La demanda de atención en esa modalidad ha tenido un incremento del
54,6 por ciento en los tres últimos años: se pasó de 758.004
registradas en el 2003, a 1'172.007 en el 2006.
Otras cifras permiten ver la magnitud del
problema: cada día los servicios de urgencias de hospitales públicos y
privados del país atienden un promedio de 32.876 pacientes. De estos,
3.210 son recibidos por la red pública de Bogotá.
La congestión ha llegado a tal nivel, que
ese cuadro dramático de enfermos con sueros colgantes que desbordan los
pasillos ya no es exclusivo de la San Pedro Claver. También sucede en
hospitales públicos como Kennedy y El Tunal. Incluso, en algunas
clínicas privadas de la ciudad.
"Tenemos que poner camillas en los corredores como una necesidad", dice Diego Posada, jefe de urgencias del Hospital Kennedy. "Si
no lo hiciéramos tendríamos que devolver a muchos pacientes. Y aunque
ellos no estén en una habitación, la realidad es que en los corredores
reciben la atención, y un trato digno".
La situación del hospital de Kennedy, donde el sobrecupo ya supera el 20 por ciento, la admitió el secretario Distrital de Salud, Héctor Zambrano.
La avalancha de pacientes en urgencias se
refleja con claridad en las estadísticas nacionales. En Colombia se
están presentando cada año entre 12 y 14 millones de consultas por
urgencias, que equivalen al 65 por ciento del total de las consultas.
Es decir, por cada 100 consultas hospitalarias, 65 son por urgencias,
según la Asociación Colombianas de Hospitales y Clínicas (ACHC).
"Es un porcentaje demasiado alto, cuando
la literatura médica internacional indica que deberían ser 30 consultas
de urgencias por cada 100 externas", asegura el director de la ACHC,
Juan C. Giraldo.
Casos que no son urgencias
Pero muchas de las urgencias recibidas en
los hospitales públicos y privados del país en realidad no lo son. Y
eso ocurre en un 80 por ciento de los casos, afirma Roberto Esguerra,
presidente de la junta directiva de la ACHC.
"Estos servicios se hicieron para atender
rápidamente las situaciones críticas que se presentan de manera
imprevista y que ponen en peligro inminente su vida", explica Esguerra,
quien añade: "una gripa o un dolor de muela o de estómago no
constituyen una urgencia".
Sin embargo, esas urgencias que no lo son
(resfriados, dolores dentales, caries, controles de embarazo y
amigdalitis) coparon, por ejemplo, un 40 por ciento de las consultas
(468 mil) atendidas por los hospitales públicos en Bogotá.
Esas consultas -en concepto de médicos y especialistas- deberían atenderse por consulta externa u otro servicio.
¿Por qué las urgencias están colapsadas?
Por varias razones. Según la ACHC, hoy los usuarios al ver que les
demoran las citas por consulta externa o con los especialistas, o que
no los atienden fuera de horarios hábiles, han preferido volcarse hacia
las urgencias, que funcionan las 24 horas y atienden rápido.
Zambrano ratifica que "la gente siente hoy que solo en las urgencias lo van a atender más rápido y lo van a salvar".
Esguerra señala igualmente que: "hay
estímulos perversos porque las urgencias resultan menos costosas para
los usuarios porque no tienen que hacer copagos, y hay un fracaso en la
política del Estado al dejar en otras manos la promoción y prevención".
La crisis en los servicios de urgencias
-dicen la ACHC y expertos- se superaría con medidas rápidas como la
ampliación de horarios en consulta externa, citas oportunas y menos
demoradas, más campañas de prevención de enfermedades y promoción de la
salud, y educando a los usuarios para el buen uso del servicio.
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