Aunque mejoran notablemente la calidad de vida de miles de personas cada año, las prótesis de cadera o de rodilla pueden infectarse una vez colocadas, y obligan a muchos pacientes a pasar por el quirófano a causa de la infección. Un equipo de la Clínica Mayo (en EEUU) ha demostrado la utilidad de los ultrasonidos para detectar adecuadamente qué patógenos son responsables del problema para poder así elegir el tratamiento más adecuado.
El actual método para identificar estas infecciones es, como
reconocen muchos especialistas, bastante imperfecto. Hace falta recoger
varias muestras de tejido alrededor de la articulación durante la
cirugía para hacer un cultivo y diagnosticar qué microbio es el causante del problema.
Y no es extraño que la muestra se contamine durante el procedimiento, o
bien que arroje resultados falsamente positivos debido a la presencia
de otras bacterias normalmente presentes en nuestra piel.
Para solventar estas dificultades, la revista 'The New England Journal of Medicine' recoge la viabilidad de un método basado en los ultrasonidos y que se ha probado hasta el momento en 331 pacientes.
Se trataba de personas con una prótesis de rodilla (207 de ellas) o
de cadera (124) que debían pasar por el quirófano para la extracción de
la articulación a causa de una infección u otros problemas. Como relata
el principal investigador del estudio, el doctor Robin Patel, a menudo
la infección no ocasiona ningún síntoma, salvo que el paciente siente
algo de dolor en la zona. "Generalmente las bacterias que ocasionan
este trastorno en las prótesis son las mismas que viven inofensivamente
en nuestra piel, pero que pueden llegar a adherirse a las piezas ortopédicas, crecer y ocasionar problemas a largo plazo. Muchas de ellas no afectarían a la articulación de no tratarse de una prótesis".
Despegar las bacterias adheridas a la superficie
En el estudio, las prótesis que se extrajeron durante la cirugía
fueron depositadas en un contender especial y enviadas al laboratorio.
Allí se sometieron a un doble proceso de agitación y ultrasonidos para
'despegar' de su superficie la película que forman las bacterias. Este
método logró así desprenderlas para que cayesen en el medio de cultivo,
donde pudieron ser analizadas.
Este nuevo método diagnóstico fue capaz de detectar el 78,5% de las
infecciones frente a sólo el 60,8% identificados por medio de los
cultivos tradicionales (análisis de tejido de la zona cercana a la
prótesis que se obtuvo durante la cirugía). En 14 casos, el ultrasonido
detectó una infección que había pasado desapercibida en los cultivos de
tejido. Como subraya Patel, la cuestión es importante porque existen
diferentes tipos de bacterias, "y saber cuál está causando la infección es importante para elegir el tratamiento apropiado,
determinar el tipo de antibiótico que hay que administrar e incluso
decidir qué cirugía debe llevarse a cabo". El método, añade, permite
'despegar' suficiente cantidad de microbios como para que el análisis
sea viable, y pueda distinguirse una prótesis realmente infectada de
otra simplemente contaminada en la sala de operaciones.
Como señala en un editorial que publica en la misma revista Francis Waldvogel, de la fundación World Knowledge Dialogue,
con sede en Ginebra, la cirugía ortopédica se encuentra entre los
campos de la medicina que mayores logros ha alcanzado en los últimos
años y sólo las infecciones ensombrecen este panorama. A su juicio,
esta nueva alternativa podría convertirse pronto en el método estándar
para diagnosticar cualquier infección relacionada con el material
protésico.
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