En el ejercicio de la medicina, cada día más médicos sufren agresiones por parte de pacientes o sus familiares. Una realidad que enfrenta al profesional con la dolorosa paradoja de ser víctima de quienes debe asistir. La ley dice que estas situaciones deben ser denunciadas como accidente laboral.
En
los últimos años, la violencia se ha constituido en un problema de salud pública muy grave, que
se ha extendido en la sociedad argentina hasta alcanzar ámbitos como las
escuelas o los hospitales.
Los
casos de médicos agredidos crecieron notablemente, sobre todo en el sector de la
guardia y en las emergencias en vía pública o a domicilio. La violencia surge de
una interacción compleja de factores a nivel individuo, relación, comunidad,
sociedad y política, y se convierte en una cuestión muy
compleja. Los
profesionales de los hospitales no escapan a la intolerancia general y son
atacados física o verbalmente por algunos pacientes o sus familiares. Se genera
una hostilidad creciente, agravada por la exclusión social y los problemas de
alcoholismo o drogadicción de ciertas personas que llegan a las guardias en un
estado de agresividad notable. Hay agresiones que llegan a denuncias judiciales,
y médicos que han tenido que trabajar con custodia policial en la puerta del
consultorio. El SAME dispone, por medio de su sector Factores Humanos, de un
equipo que trabaja en la contención y asistencia del personal de emergencia ante
episodios de violencia o estrés laboral.
Los
casos van desde agresiones verbales hasta amenazas con armas, intimidaciones en
domicilios particulares, golpes, fracturas de nariz, empujones. Y la guardia es
el lugar de choque. Además, el vínculo entre el médico de guardia y el paciente
es ocasional, y eso no ayuda: la falta de
conocimiento entre paciente y médico atenta contra la paciencia y la
tolerancia, que a veces las largas esperas imponen.
El
Dr. Daniel Romano, médico clínico de guardia del hospital Piñero fue agredido cuando asistió en la ambulancia a un
barrio de emergencia. Reconoce su impotencia ante este tipo de situaciones, pero
intenta explicarlas: “Las agresiones se dan en parte por la inseguridad en la
que vivimos todos, los que somos médicos y los que no. También es una cuestión
de falta de educación, del alcoholismo, de las drogas. En nuestra zona hay
barrios muy marginales y es el lugar donde con mayor frecuencia sufrimos este
tipo de agresiones. Uno siente una impotencia tremenda, primero porque se trata
de gente que está enferma, pero también genera algo complejo ya que uno tiene
una familia detrás. Hasta qué punto uno se puede dejar agredir o no defenderse
por miedo a que después algún abogado nos denuncie por maltrato a un paciente.
La pregunta que yo me hago es: qué hacemos, nos dejamos pegar, contestamos,
siempre estamos expuestos a la agresión y son muy pocos los mecanismos de
defensa que tenemos”.
Hospitales
desbordados
Sin
duda, uno de los principales inconvenientes en los hospitales públicos es el
aumento de la demanda; muchos servicios se ven desbordados y el médico es la cara visible de un sistema
que está colapsado, y cuando tiene que explicarle a la gente que no tiene
ambulancia o camas para internación, muchas veces sufre episodios de violencia.
La Dra. María Susana Manieri, médica clínica de
guardia del hospital Penna, fue víctima de violencia y
explica con mucha tristeza el episodio que vivió: “Ese día la guardia estaba
desbordada y yo hice lo que creí más oportuno, es decir ocuparme de los casos
más graves. La hija de una señora internada comenzó a insultarme e intentó
pegarme un cachetazo. Es la primera vez que me pasa algo así en quince años en
el hospital, pero sé que a muchos compañeros les sucedió algo similar. Luego de
todo esto la policía de la comisaría 32 intentó llevarme detenida a mí porque la
mujer había dicho que yo la agredí. Una verdadera locura. Creo que se perdió el
principio de solidaridad, porque los pacientes que están más graves no hacen
estos escándalos. Nosotros somos la cara de un sistema pero no somos los
culpables, ya que estamos atendiendo la saturación de este
sistema”.
Por
otro lado, se dieron ciertos cambios en los códigos sociales: hace algunos años
en los barrios de emergencia, al médico se le abrían todas las puertas, hoy en
algunos lugares los servicios de emergencia no entran si no es con custodia
policial.
La
agresión es un accidente laboral
Otro
de los factores que contribuye a las situaciones de violencia son las
condiciones y medio ambiente de trabajo: al aumento de la demanda se suma una
insuficiente cantidad de personal y malas condiciones de estructura y edilicias.
El Dr. Luis Quinteros, clínico de guardia del hospital Penna cuenta que hace dos meses, por primera vez en sus
veinte años de médico municipal, sufrió una agresión por parte del familiar de
un paciente: “Esto sucede porque el sistema de guardia está colap-sado, porque estamos
trabajando con una demanda triplicada, pero seguimos con el mismo recurso humano
de hace quince años, es decir un clínico y siete ayudantes. El día que sucedió
la agresión teníamos pacientes internados en colchonetas en el piso y ahora se
transformó en una modalidad tener pacientes internados en una silla y un suero a
su costado; nos estamos acostumbrando a que lo provisorio pase a ser permanente.
Yo soy el emergente en un sistema que está colapsado y el emergente en
psicoanálisis es aquel que recibe el cachetazo”.
Existe
además la percepción, entre los trabajadores de la salud, de que los actos de
violencia forman parte del trabajo, produciéndose por tanto un subregistro importante cuando no son denunciados. De acuerdo
con la legislación vigente en Argentina, los hechos violentos sufridos en
ocasión del trabajo son considerados
accidentes de trabajo, y se deben otorgar al trabajador las
prestaciones médicas, farmacéuticas y dinerarias correspondientes por parte del
empleador. La agresión debe ser denunciada a la ART, la falta de denuncia deja
al profesional sin acceso a los beneficios que la ley le otorga. Por otro lado,
una agresión debe ser también denunciada ante la comisaría.
A
modo de corolario
El
Dr. Abel Kohan Miller, secretario general de la AMM y
jefe del servicio de urgencia más grande de la Ciudad, sintetiza con claridad el
problema de la violencia, las dificultades para afrontarla y sus consecuencias
más graves: “Recrudeció en forma exponencial la violencia en los servicios de
guardia, que se manifiesta por agresiones al personal, tanto en forma verbal
como física. También mediante la destrucción de instalaciones y robos. Esto se
ve acrecentado por las intoxicaciones con alcohol y drogas que presentan los
pacientes, que llegan en estado de máxima excitación. Por otra parte, los
servicios se ven desbordados por la cantidad de pacientes derivados de todos los
sectores; esta demanda es imposible de satisfacer y genera gran estado de
violencia en los pacientes, que se expresa por medio de insultos al Gobierno y
por ende, a los profesionales que somos la cara visible del sistema. Además, el
personal de seguridad es totalmente insuficiente e incapaz de contener las
agresiones, demuestra a diario su inutilidad; a esto se suma que el personal de
Policía Federal asignado a los hospitales es escaso y a veces poco partici-pativo. Como corolario a
la agresión, los pasos a seguir para denunciar los hechos son engorrosos y
burocráticos”.¨
ENCUESTA
ENTRE MÉDICOS
A
fines del año pasado, el portal Intramed -un sitio de
internet exclusivo para la comunidad médica, con
197.000 usuarios registrados- realizó una encuesta de la que participaron 22.300
médicos argentinos; el 55,8% reconoció haber sufrido agresiones verbales o
físicas por parte de sus pacientes o de los familiares que los acompañan. La
mayoría de los médicos argentinos encuestados reconoció que gran parte de las
agresiones que sufren son de tipo verbal, aunque a veces, del insulto al golpe
hay un paso. Las salas de guardia son el sector donde se produce la mayor parte
de los episodios de tensión. El 74% de los médicos dedicados a las emergencias,
que trabajan en ambulancias o en las guardias de clínicas y hospitales,
manifestó haber sufrido agresiones.
LAS
GESTIONES DE LA ASOCIACIÓN DE MÉDICOS MUNICIPALES
El
Dr. Jorge Gilardi, presidente de la Asociación de
Médicos Municipales de la Ciudad de Buenos Aires, explica: “Nunca hubo tantas
consultas en esta institución por médicos agotados por su profesión y uno de los
problemas, son las agresiones. Es necesario adoptar medidas de fondo que nos
permitan lograr un trabajo más digno y más seguro entre los profesionales del
sector salud. La violencia laboral es una cuestión de salud pública”. En este
sentido, la AMM se reunió con el con el Ministro de Salud, el Subsecretario de
Servicios de Salud, el Director General y el Director Médico del SAME y otros
referentes destacados para establecer una posición común que permita brindar una
solución a los profesionales. Entre los principales puntos se destacan: aumentar
la presencia policial en los hospitales con mayor incidencia de episodios de
violencia, dar a conocer a la población en general el problema para que puedan
colaborar con los profesionales, realizar una reunión conjunta entre
representantes de todos los hospitales y mejorar la coordinación de los códigos
verdes (para priorizar la salida de las ambulancias). www.medicos-municipales.org,Comentarios reservados a usuarios registrados. Por favor ingrese al sistema o regístrese. Powered by AkoComment! |