El impétigo es una infección altamente contagiosa que provoca picor intenso y que puede, incluso, derivar en complicaciones renales.
Aunque no reviste gravedad, el impétigo es una infección cutánea frecuente y altamente contagiosa que afecta principalmente a niños en edad escolar, aunque también puede darse en personas con el sistema inmunitario deprimido. Según los últimos datos disponibles, hasta un 2% de los impétigos estreptocócicos presentan como complicación una glomerulonefritis, enfermedad provocada por la inflamación de las estructuras internas del riñón. El tratamiento se basa en la administración de antibióticos, por vía oral y tópica, y en estrictas medidas de higiene para evitar su diseminación.
Asociado a condiciones de vida insalubres, el impétigo está causado por dos bacterias, estreptococos del grupo A (Streptococci), estafilococo (Staphylococcus aureus)
o una combinación de ambas. En ocasiones, la precede una infección
respiratoria de vías altas como un simple resfriado. Un mero arañazo,
picadura de insecto, mordedura de animal o cualquier traumatismo
favorecen que la piel pierda su integridad, es decir, su función de
barrera protectora. Las bacterias que comúnmente están en la piel,
mediante una puerta de entrada, se incorporan en el organismo
produciendo inflamación e infección. De ahí puede diseminarse por todo
el cuerpo. Diseminando la infección
El impétigo se inicia con una úlcera de pequeño tamaño, de color
rojizo, que produce mucha picazón y que evoluciona a una ampolla con
líquido amarillento claro al principio que evoluciona a purulento, el
cual es altamente contagioso. Esta ulceración, que aparece rodeada de
un halo rojizo, termina por romperse y producir costra. Las lesiones,
que pueden presentarse en cara, labios y orificios nasales, cuero
cabelludo, brazos o piernas e, incluso, axilas, se diseminan cuando el
afectado se rasca. En bebés usualmente aparecen como una o más ampollas
que al romperse dejan el lecho de la herida rojo. Cuando existe la
infección, los ganglios cercanos a la zona afectada aparecen inflamados.
"Una higiene escrupulosa de manos y uñas ayudará a conseguir la remisión de la infección"
Es importante tener en cuenta que un individuo sólo deja
de ser contagioso cuando las costras han desaparecido. Por este motivo
hay que tomar las precauciones adecuadas. Pese a que la curación de las
lesiones es muy lenta y pocas veces cicatrizan sin dejar rastro, la
tasa de curación es alta. Sin embargo, en niños pequeños tiende a
resurgir con cierta frecuencia. Nuevo tratamiento
Debido a su gran capacidad de contagio, el tratamiento del impétigo
debe efectuarse rápidamente mediante medidas locales y generales. Junto
con antibióticos administrados por vía oral en los casos más severos,
es importante utilizar antisépticos locales que sean incoloros para
evitar que enmascaren las lesiones y poder hacer un correcto
seguimiento de las lesiones. Los antibióticos tópicos, como mupirocina
o ácido fusídico, y los antisépticos tienen como objetivo tratar las
puertas de entrada y las regiones colonizadas por microorganismos, como
las heridas. Una higiene escrupulosa de manos y uñas ayudará también a
conseguir la remisión de la infección. Sin el tratamiento adecuado, el
impétigo reaparece de forma frecuente e insidiosa. La Food and
Drug Administration (FDA), en EEUU, aprobó el pasado mes de abril un
nuevo tratamiento tópico para el impétigo. Retapamulin (Altabax©) está
indicado en adultos y en niños mayores de nueve meses sólo bajo
prescripción médica. Retapamulin ha sido probado en cinco estudios con,
aproximadamente, una población de 2.000 afectados por impétigo, entre
adultos y niños mayores de nueve meses. El efecto secundario más
habitual fue irritación de la zona tratada en un 2% de la población a
estudio. Altabax©, comercializado por GlaxoSmithKline, está
pensado para utilizarse dos veces al día durante un periodo de cinco
días. Aunque parece que este tratamiento es efectivo, los expertos
señalan que el uso abusivo de antibióticos, aunque sea en forma de
aplicación tópica, no debe utilizarse para la prevención, y que el uso
indiscriminado provoca las temibles resistencias antibióticas.
SIMPLES ERUPCIONES
La mayor parte de la erupciones se solventan con un cuidado suave de la
piel y evitando sustancias tópicas irritantes. No rascarse la piel,
para realizar la higiene usar agua tíbia y la mínima cantidad de jabón
con un pH cercano al de la piel (4,5-5,5), secar sin frotar, evitar la
aplicación de cualquier producto cosmético y dejar la zona afectada al
aire libre siempre que sea posible son el paquete de recomendaciones
que hacen los expertos. En caso de duda relacionada con el origen de la
dermatitis es necesario tomar medidas para prevenir la posible
diseminación: lavarse las manos frecuentemente utilizando cada vez una
toalla limpia y no compartirlas con el resto de la familia, y evitar
manipular las lesiones. En presencia de eccema, muy común en niños
pequeños y que se suelen resolver a partir del año de vida, la picazón
y descamación que produce puede aliviarse con sustancias que contengan
en su composición humectantes, que tienen efecto emoliente y
lubricante. Con ello se evita, en parte, los efectos negativos de la
irritación crónica por rascado. En caso de psoriasis o impétigo, el
facultativo prescribirá un tratamiento específico con hidrocortisona o
antibibiótico, respectivamente.
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