Que la dieta rica en grasas, carne roja y cereales refinados favorece la aparición del cáncer colorrectal ya se sabía; sin embargo, hasta ahora no se había comprobado qué efecto podía tener este menú en los pacientes ya diagnosticados con esta enfermedad. Un estudio demuestra que estos ingredientes de la dieta occidental pueden triplicar el riesgo de recaídas en comparación con una alimentación rica en frutas y hortalizas, pollo y pescado.
Los 1.009 participantes de esta investigación, cuyas conclusiones aparecen esta semana en las páginas de la revista 'The Journal of the American Medical Association' (JAMA),
tenían un tumor en estadio III (es decir, con ganglios afectados) y
participaban en otro gran estudio sobre la eficacia de la quimioterapia
tras la cirugía.
Todos ellos contestaron a un detallado cuestionario alimenticio
elaborado por miembros del Instituto Dana-Farber, en Massachusetts
(EEUU), dirigido a conocer su tipo de dieta. En total, los
investigadores les preguntaron hasta por 131 alimentos diferentes;
primero mientras recibían la quimioterapia y transcurridos seis meses
desde último ciclo.
Durante los más de cinco años de seguimiento, 324 pacientes
experimentaron una recaída, otros 223 murieron a causa de una
reaparición del cáncer de colon y otros 28 murieron por otros motivos,
sin signos de recurrencia.
Al analizar sus patrones alimenticios, los científicos detectaron
que el riesgo de que el tumor volviese a aparecer eran hasta tres veces
superiores en los pacientes que tomaban más carne roja y grasas, dulces o comidas procesadas. Sus posibilidades de morir también se elevaban con respecto a las personas que llevaban una dieta rica en frutas, verduras, pollo y pescado.
Posibles explicaciones
Como destaca el director del estudio, el doctor Jeffrey Meyerhardt,
"ésta es la primera vez que se observa el efecto de la dieta en una
población de supervivientes de cáncer de colon", aunque también
advierte: "Se trata de un estudio observacional, por lo que no es
posible aún extraer conclusiones definitivas de estos datos".
Su trabajo sí apunta al menos varias posibles explicaciones para
este fenómeno. "Después de la extirpación de un tumor de colon en fase
III", sugieren en primer lugar, "los ingredientes de una dieta
occidental podrían propiciar un entorno que permita a los restos de
enfermedad microscópica volver a proliferar y expandirse".
También es posible que la alimentación sea simplemente reflejo de otros factores de mal pronóstico,
aunque en la investigación ya se estudiaron y descartaron algunos de
ellos. O bien que las personas más aficionadas a las comidas ricas en
grasas adquieran tumores más agresivos y más propensos a recaer;
"aunque no observamos ninguna relación entre la alimentación y ciertas
características biológicas del tumor relacionadas con su capacidad para
recaer", añaden a continuación.
Por último, los autores también han trabajado con la hipótesis de
que los pacientes con un cáncer avanzado y pocas expectativas de vida hubiesen alterado su menú, para aumentar la ingesta de nutrientes y grasas.
Sin embargo, para descartar esta posibilidad, se excluyeron las
recaídas y las muertes registradas en los primeros 90 días de estudio,
y aún así las conclusiones iniciales se mantuvieron.
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