Los Premios Nóbel Sidney Brenner, de Medicina, y Kary Mullis, de
Química, compartieron sus conocimientos en el evento "Horizontes de la
Medicina", con estudiantes, maestros e investigadores de la UANL, así
como con especialistas de Europa, Estados Unidos y México.
“Ahora nos preguntamos mucho acerca de la estructura genómica actual y
por qué tenemos tantas enfermedades”. El planteamiento del doctor
Sidney Brenner, Premio Nóbel de Fisiología o Medicina de 2002, provocó
un silencio reflexivo entre los asistentes a su conferencia como parte
del evento Horizontes de la Medicina, organizado en Cintermex por la
Facultad de Medicina de la UANL.
“Hace cien mil años los humanos detuvieron la evolución biológica.
Hasta ese punto, el cuerpo humano estaba sujeto a los cambios
ambientales y respondía a los principios de la selección natural, pero
cambiamos esto, empezamos a utilizar el cerebro para cambiar la
velocidad con la que evolucionamos, así que cuando hacía frío no
esperamos que hubiera mutaciones favorables para producir mucho pelo.
Lo que hicimos fue matar un animal que tenía mucho pelo y lo usamos
para abrigarnos.”
El doctor Brenner, profesor del Instituto Salk de Estudios Biomédicos
de La Jolla, California, advirtió cómo todos estamos creados con un
genoma que tiene cien mil años de antigüedad, el cual estaba muy bien
adaptado a ayudarnos a sobrevivir en aquel entonces, pero que esa
realidad ha cambiado desde que el hombre por medio de la tecnología
empezó a vencer las fuerzas de la naturaleza que operaban sobre él.
“Hoy estamos muy preocupados por la incidencia de la obesidad. Pero es
que hace cien mil años, nuestro hipotálamo (glándula considerada centro
integrador del sistema nervioso vegetativo, regula el apetito y la
saciedad) nos decía: ¡cuando haya comida come todo lo que puedas,
conviértela en grasa como una manera de acumular energía, y de esa
manera la puedes guardar para el momento en que haya hambruna, o
periodos largos de no disponibilidad de alimentos!
“Había entonces un metabolismo complejo y un comportamiento que
evolucionó biológicamente. Hoy día las cosas no han cambiado, el
hipotálamo sigue controlando esos genes, seguimos comiendo, la hambruna
no ocurre, ha aumentado la obesidad, la Diabetes tipo 2, y todo un
complejo de enfermedades que son simplemente la consecuencia del
ambiente que nosotros hemos creado.”
En el año 2002, y como reconocimiento a sus trabajos sobre la
regulación genética del desarrollo y muerte celular, este biólogo de
origen sudafricano recibió el Premio Nóbel de Medicina a sus 75 años de
edad, el cual compartió con H. Robert Horvitz, John E. Sulston.
Tras estudiar la carrera de Medicina en Johannesburgo, doctorarse en
Oxford, trabajar con bacteriófagos, y viajar a Cambridge para conocer a
James Watson, Francis Crick y su revolucionaria estructura de la hélice
de ADN, Brenner era testigo y protagonista del punto de inicio de la
Biología Molecular.
En su trayectoria de apasionado apego a la ciencia, decidió que más que
estudiar la función de las moléculas, debía empezar a investigar cómo
los genes especificaban un organismo, cómo se construye y se conecta el
sistema nervioso. Para explorar estos temas con las herramientas de la
genética que había adquirido en sus estudios sobre bacterias, debió
encontrar un organismo de la complejidad necesaria pero suficientemente
simple y fácil de manejar en un laboratorio. Luego de analizar muestras
de especies provenientes de distintas partes del mundo, eligió un
gusano microscópico, el nematode C. elegans, con cuyos resultados
recibió el Premio.
Como invitado de honor al evento realizado en Monterrey del 29 de
agosto al 1 de septiembre, Brenner se mostró muy complacido de la
amplia presencia de jóvenes entre sus interlocutores, y les ofreció su
visión sobre los horizontes de la medicina.
“Ahora hay una nueva salud pública; la salud pública del siglo XIX era
simplemente separar el agua que tomas, del agua que excretas, pero con
eso se salvaron millones de vidas, eso acabó con muchas infecciones que
mataban a la gente. En este siglo tenemos que preguntarnos qué podemos
hacer, es cierto que tenemos un hipotálamo que nos manda a comer, pero
también tenemos una corteza frontal que puede hablar al hipotálamo.
“Estoy hablando de cambiar las cosas a través de la educación de una
manera global, cambiar los comportamientos, dar terapéutica social para
cambiar el patrón de enfermedades metabólicas. Hay que cambiar las
actitudes del hombre ordinario de la calle hacia la Medicina, él cree
que puede hacer lo que quiere, puede ingerir todo lo que quiere, puede
ver la televisión y ser sedentario como quiere... y si se enferma, la
Medicina lo va a ayudar con una pastilla. No. Yo creo que hay que
educar a la gente para que sean más responsables.”
Planteada así, la receta de lo que Brenner considera una salud pública
del futuro, no se limita a los avances científicos de la medicina,
“ahora estamos hablando de células madres, pero no se van a poder
comprar células madres en la farmacia, tenemos que pensar en las
soluciones terapéuticas que hemos entregado, en un comportamiento
colectivo más favorable hacia la preservación de la salud, y no esperar
traducir el conocimiento hacia la cama del paciente, sino ir a la cama
del paciente y buscar allí las soluciones.”
LA MEDICINA DE FIESTA
El doctor Hugo Barrera, integrante del Comité organizador de Horizontes
de la Medicina, dijo sentir que la Universidad Autónoma de Nuevo León y
la Facultad de Medicina estuvieron de fiesta por la oportunidad de
constatar en casa los avances de las ciencias médicas, y recibir
especialistas de Europa, Estados Unidos, México, y en especial los
Premios Nóbel Sidney Brenner, de Medicina, y Kary Mullis, de Química.
“Los Nóbel son gente que nos guían, nos dicen si el camino que estamos
llevando nos conducirá a lo que buscamos o si vamos por el camino
equivocado. El contacto con ellos ha sido muy enriquecedor para
estudiantes, maestros e investigadores. Este evento ha servido para ver
hacia donde va la industria farmacéutica, mejorar su eficiencia, su
desempeño en el descubrimiento de nuevos medicamentos. Hemos hablado de
cómo eficientar el sistema de salud, y fue grato escuchar al secretario
de Salud federal, José Ángel Córdova Villalobos, expresar que muchas de
las ideas de este evento se van a estar implementando en el país.”
Otro gran aporte a las sesiones plenarias fue la conferencia de Kary
Mullis, bioquímico norteamericano Premio Nóbel de Química de 1993,
conocido por haber permitido a través de la invención de la técnica de
la PCR (Reacción en cadena de la polimerasa) una revolución en la
investigación biológica y médica.
“En los últimos diez años he estado trabajando en algo que empieza a
funcionar, es el proyecto AlterMune, un mecanismo a través del cual,
tomando una respuesta inmune que ya tiene el cuerpo, la dirigimos hacia
donde se requiera la inmunidad.”
Con la invención de la PCR Mullis propició el fundamento de varias
revoluciones en campos prácticos, como la identificación del origen de
muestras de sangre o saliva a que recurre masivamente la ciencia
forense, y en campos científicos, como la secuenciación de genes
humanos o de otros organismos. Convirtió en una rutina la investigación
de la secuencia genética, permitiendo la lectura completa del genoma
humano, así como de muchos organismos que se toman como modelos en la
investigación de distintos problemas biológicos.
Con AlterMune estamos en presencia de un nuevo y extraordinario aporte del prominente científico.
“Es un adaptador químico para hacer efectivo el anticuerpo. El virus de
la influenza casi destruyó este planeta en 1917, el promedio de
esperanza de vida en Estados Unidos durante la pandemia de 1917-1918
cayó de alrededor de 55 años a alrededor de 39 años. Y quizás muchas
personas tenían anticuerpos pero ninguno estaba dirigido a esas cepas
de influenza.”
La inquietud de Mullis lo llevó a buscar algún tipo de mecanismo
químico para cambiar la especificidad de un anticuerpo que ya posee el
organismo, y que pudiera atacar cualquier infección adquirida.
“Una pequeña molécula C1q decide que los anticuerpos que normalmente
han estado flotando en diferentes sitios del cuerpo, lleguen y
aterricen sobre un lugar específico. Estos estudios persiguen evitar
otra pandemia, y no solo es aplicable a la influenza, sino además a los
estafilococos, la escherichia coli... Por el momento ya funciona en los
modelos, pero toma años y muchas pruebas su aplicabilidad en humanos.”
Las sesiones del XXIV Congreso Nacional de Investigación Biomédica, y
el evento Horizontes de la Medicina, hicieron confluir teorías,
conocimiento y tecnologías hacia el estudio de la diversidad de los
seres humanos para poder descubrir la base de las enfermedades y
traducir los continuos avances médicos hacia una superior calidad de
vida.
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