Cada vez que hace un bypass gástrico –la operación que se emplea para
hacer descender de peso a pacientes obesos– hay algo que intriga al
doctor Oscar Brasesco: apenas un par de días después de la
intervención, cuando todavía no tuvieron tiempo de adelgazar, los
diabéticos tipo II se van a su casa con niveles normales de azúcar en
la sangre.
“Se normalizan al otro día de operados –subraya Brasesco, cirujano del
Hospital Austral y de la Fundación Favaloro–. El 70 por ciento de los
pacientes que operamos son diabéticos y al otro día no toman más
medicación hipoglucemiante.”
Precisamente para estudiar el mecanismo que existe tras estos
sorprendentes efectos de la cirugía bariátrica, el especialista ha
iniciado un protocolo de investigación en conjunto con la Cleveland
Clinic, de los Estados Unidos, que operará en condiciones controladas a
pacientes obesos (con índice de masa corporal, que se obtiene
dividiendo el peso por la altura elevada al cuadrad, de entre 30 y 35),
con menos de diez años de diabetes y que todavía conserven células beta
(productoras de insulina) funcionales en el páncreas.
"En agosto o septiembre a más tardar, empezaremos a operar a
un grupo de diez pacientes -cuenta Brasesco, que es director médico de
Obesidad y Cirugía Miniinvasiva de ambas instituciones-. Para febrero
tenemos el compromiso de presentar los resultados de esta primera etapa
de investigación en los Estados Unidos, donde la FDA y la Asociación
Americana de Cirugía Bariátrica y Metabólica los tomarán como
referencia."
La idea es provocativa: cirugía para la diabetes. ¿Qué
presumen los especialistas que puede ocurrir? Que las personas operadas
se curen.
"El bypass gástrico se empezó a usar para corregir los
parámetros que conducen a la diabetes en los hiperobesos, con índice de
masa corporal (IMC) de 40 o más -comenta el doctor León Litwak, jefe de
la Sección Diabetes y Metabolismo del Hospital Italiano-. Si no hay
factores de riesgo asociados, uno tiene tiempo para esperar un descenso
de peso importante, pero hay casos en que los tiempos biológicos no lo
permiten. Incluso ya hay trabajos publicados que muestran que es
posible alcanzar la curación. Si este trabajo de investigación confirma
la utilidad del bypass gástrico en pacientes de menor IMC, tal vez
habrá que empezar a recomendarlo más precozmente."
El doctor Maximino Ruiz, consultor del Hospital de Clínicas,
precisa: "En el caso de los diabéticos obesos, es lo indicado. Pero la
diabetes tipo II es una enfermedad hereditaria; no se cura: se
controla."
Según la última encuesta del Ministerio de Salud, la
prevalencia de diabetes en la Argentina es del 11,5%. El 95% de los
diagnosticados tiene diabetes tipo II. Aproximadamente el 80% de los
casos de este tipo de diabetes están asociados con el exceso de peso:
según diversos estudios, tener un IMC superior a 35 aumenta 93 veces el
riesgo de diabetes en las mujeres y 42 veces en los hombres.
El bypassgástrico fue desarrollado en 1967 por un cirujano
norteamericano, Edward Mason, luego de observar que ciertas mujeres que
habían sufrido una gastrectomía parcial por úlcera péptica perdían peso
y no volvían a engordar. Se lo considera una cirugía mixta porque
produce una restricción de la ingestión de alimentos y, por otro lado,
inhibe parcialmente su absorción por parte del organismo.
Un enigma por resolver
"El estómago de un obeso tiene entre dos y tres litros de
capacidad [lo normal es alrededor de un litro y medio] -explica
Brasesco-. Al comer, los alimentos pasan de allí al duodeno, donde se
reúnen con los jugos digestivos [biliares y pancreáticos],
imprescindibles para su absorción. Lo que hacemos es dividir el
estómago en dos y crear un pequeño «bolsillo» de entre 20 y 30 cm3.
Este «bolsillo» queda separado del resto del estómago y se une con la
segunda porción del intestino delgado. Luego, unimos el extremo del
duodeno con la pared lateral del intestino. A partir de ese punto
comienza la absorción normal de los alimentos."
La cirugía como tal tenía una indicación específica, pero lo
que está llamando la atención de muchos investigadores en el mundo es
que parece tener dos tipos de efectos: uno sobre el hambre y otro sobre
el metabolismo.
"Nosotros operamos al paciente, le hacemos un estómago muy
chiquito, y entonces puede comer poco, pero además no tiene hambre
-afirma Brasesco-. Es muy distinto de lo que ocurre con la banda
gástrica [otra de las técnicas de cirugía bariátrica], después de la
cual a veces los pacientes tienen más hambre que antes, porque comen
menos."
El porqué de este reordenamiento del rompecabezas fisiológico
es todavía un enigma. Una de las hipótesis que se barajan para explicar
el primer efecto es que la restricción del paso de los alimentos por el
estómago produce una superproducción y posterior descenso de la
secreción de la hormona del hambre: la grelina. De hecho, en las
personas operadas con la técnica del bypass gástrico, en lugar de
registrar picos a lo largo del día, la secreción de grelina se mantiene
constante y muy por debajo de los niveles basales.
"La grelina se segrega fundamentalmente en el estómago, en el
antro gástrico -dice Brasesco-. Pero allí y en el duodeno se segregan
también entre el 90 y el 95% de las hormonas digestivas. De todas
ellas, sólo conocemos menos del 10% e ignoramos la gran mayoría de sus
mecanismos de regulación. Así como se altera la grelina, también se
modifica otra serie de hormonas, y entre ellas la PG-1, que aumenta la
secreción pancreática de insulina. El resultado es que en los pacientes
obesos los niveles de azúcar en la sangre se normalizan." Tal vez este
protocolo de investigación ayude a averiguar por qué.
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