Dos estudios, publicados en la revista 'The New England Journal of Medicine', evalúan el riesgo que puede tener sobre el feto si la madre toma antidepresivos durante el primer trimestre de gestación. Aunque los dos trabajos no ofrecen datos similares, la conclusión es la misma: aunque algunos fármacos parecen estar relacionados con más peligro de que el bebé desarrolle diferentes defectos congénitos, el aumento de esa probabilidad es pequeño.
"Hay que ser muy prudente a la hora de extraer conclusiones ante los
resultados de estudios aislados. Nosotros recomendamos a las mujeres en
tratamiento para su depresión que intenten no quedarse embarazadas. Si la gestación se produce, disminuimos al máximo el fármaco y si se puede lo quitamos,
a no ser que pueda reagudizarse el cuadro clínico", explica Julio
Vallejo Ruiloba, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y
jefe del servicio de dicha especialidad en el Hospital Universitario de
Bellvitge, Barcelona.
A finales de 2005, la farmacéutica GlaxoSmithKline llamaba la
atención ante los datos de un estudio en el que se había detectado un
mayor riesgo de malformaciones congénitas entre los recién nacidos
expuestos a paroxetina, un inhibidor selectivo de la recaptación de
serotonina (ISRS), durante los primeros días de su gestación.
Desde entonces, diferentes autoridades sanitarias cambiaron el
prospecto de este fármaco para indicar ese riesgo sobre los hijos de
mujeres embarazadas. También se han sucedido nuevos estudios para
evaluar el efecto de estos antidepresivos cuando se toman durante los
primeros meses de formación del feto. Con anterioridad a esos trabajos,
ya había gran preocupación sobre esos posibles riesgos, sin embargo, las investigaciones existentes eran pequeñas, con ciertos defectos en su realización y sin gran evidencia científica.
Los estudios que ahora publica 'NEJM' son trabajos "bien
establecidos, a largo plazo y utilizan un grupo control", destaca el
editorial que publica la misma revista. Sin embargo, los resultados que ofrecen muestran "la dificultad de interpretar estos estudios".
Las dos investigaciones evaluaron a un gran número de participantes:
en torno a 9.000 bebés con malformaciones congénitas y más de 4.000 sin
estos trastornos, como grupo control, en cada uno de los estudios. Sin
embargo, la tasa total de exposición a antidepresivos tipo ISRS
inmediatamente antes de la gestación o en los primeros meses sólo fue
del 3%. Además, los autores no pudieron recopilar información sobre el
tiempo que las mujeres llevaban tomando estos fármacos ni la dosis que
recibían.
Diferentes riesgos
Los resultados de uno de los trabajos, realizado por investigadores
de la Universidad British Columbia en Vancouver y de los Centros para
el Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta (Canadá), muestran
que el empleo de ISRS se relaciona con un mayor riesgo en el feto de tener anencefalia (defecto del tubo neural), craneosinostosis (fusión prematura de una o más suturas craneales) y onfalocele (defecto en la pared abdominal).
En cambio, el estudio llevado a cabo por investigadores del Centro
de Epidemiología Slone de la Universidad de Boston, del Hospital
General para Niños de Massachusetts y de la Universidad de Harvard
(todas en EEUU) no muestra esa relación. Este trabajo detecta otro tipo de riesgos y sólo con la sertralina y la paroxetina (ambos, ISRS).
El primer fármaco se asocia con más posibilidades de sufrir
alteraciones en el tabique auricular y el segundo, con obstrucción en
el flujo ventricular derecho.
A pesar de estos datos, tanto los investigadores de los dos trabajos
como el autor del editorial, Michael F. Greene, doctor del Hospital
General de Massachusetts, señalan que algunas de las alteraciones congénitas detectadas podrían deberse al azar.
Otro dato que destaca Greene es que la baja incidencia de
malformaciones congénitas cardiacas, aproximadamente 7 por cada 1.000
--y la obstrucción del flujo del ventrículo derecho es una fracción de
esta cifra-- conlleva que, aunque los antidepresivos aumenten ese
riesgo, en general la probabilidad de tener un problema de este tipo al
nacer es baja.
"Tanto los pacientes como los médicos preferirían una separación más clara del 'riesgo' y del 'no riesgo'
y que todos los estudios dieran resultados consistentes que apuntaran a
la misma dirección. Desafortunadamente, con frecuencia este no es el
caso, y los datos sobre los riesgos que conllevan los ISRS no son una
excepción", afirma el editorial.
Finalmente, Greene concluye que los dos estudios, junto con el resto
de información disponible, sugieren que "cualquier aumento del riesgo
de estas malformaciones en relación con el uso de ISRS es probable que
sea pequeño desde el punto de vista de riesgos absolutos".
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