Il Parrocco para DiarioSalud.Net
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viernes, 17 de agosto de 2007 |
En aquellas largas noches de insomnio, solía salir a caminar por la vera del arroyo. Increíblemente con el tiempo comprendí que mi insomnio, fatal enfermedad que contrariaba a la mosca Tse-Tse, se debía a mis siestas que practicaba de dieciséis a veintidós treinta. Así que mientras alguna vecina corría presurosa por la vianda con mi menú elegido, yo salía a caminar. Fue en una de esas noches en la que primero oí chistidos, tal cual las lechuzas del campanario. Luego una voz cavernal, que decía:
-Bo amista, no tene un prócer? no tene?
Agudicé mi vista e intenté penetrar la oscuridad bajo los Cipreses Calvos. Sólo me llegaban risas afónicas entrecortadas, parecían surgir de un roto bandoneón intentando sonar en Do mayor.
Luego fui distinguiendo extrañas formas negras recortadas en el cielo del arroyo. Presté atención y vi que esas formas tenían ojos, tres pares. Y además como de tres bocas tormentas, se veía alguna tecla blanca aquí y otra allá, tal cual un viejo piano de remate. No podía creer lo que ante mi vista se presentaba, había descubierto
tres híbridos, mezcla de Schwarzenegger y La Coca Sarli.
Tendiendo sus
callosas manos se presentaron:
La Sharon, La Natasha y una Morena llamada La Zamantha.
Sus rasgos antro morfológicos no coincidían al cien por cien con
ningún sexo conocido. Sus raras proporciones se descubrían por primera
vez ante mí, el famoso Tercer Sexo.
Que criaturas!! Por Dios y las sagradas escrituras!!
Al ver mi atuendo una de ellas, la mas pícara, refirió un viejo chiste, aflautando su voz dijo.
-Padre todo eso es bragueta. Si fuera la sotana de bronce que campanazo, etc., etc.
La noche se llenó con ese coro de risas, incluso algunas surgidas de esa oscuridad.
Después de cavilar, me di cuenta de la necesidad espiritual que tenían. Tomándoles confesión me encontró la mañana. Ellas debían retirarse como murciélagos a la salida del sol.
Yo les agradecí por enseñarme su existencia.
Y me ofrecí al igual que mi Parroquia para lo que desearan, y así llego el primer casamiento de chicos alegres.
Creo haber sido el primero y único en aquellos años.
Cubiertos los gastos de tres mil quinientos dólares lo demás era a voluntad.
Gente muy caritativa duplicaban con creces mi precio no reparaban en gastos.
El servicio podía incluir el salón parroquial, con buffet y música. A doscientos cincuenta dólares por persona, nunca dejaban de ser
menos de trescientas personas. Eran una colectividad cerrada pero
numerosa.
El buffet era hecho por mis beatas, el vino un cabernet sauvignon de
la casa y la música era tocada en el órgano de la iglesia por un chico
díscolo que solo fumaba unos cigarros con olor a perfume.
Había que ver lo que podía la religión, mi religión!
Llegaban con cara de pistoleros mexicanos otros como obreros de
Chernobil, pero al vestirse su traje de novia, que cambio, como se
emocionaban!
Lo que puede un corazón radiante de fe. Se ven caras y no corazones...
Y como dice un viejo escrito del Mar Muerto
“Todo es bueno para el convento” dijo un cura y se llevaba una monja al hombro. Sic
Yo por las dudas me compre una cama de dos plazas.
IL PARROCCO
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