, Córdoba, Santa Cruz y Jujuy, y
observamos que hasta los 4 años sólo el 25% tenía anticuerpos
protectores, entre los 5 y los 9 años ya el 48% tenía anticuerpos, y
que entre los 10 y los 14 años esa protección alcanzaba al 52%
-sintetizó López-. Este estudio sugiere que hay población grande en la
Argentina que aún hoy está sin protección ante la hepatitis A."
Consultadas por LA NACION, fuentes del Ministerio de Salud
dijeron que no se espera que haya cambios en el esquema de vacunación
contra la hepatitis A en los próximos 3 a 5 años. Sólo entonces habrán
culminado estudios en curso de ese ministerio sobre el impacto de la
introducción de esa vacuna en el calendario oficial.
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