Que las neuronas trabajan en equipo se sabía ya. Ahora se cree haber descubierto el mecanismo a través del cual los transmisores se unen en grupos para controlar procesos de pensamiento y hasta acelerarlos.
Para que el cerebro se active y podamos pensar eficientemente es necesario que las proteínas que comunican a las neuronas entre sí trabajen en equipo. En el Instituto Max-Planck de Gotinga se estudia este fenómeno, hasta ahora desconocido.
El conjunto de células nerviosas
que conforman nuestro organismo intercambian permanentemente información entre
sí a través de proteínas de la membrana celular, que cumplen el papel de
transmisores bioquímicos. De este modo permiten que en nuestro cuerpo se lleven
a cabo diversas tareas, desde las más básicas hasta las más complejas, como
pensar.
Fusionarse para comunicarse
Las neuronas se comunican por
medio de las sinapsis, en las que dos
células vecinas se contactan. La célula emisora produce ínfimas vesículas
conteniendo sustancias químicas transmisoras que se fusionan con la membrana
liberándolas en la célula receptora, la cual es activada de este modo.
La fusión se hace posible gracias
a las llamadas proteínas SNARE, un grupo de proteínas especializadas en
anclarlas a la zona activa. Cada SNARE cuenta con un péptido que lo une a la
membrana. Para fusionarse, las SNARE se unen en grupos o clusters. Lo que no se sabía hasta ahora
es de qué modo se unen dichas proteínas.
Las proteínas se autoorganizan
Siempre se creyó que las
proteínas de las membranas se unían gracias a la ayuda de otro tipo de
proteínas, los lípidos. “Pudimos demostrar que lo que sucede en realidad es que
las proteínas se organizan de forma autónoma para interactuar”, aclara el
director del proyecto, Thorsten Lang, del Instituto Max Planck de Química
Biofísica de Gotinga, al sur de Alemania. Y explica que “las proteínas se
disponen como plataformas moleculares para que las vesículas se adosen más
rápidamente a la célula y así las señales puedan ser transmitidas a mayor
velocidad.”
Los investigadores combinaron
diversos métodos para observar el comportamiento de las enzimas. Lo que más les
interesaba era comprobar qué es lo que mueve a las proteínas a reunirse, y cuán
flexibles son los grupos. Para ello analizaron el comportamiento de una proteína
SNARE específica, la Syntaxin-1.
Alrededor de 1000 grupos de
Syntaxin-1 caben en el grueso de un cabello, pero estos equipos de trabajo son
tan numerosos y tan minúsculos que no es posible verlos con un microscopio
normal. Sólo con un microscopio STED de altísima resolución se pudo observar y
medir a los grupos de Syntaxin-1, que miden una milésima del diámetro de un solo
cabello humano. Gracias a experimentos con simulación computada los científicos
lograron averiguar la cantidad de proteínas que contiene cada grupo. Además,
estudiaron la movilidad de las mismas entre los diferentes grupos.
Estos grupos de proteínas son,
según los expertos, los que hacen posible que determinados procesos de
pensamiento se desarrollen a mayor velocidad. En el futuro, el grupo del
Instituto Max-Planck planea averiguar de qué manera los grupos de proteínas se
comunican entre sí dentro de un cluster de Syntaxin-1.
Investigan botulina como
antiespasmódico
El “efecto secundario” de estos
experimentos es positivo, ya que, a través del análisis de las proteínas SNARE
se puede investigar el efecto de una sustancia tóxica para el sistema nervioso,
la botulina o botox. Este veneno corta las Syntaxinas, lo que no permitiría la
formación de los equipos de trabajo. A su vez, el estudio de los efectos de la
botulina haría posible descubrir de qué modo utilizarla para evitar espasmos
nerviosos, ya que, en pequeñas dosis, la botulina permite bloquear las
conexiones nerviosas y provoca distensión muscular. Este es también el mecanismo
por el cual el botox actúa en contra de las arrugas de la piel.
|