Durante décadas la piel bronceada fue considerada como sinónimo de aspecto saludable, sin embargo, hace ya varios años que la exposición solar excesiva demostró efectos nocivos que es necesario conocer y evitar. La vida al aire libre, asociada a la práctica de deportes y al contacto con la naturaleza, se relaciona con la salud y el bronceado de la piel. El ejercicio físico fortalece la masa osteo-muscular, y el sol permite la absorción de vitamina D y calcio, imprescindible para la estructura ósea.
Es conocido que los niños poco expuestos al sol sufren raquitismo por déficit de vitamina D y calcio. Pero para su absorción alcanza una exposición solar mínima, mientras que el exceso produce efectos insalubres.
Las enfermedades ocasionadas por exposición solar excesiva se producen por mecanismos directos e indirectos, con efectos inmediatos o diferidos en el tiempo. AGRESION DIRECTA. La radiación ultravioleta (UV) es más agresiva entre las 10.00 am. y las 16.00 pm., porque en ese período los rayos solares caen más verticalmente sobre la superficie de la tierra, y encuentran un menor espesor de filtro atmosférico para amortiguar su intensidad. Además, la potencia de la radiación puede potenciarse al ser reflejada por elementos como la nieve, agua o arena que multiplican la incidencia de los rayos. El efecto nocivo del sol puede observarse en las horas siguientes a la exposición, o bien varios años más tarde. La patología inmediata se relaciona con las quemaduras, de primero o segundo grado, según causen enrojecimiento de la piel (eritema), o ampollas (flictenas) asociadas a diferente grado de repercusión general (insolación) con dolor de cabeza, fiebre, deshidratación y trastornos de conciencia. La patología diferida se debe a un "efecto acumulativo" (como de batería) de la radiación UV, que en el curso de años determina tumores de piel y trastornos oculares con pérdida de visión. Este mecanismo acumulativo explica la mayor frecuencia de tumores de piel en zonas descubiertas como cara y manos, y explica también que sean más frecuentes los trastornos de visión en quienes durante varios años trabajaron expuestos al sol. Esto determinó que en los últimos años se promoviera como política de salud el uso de lentes protectores y filtros solares para la piel. AGRESION INDIRECTA. Los rayos solares pueden ser nocivos no sólo por sí mismos, sino por la temperatura elevada que provocan. En los últimos años el llamado "efecto invernadero" potenció los efectos morbosos del calor debido a diversos factores que aumentaron los promedios térmicos registrados. Por diversas razones las altas temperaturas mantenidas durante varias horas del día afectan a los seres humanos, fundamentalmente en ambos extremos de la vida. En el lactante, porque debido a un contenido de agua relativamente mayor respecto a su masa corporal es más susceptible a las pérdidas de agua. En el anciano, por alteración en el mecanismo de la sed y por una mayor fragilidad metabólica. La deshidratación también resulta peor tolerada en los obesos por una menor proporción de agua del tejido adiposo. En los ancianos la deshidratación puede precipitar la muerte, si padecen enfermedades de fondo de naturaleza neurológica, cardiovascular, renal o respiratoria. A este respecto, resultó significativo y digno de estudio el fenómeno que hace tres veranos ocasionó en París la muerte a unos 15.000 ancianos. Este pico de mortalidad, que puso en jaque a los servicios sanitarios, fue relacionado con la ola de calor y con el alejamiento de los familiares durante las vacaciones estivales. El llamado "coup de chaleur" es otro mecanismo que se relaciona más con el déficit de eliminación de calor corporal que con la deshidratación. Ocurre por alteración en los mecanismos de perspiración y evaporación de agua de la superficie corporal, cuando la piel cubierta por ropa pesada no consigue una adecuada ventilación. Causa trastornos del psiquismo, con intensa cefalea y fiebre, parecidos a los de una meningitis. Otro mecanismo de enfermedad, indirectamente producida por el calor, tiene lugar por una mayor proliferación bacteriana en los líquidos y alimentos ingeridos. Ello explica que durante el verano sean más frecuentes las diarreas con gastroenterocolitis, del mismo modo que en invierno lo son las infecciones respiratorias. En verano la mucosa digestiva se infecta por los alimentos contaminados, así como en invierno la mucosa respiratoria lo hace por el aire inhalado. En los lactantes la deshidratación por diarrea es particularmente grave, si existen cuadros de desnutrición previa. La vida al aire libre, propia de la temporada estival, sumada a la proliferación de insectos, facilita también la ocurrencia de picaduras, y éstas pueden producir reacciones alérgicas relacionadas con patologías mayores. CONSULTAS ¿Cuándo ocurren los cuadros de deshidratación? En casos de pérdida excesiva de agua (por sudoración, diarreas, o edema de quemaduras), asociada a un aporte deficitario de líquidos. ¿Cómo se traduce la deshidratación? Normalmente se experimenta sed, aunque los ancianos puedan no percibirla, y los lactantes no puedan expresarla, más que por llanto. Se traduce clínicamente por el aspecto arrugado de la piel (pliegue no elástico), con las mucosas resecas; una orina escasa y concentrada; venas colapsadas, chatas; y pulso acelerado con tendencia a bajar la presión arterial. |