La ONU cree que "el problema de las drogas en el mundo está bajo
control", ya que hay indicios de estabilización en el cultivo,
producción y consumo de todas las sustancias ilegales, especialmente el
cannabis, la más utilizada y cuyo avance da muestras por primera vez en
décadas de detenerse.
"El problema de la droga en el mundo empieza a estabilizarse, así
que, con suerte, en sólo unos años habrá evidencias estadísticas e
incontrovertibles que confirmen esta tendencia", aseguran los expertos
de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD) en su
Informe Mundial sobre Drogas 2007, difundido hoy en Ginebra. En
la víspera del XX Día Mundial Contra las Drogas, el máximo responsable
del informe, Thomas Pietschmann, apuntó que, pese a los logros, "el
problema no está solucionado", pues el 4,8 por ciento de la población
mundial de entre 15 y 64 años consume drogas ilegales (200 millones de
personas) y para un 0,6 por ciento suponen un serio problema (25
millones). De esos 200 millones de personas, 159 millones
consumen cannabis, lo que supone el 3,8 por ciento de la población de
entre 15 y 64 años, aunque, por primera vez en décadas, se ha detectado
una parada del consumo, así como un descenso anual del 7 por ciento en
la producción en 2005. Mientras que en 2000 el 56 por ciento de
los países detectó un aumento del consumo de cannabis, en 2005 ese
porcentaje cayó al 49. Pietschmann explicó que es difícil
controlar su tráfico, ya que la planta es cultivada hasta en 172 países
y a menudo en pequeñas plantaciones o incluso por parte de los propios
fumadores, con lo que no es necesario que recorra grandes distancias
para que llegue al consumidor final. En 2005 el cannabis
incautado, tanto de marihuana -hojas de la planta- como de hachís
-resina-, cayó en todo el mundo, debido al descenso del tráfico
internacional (relacionado a su vez con el aumento del autocultivo) y a
la estabilización de la demanda. Además, descendió
considerablemente la producción de hachís en Marruecos, de donde
procede el 70 por ciento del que se comercializa en Europa y el 27,2 en
todo el mundo. Respecto a la cocaína, consumida anualmente por
14,3 millones de personas (0,3 por ciento de la población entre 15 y 64
años), Pietschmann detalló que el cultivo en los países andinos, de
donde procede la mayoría, continúa cayendo, fundamentalmente en
Colombia, donde el área cultivada se redujo el 52 por ciento en los
últimos 6 años. En cambio, en Perú y Bolivia la producción ha
aumentado ligeramente, aunque aún es poco significativa, según los
datos del informe, que reflejan que la demanda mundial también ha
descendido, especialmente en Estados Unidos, aunque que en Europa,
liderada por España, se ve un avance "alarmante" del consumo. Además,
cerca del 45 por ciento de la cocaína producida es interceptada, así
como más de un 25 por ciento de toda la heroína, frente al 24 y al 15
por ciento de 1999, respectivamente. Respecto a los opiáceos,
consumidos por 15,6 millones de personas (0,4 por ciento), Pietschmann
alertó de que su producción en Afganistán, de donde procede el 92 por
ciento de la heroína, ha aumentado el 50 por ciento sólo en 2006. "Ese
espectacular incremento ha compensado relativamente los logros
alcanzados en otros lugares, especialmente en el sudeste asiático",
lamentó el experto, para quien "en Afganistán el opio es una cuestión
de seguridad, no de drogas". La provincia de Helmand, en el sur,
se está convirtiendo "el mayor proveedor del mundo, con un cultivo
ilegal mayor al del resto del país junto o que el de Birmania o
Colombia", añadió. En lo que se refiere a anfetaminas y el
éxtasis (consumidas por 24,9 y 8,6 millones de personas,
respectivamente), el informe habla de niveles de producción
estabilizados, con un descenso de cerca del 0,5 por ciento en las
cantidades consumidas. En el caso concreto del éxtasis, el
descenso mundial fue del 10 por ciento en 2005, según Pietschmann, que
advirtió de que "la situación se puede deteriorar de nuevo, por lo que
no se debe levantar el pie del freno" sobre el consumo y producción de
drogas. Uno de los principales retos en ese sentido es, en su
opinión, la detección de las nuevas rutas, que cada vez pasan más por
África, tanto en el caso de los traficantes de cocaína procedentes de
Colombia como el de los contrabandistas de heroína de Afganistán. Ese
desvío hacia África puede causar estragos en un continente "arrasado ya
por otras tragedias", por lo que se debe aumentar también la lucha
contra el crimen organizado en ese territorio, el lavado de dinero y la
corrupción, así como aumentar los programas de prevención del consumo.
|