Aunque los problemas para tragar y digerir los alimentos suelen ser más
frecuentes a partir de los 75 años, no es necesario llegar a la tercera
edad para reconocer ciertas señales de alarma al comer o beber que
pueden prevenir la aparición de uno de los trastornos más comunes del
proceso de deglución, la disfagia.
Si se considera que ese proceso comienza al masticar la comida y formar
el bolo alimenticio, entonces el 45% de los adultos tiene riesgo de
desarrollar esa desagradable sensación de que los alimentos quedan
atascados en la garganta sin avanzar al estómago. Entre las personas
que viven en residencias para adultos mayores, esa cifra sube al 66 por
ciento.
"La disfagia no es una enfermedad, sino un conjunto de
síntomas de una enfermedad -aclaró a LA NACION el licenciado en
kinesiología y fisiatría Horacio Cámpora, integrante de la Clínica de
la Deglución de Fleni-. El primer síntoma es la imposibilidad de
tragar, la tos y hasta el ahogo que sufre el paciente ante la
dificultad deglutoria que, de prolongarse [y no consultar a un médico],
puede provocar deshidratación y desnutrición por la falta de alimentos
y líquidos con la calidad y en la cantidad adecuadas."
Entre las causas más frecuentes de disfagia están las
alteraciones de la anatomía o el funcionamiento de la garganta y el
esófago, ya sea por el paso de los años o por alguna enfermedad del
sistema nervioso o muscular, como puede ocurrir en los pacientes con
Parkinson o que han tenido un accidente cerebrovascular. También están
en la lista las prótesis dentales, cuando están mal colocadas, quedan
flojas o el paciente no utiliza adecuadamente el adhesivo para fijarlas
a las encías.
"Hay pacientes que sufren una alteración de la deglución sólo
porque tienen prótesis dentales. Como no pueden masticar bien alimentos
como la carne o el pollo, empiezan a tener problemas para tragar,
cambian los hábitos alimentarios y muchos empiezan a perder peso",
comentó Cámpora. En este caso, la solución es consultar al médico para,
en caso de no poder modificar la prótesis, cambiar adecuadamente la
alimentación para mejorar la preparación del bolo alimenticio.
"Si interpretamos que el proceso de deglución empieza al
masticar, esos pacientes, que son muchos, tendrían disfagia -agregó el
especialista en rehabilitación de pacientes con problemas para
alimentarse-. Hay muchos autores de la literatura médica que opinan que
la disfagia se limita a la imposibilidad de tragar el bolo
alimenticio." Sin embargo, lo más frecuente en los consultorios es
considerar la masticación como el punto de partida del proceso
digestivo.
Problemas estructurales
En la población general, un tipo de disfagia frecuente es
la provocada por cambios estructurales en la zona de la garganta, como
son los que pueden producir los tumores de cabeza y cuello, las
traqueotomías o el uso de sondas nasogástricas.
Muchas veces, los pacientes llegan a la colocación de la sonda
por haber desatendido señales de alarma como la tos al comer ciertos
alimentos que antes podían tragar sin dificultad o la necesidad de
hacer varios intentos para poder tragar un mismo bocado.
"En estos casos, cuando se diagnostican a tiempo, lo más
aconsejable es cambiar la alimentación diaria del paciente y evitar
ciertos productos para que siga disfrutando normalmente de lo que le
gusta y, sobre todo, se pueda evitar tener que usar una sonda
nasogástrica", precisó Cámpora.
Los otros dos tipos de disfagia son la orofaríngea (cuando un
problema en la boca y la faringe impide el paso de los alimentos
líquidos o sólidos) y la esofágica (cuando la causa de la imposibilidad
de tragar es un trastorno motor o sensitivo). "Es frecuente escuchar
que a un abuelo le cuesta comer y tose -comentó-. Cuando esto ocurre
por segunda vez, hay que observar con qué alimentos ocurre y consultar
a un médico."
Las migas de pan, el pan con centeno, el arroz, las lentejas,
las arvejas, las frutas con pellejo, como la naranja y la mandarina, y
las frutas con semillas pequeñas, como la frutilla o el kiwi, son los
alimentos que se recomienda evitar para prevenir que la disfagia avance
hacia un problema más grave. "La tos ayuda a que los alimentos no
ingresen en el pulmón, por lo que no hay que insistir en comer cierto
alimento cuando una persona tose una o dos veces, ya que ese reflejo
natural y primer síntoma de disfagia irá desapareciendo", dijo Cámpora.
A los pacientes con Parkinson el especialista recomendó darles
la comida una vez que el medicamento indicado hizo efecto y que la
persona puede nuevamente coordinar bien labios, lengua, faringe y
laringe.
Pero si el endurecimiento muscular o la reducción de la
movilidad del tubo digestivo que causan esa sensación de que los
alimentos no pasan por la garganta o se atascan al tragar se deben sólo
al paso de los años, realizar natación, yoga o ejercicios
kinesiológicos puede devolver la funcionalidad perdida y eliminar la
disfagia.
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