En 1993, la Organización Mundial de la Salud lanzó una estrategia para conseguir que las personas con tuberculosis siguiesen el tratamiento contra esta enfermedad. Pero el incumplimiento de las terapias sigue siendo el gran problema de la epidemia: la mitad de los tuberculosos deja los fármacos. Un estudio analiza algunas de las causas.
Pese a que la tuberculosis tiene cura, cada año mueren dos millones
de personas por esta infección. El tratamiento con antibióticos es
largo (seis meses) y cargado de efectos secundarios, así que muchos lo
dejan, sobre todo cuando empiezan a sentirse mejor. Muchas veces este
incumplimiento terapéutico se tilda de conducta 'irresponsable', pero
otros factores influyen. "Los pacientes a menudo toman su medicación bajo circunstancias difíciles
y se enfrentan a retos significativos, muchos de ellos fuera de su
control directo", concluyen los autores del nuevo trabajo, publicado en
el último número de la revista 'PLoS Medicine'.
"Hace falta un cambio de perspectiva para prestar mayor atención al entorno social y económico
en relación con la infección de tuberculosis", comentan los autores.
Pese a que muchos programas para mejorar el cumplimiento se centran en
fortalecer el 'deseo' de seguir la terapia, no basta con que el
paciente quiera recibir los fármacos.
Si el afectado tiene muchos síntomas y la clínica está lejos o si
los horarios del centro le impiden ir a trabajar, acabará dejando el
tratamiento. Pese a que el incumplimiento se considera una conducta
"irresponsable". Así lo han visto los investigadores, expertos en salud
pública de Sudáfrica, Reino Unido y Noruega, tras revisar 44 estudios
(en total, más de 3.000 personas infectadas por 'Mycobacterium
tuberculosis') en los que se entrevistaba a los pacientes, familiares y
sanitarios sobre su opinión sobre los tratamientos y la enfermedad.
Pobreza, creencias y el entorno
A partir de este análisis, han identificado cuatro grandes factores
que determinarán si el paciente cumplirá el régimen antibiótico y que
no siempre dependen de sí mismo: estructurales (como la pobreza),
personales (como las actitudes), sociales y sanitarios.
"Incluso cuando está deseando adherirse [al tratamiento], factores estructurales como la pobreza y la discriminación de género
pueden impedírselo", señalan los autores. Un paciente boliviano
comentaba en una de las investigaciones: "Es un poco difícil, porque,
como te decía, la radiografía y el análisis de control cuestan más de
100 bolivarianos [unos nueve euros]; la consulta cuesta 15 [1,4
euros]... Me costará casi 150 bolivarianos [14 euros] iniciar el
tratamiento otra vez. Ahora mismo, ni siquiera tengo dinero para el viaje al hospital".
Los autores recuerdan que "las intervenciones para mejorar la
adherencia no sólo deberían centrarse en el paciente, sino también en
un contexto más amplio y en el sistema sanitario". Al fijarse en los factores directamente relacionados con el paciente,
los autores recomiendan que se preste menos atención a las motivaciones
y más a aspectos personales y sociales, como la pobreza y la
marginación que "pueden emplearse para identificar a pacientes con
riesgo de no seguir su régimen".
En su estudio han visto que los conocimientos, actitudes y creencias
sobre la enfermedad y su tratamiento tienen una importante influencia
en el seguimiento. Por ejemplo, algunos pacientes no creían sufrir
tuberculosis, sino que sólo querían aliviar sus síntomas. Aquellos más
graves eran los que seguían mejor la terapia.
En este sentido, los investigadores creen que la comunidad y la familia podrían influir en las actitudes y creencias
del afectado hacia su enfermedad. El entorno también tiene un papel
importante a la hora de "contrarrestar la vergüenza y culpa de los
pacientes con tuberculosis y ofrecer apoyo a los pacientes".
Nuevas estrategias
Finalmente, el estudio arroja algunas lecciones dirigidas a los propios centros sanitarios.
La DOT (siglas en inglés de observación directa de tratamiento, la
estrategia recomendada por la OMS, en la que el paciente debe tomar la
medicación ante un sanitario) "a menudo implicaba que el paciente tenía
que dejar parte de su jornada laboral para asistir. Otros aspectos del
servicio, como las largas esperas, influían negativamente el
cumplimiento".
"La flexibilidad, la elección del tratamiento y las opciones para
mantener la autonomía en la toma del mismo parecen ser contrarias a la
organización de muchos servicios de tuberculosis. Estos problemas se
exacerban con los fallos en el programa, como un suministro inadecuado
de los fármacos", añaden los autores, quienes extraen una serie de
consejos, aplicables fundamentalmente en países pobres.
"Consideramos importante que los legisladores, médicos y grupos de
apoyo a los pacientes reconozcan la autonomía en el proceso de
tratamiento; la importancia de intervenciones que animen a tomar
decisiones compartidas sobre el tratamiento; el papel de sistemas de
apoyo diseñados para las necesidades del paciente; el papel de
estructuras informales y sociales que refuercen la adherencia apoyando
al paciente; y el papel de la pobreza y el género en el cumplimiento",
resumen. "Las nuevas intervenciones para promover la adherencia podrían diseñarse con estos factores en mente".
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